8. Preguntas no comunes

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Capítulo 8

Cameron

Una semana después del encuentro en la cafetería con la pelirroja linda, no pude volver a verla de nuevo. Los maestros decidieron ponerse en contra mía, los proyectos finales consumieron mi tiempo.

Pero hoy es viernes y puedo darme el lujo de dejar algunos trabajos para último minuto del domingo. Así que hoy veré de nuevo a Amelia y no puedo estar más feliz.

Tomo el desvió hacia la cafetería donde trabaja y me estaciono a los pocos segundos.

¿Se acordará de mí?

¡Ni siquiera sé si hoy trabaja! Espero que sí, espere que la buena suerte esté conmigo y se encuentre en este momento en el establecimiento. Bajo del auto un poco nervioso.

Me siento otra vez en secundaria, aun me ponen nervioso las chicas lindas, aunque, ¿a quién no?

El rechazo es un miedo presente en cualquier edad, por más que nos moleste, a veces hay cosas que no podemos evitar.

Siempre pienso en el qué dirán y no me enorgullezco de ello.

Entro en la cafetería arrastrando todos los pensamientos negativos al fondo de mi mente y con una sonrisa tratando de ocultar el nerviosismo que no me abandona desde que crucé la puerta.

Cuando llego a la barra, me quedo esperando unos minutos, pues no hay nadie detrás, así que me pongo a observar el establecimiento, pues en mi anterior visita apenas y me dio tiempo de nada.

‒Hola, chico del pastel de chocolate. ‒Me sobresalto un poco por la sorpresa, ¡ella me recuerda! Es asombroso.

Le doy mi mejor sonrisa, y ella sonríe igual. Dios.

Es preciosa.

‒Hola, Amelia. ‒Se termina de abrochar el mandil y toma una pequeña libreta justo al lado de la caja registradora.

‒ ¿Cameron, verdad? ‒Asiento tratando de controlar mi entusiasmo‒. ¿Qué llevaras en esta ocasión?

‒Lo más rico que tengas, esta vez es para mí. ‒Se ríe y va a la cocina, prometiendo no tardar demasiado. Yo por mi parte, busco una mesa para pasar el rato y pensar en cómo preguntarle si quiere salir conmigo, sin parecer muy desesperado.

Menos de tres minutos después, Amelia regresa de la cocina con una rebanada de pastel de zanahoria y un café.

‒Este es mi plato favorito del café, ¿necesitas algo más? ‒Asiento, no muy convencido.

‒Sí, ¿te gustaría salir conmigo? ‒Las palabras salen sin poder detenerlas. Directo y sin anestesia, muy inteligente, Cam.

En respuesta, ella comenzó a reír.

‒Claro, Dios, esto es muy raro. ‒ ¡Aceptó! Sin embargo, ¿raro? ¡No! Antes de que pueda irse pensando lo peor, la detengo.

‒ ¿Raro en qué sentido? ‒Ella parece notar el hecho de que me llamó "raro", o más bien, el que la haya invitado a salir.

‒Desde que comencé a trabajar aquí, cuatro chicos, incluyéndote, me han invitado a salir, cuando toda mi vida había sido ignorada, ¡es muy extraño! Creí que eso sólo ocurría en los libros. ‒Parecía divertida, pero al mismo tiempo recelosa con la situación.

‒No entiendo cómo es que no te pasó antes.

Ni siquiera conozco tu nombre (Coffee Shop #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora