Capítulo nueve

8.3K 664 69
                                    

-Quizás debería comprarme un coche - dijo Mangel bajándose del mio.

-Sí, deberías - contesté molesto, pero no con él, sino conmigo mismo.

Había pasado muy mala noche, y apenas había podido dormir con la intensa incomodidad que Carlos desprendía. Me sentía molesto con él por el echo de que parecía que de verdad creía que le había contado a Guillermo la verdad por puro gusto, a pesar de que le había contado con pelos y señales lo ocurrido en el bosque hace ya dos días. Apenas y tenía cuatro años cuando le acogí, llevamos viviendo juntos treinta y cinco años, debería conocerme, saber que yo no voy por ahí contando esas cosas por puro placer, además... ¿No quería hacerse cargo de su hijo? ¿No quería cuidar de él y darle la mejor vida posible? El pobre algún día terminaría enterándose, cuando hubieran pasado quince, veinte años quizás, y su padre siguiera tan joven como en un principio. Además, él mismo había tenido ya la visión de que Guillermo terminaría enterándose, ¿porque tenía que reaccionar así?

-Entonces Lanita me besó y me dijo que iba a dejar a Luzu por mi - dijo Mangel.

-¿¡Qué!?

Todos los adolescentes que ya había alrededor del instituto se giraron y se quedaron mirándome como a un loco. Tuve que andar empujando a Mangel hasta mi despacho con la cabeza gacha, mientras éste no hacía más que carcajearse escandalosamente. Cerré la puerta y le miré enfadado. ¿Acaso es tonto?

-No tuvo la más mínima gracia - le regañé, y el poco oportuno de Luzu apareció tras de mi.

-¿Que es lo que no tuvo gracia? - preguntó, sentándose en uno de los sillones que había en el despacho.

-Estaba tan embobado que pensé en reírme un poco de él, así que le dije que me besé con tu novia y ella me dijo que te iba a dejar - entonces ambos estallaron nuevamente en carcajadas.

Me sentía ofendido por que ambos aprovecharan mi distracción para reírse de mi. ¿Ellos nunca tenían un día tonto? Miré a Luzu, llevaba uno de sus típicos pantalones de deporte y una sudadera, mientras que Mangel llevaba unos vaqueros y unas de esas camisas suyas con dibujos incomprensibles. Rebusqué en los cajones de mi escritorio, y cuando encontré mi libro de historia de segundo de bachillerato, decidí que ya iba siendo hora de ir a clase. Pero esa no era la idea que tenía Mangel al parecer, porque se paró delante de la puerta sin intenciones de quitarse.

-Ayer te llamé más de veinte veces - dijo mirándome acusadoramente -, pero tu móvil estuvo apagado todo el día. ¿Debo pensar que es porque tu pequeña presa te rechazo?

-Aun no le he propuesto nada. Y no lo llames así, es un apodo degradante.

-¿Proponerle qué a quién? - preguntó Luzu poniéndose entre Mangel y yo de tal manera que podía vernos a ambos.

-Aquí el viejo se enamoró de Guillermo Díaz. Quería proponerle al niño probar a tener una relación abierta y sin titulo. - rió Mangel, y Luzu abrió los ojos como platos.

-¿Que importa eso? - dije molesto - ¿Porque no le hablas de el rubio que casi te viola?

-No hubiera sido violación porque yo me habría dejado. - me señaló - Además, tu mismo has dicho que estaba borracho, seguro que ni siquiera lo recuerda.

-¿Relación abierta y sin titulo? - preguntó Luzu con el ceño fruncido.

-¡Por dios! ¿Podemos hablar de esto en otro momento? Tengo una clase que dar, y vosotros también. Por lo menos si os interesa seguir trabajando. Yo no juego con estas cosas.

Molesto salí de mi despacho y me encaminé hacia el aula. ¿Que pretenden que le diga? 'Hola Guillermo, que sepas que me he enamorado de ti. Oh, si, lo sé porque los vampiros pocas veces se enamoran, y si lo hacen lo sienten. ¿Nos casamos mañana o prefieres que sea hoy mismo?'. Imbéciles. No es más que un adolescente en pleno siglo ventiuno. Las cosas no son como lo eran cuando yo era joven, ahora la gente se casa y a los dos años ya se han divorciado. Él es solo un chico que aún no sabe bien lo que quiere ni lo que siente, de nada serviría tener una relación con el título de pareja si él iba a estar andando con otros chicos o chicas. Quizás eso sería humillante, y no dolería tanto si a pesar de tener algo no había ningún título formal que nos uniera. Además, el pobre piensa que de verdad solo tengo veintidós años y fui adoptado por Carlos. Si quería que Guillermo fuera más abierto conmigo de alguna forma debía contarle algunas cosas sobre mi.

Atrévete a dominarme {Wigetta} Where stories live. Discover now