19. Encerrados

2.6K 396 42
                                    

Capítulo 19

Taylor

—No lo creó —era la tercera vez que Lily repetía la misma frase, y ya estaba algo cansado de repetirlo.

—Nada pudo arruinarlo más, estoy comenzando a darme por vencido. —pareciera que le dije que había cometido un asesinato cuando vi su cara.

Mi padre sólo se río y negó con la cabeza por la actitud de su esposa.

—Taylor Dunbar, ¿Qué clase de persona sería si dejara que te dieras por vencido en una cosa así? —lo decía muy en serio, y me dio un poco de miedo lo que fuera a hacer.

A veces los métodos de Lily no son muy ortodoxos.

—Lo pensare, ¿De acuerdo? —ella asintió con alegría. Después de ello los puse al corriente con el estado de la cafetería en su ausencia y ellos me contaron de su luna de miel.

El resto de la tarde pasó sin problemas, el día estuvo un poco movido y el desastre en la cocina fue masivo.

—Amelia, Taylor, ¿Pueden terminar de mandar estos costales a la bodega? —ambos asentimos y nos encaminamos en completo silencio hasta donde nos indicó la mujer. Al llegar, colocamos los costales donde correspondía y regresamos para irnos de ahí lo más pronto posible. La bodega puede resultar escalofriante al caer la luna.

Amelia se adelanta solo para darme las malas noticias

—Eh, Tay, creo que estamos encerrados —me acerco para revisar y efectivamente, está cerrado.

—Creo que tengo una llave de repuesto, no te preocupes. —Palmeo mi abdomen, dándome cuenta al instante que no traigo puesto el delantal, donde suelo guardar mis llaves.

— ¿Traes tu teléfono? Yo deje el mío en...

—Tu casillero, lo sé, el mío también lo deje ahí. —Se desploma en el suelo y se abraza a sí misma.

No me queda de otra que ir a buscar los uniformes de repuesto para tener algo con lo que cubrirnos mientras se dan cuenta de que ya tardamos demasiado. Ahí abajo esta congelando.

Le doy un par de camisas para que se las ponga encima mientras me siento a su lado. En otra situación, podría disfrutar estar sólo con Amelia por fin, pero me estoy congelando al igual que ella, y que el foco comience a parpadear, no es de gran ayuda.

—No, por favor, foquito lindo, no te apagues. —susurra la pelirroja cuando la luz de esta comienza a irse.

Pone la cabeza entre sus piernas, mientras su respiración se vuelve entrecortada.

—Le temo a la oscuridad, Tay por favor, no te vayas a ir de mi lado. —El alma se me va los pies al oír a Amelia de esa manera, la acerco a mi lado para abrazarla. No pensaba dejarla sola.

—No iré a ningún lado— se aferra más a mi camisa mientras asiente. No estamos completamente a oscuras, pero si lo bastante en la penumbra para sólo ver la sombra de las cosas.

— ¿Cuál es tu segundo nombre? —la pregunta me desconcierta un poco, hasta que comprendo que lo está haciendo para distraerse.

—No tengo un segundo nombre, me temo. —Me encojó de hombros esperando su siguiente pregunta, que como sospechaba, no tarda en llegar, cambiando abruptamente de tema que me deja en shock unos cuantos segundos.

—Tay... ¿Tú sientes algo por mí? —Probablemente no la hubiese escuchado si no hubiera estado a centímetros de mi rostro, y probablemente le hubiera contestado, si la puerta del almacén no se hubiera abierto de un portazo, dejando a la vista a media cafetería con los ojos como platos.

Ni siquiera conozco tu nombre (Coffee Shop #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora