23. Ser amigas.

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—¿No crees que es demasiado? —inquirí, encogiéndome de hombros—. Digo, llevamos siguiéndola desde que se acabaron las clases.

—No es suficiente —An negó con la cabeza—. No ha hecho nada interesante, solamente un par de tareas en su escritorio y actuó inocente mientras leía historias románticas.

—Insisto en que estás exagerando —dije haciendo una mueca, An resopló y me cubrió la boca con la mano—. No hagas ruido —susurró.

En ese momento estábamos ocultas detrás de unos casilleros. Summer caminaba tranquilamente por aquel pasillo, dio vuelta a la izquierda y desapareció.

—Es muy rápida. ¡Seguro esconde algo grave! —exclamó la pelirroja y me jaló del brazo para que ambas continuáramos en nuestra labor de perseguirla. Observamos como la castaña Summer se adentraba en una sala que ni An ni yo sabíamos que le perteneciera a algún club.

—Creo que es el punto de reunión del Consejo de primer año. Hacen los volantes, las pancartas y todo lo que necesitan para la campaña —informé y apunté hacia la puerta cerrada.

—Ya veo —asintió ella. Se inclinó para ver y repentinamente volvió a cubrir su cara con un bote de basura, el cual nos ayudaba a escondernos.

Esperamos en silencio durante unos quince minutos. Empezaba a cansarme porque creía An estaba delirando, probablemente Summer no tenía malas intenciones y estábamos perdiendo el tiempo. Salí del escondite con el propósito de regresar a nuestra clase cuando la francesa tomó mi mano y me obligó a ponerme de cuclillas de nuevo. Estaba a punto de reclamarle, pero cerré la boca cuando noté que dos personas salían. Era Summer acompañada de un chico rubio. Al cerrar la puerta, se tomaron de las manos, revelando que eran mucho más que amigos.

An me apretó la muñeca y sentí como si fuera a quebrarla. Me mordí la lengua en un intento por no gritar. Sacudí mi pobre mano, respirando aliviada cuando finalmente me soltó. Se apoderó de mi otra muñeca e hizo que siguiéramos a los tortolitos. Ellos se posicionaron en un pasillo solitario y comenzaron a abrazarse mientras reían.

—¿No deberías seguir ayudando en tu propia campaña? —preguntó el rubio.

—Pueden arreglárselas, además Coraline está con ellos —contestó Summer, despreocupada.

—Te estás aprovechando de ella —rio el chico. Ni yo ni An encontrábamos la gracia.

—Bueno, siempre se ha creído más importante que todos. ¿No crees que es hora de que abra los ojos y conozca el mundo tal cual es?

—Aun así, lo que me pediste que le hiciera fue muy cruel.

—Tampoco es para tanto, simplemente la rechazaste. Tú eres mi novio desde hace una semana y sé que le gustas, ¿acaso debía permitir que continuara rogándote? —Summer hizo un puchero. En respuesta, el chico la besó.

—Lo hice porque te quiero. pensándolo de esa forma, estuvo bien. Estaba cansado de que me mirara e intentara llamar mi atención. Esa chica es irritante.

—Lo sé, pero recuerda que debes fingir que no somos novios. No quiero que esa perra se enoje y deje de hacer el trabajo por mí, ¿entendiste, Abraham? —advirtió la castaña. Él asintió y volvió a darle un beso.

Tuvimos que contenernos muchísimo para evitar golpearlos. Nos limitamos a salir del escondite después de asegurarnos que estaban lo suficientemente lejos.

—Coraline debe enterarse de todo esto.

—No hace falta que lo digas. Ella tiene que enterarse —gruñí, sintiéndome enfadada como no lo había estado en mucho tiempo.

(...)

Al día siguiente, An citó a Coraline en la sala del club.

—¡Te lo había dicho! ¡Confiar en Summer fue un gran error! ¡Se está burlando de ti!

—An, te conozco, eres capaz de mentirle a las personas para salirte con la tuya. Quieres que abandone a Summer, ¿verdad? ¡No lo haré! Estás diciendo que ella me manipula cuando es justo lo que estás haciendo —Coraline le gritaba conforme escalaba la intensidad de su mirada—. ¡No tienes derecho a darme órdenes y mucho menos a echarme cosas en cara! ¡Cosas que ni siquiera son verdad!

—¿Desde cuándo he comenzado a mentirte? ¿Acaso Summer te dijo algo sobre mí? ¿Algo que obviamente es falso? Dios, eres lo bastante ingenua para creerle. ¡Haz lo que quieras! ¡No volveré a «darte órdenes» ni reclamarte! Vamos, corre a que Summer te manipule, es lo que te gusta —finalizó An e intentó contener las lágrimas. Coraline asintió con la cabeza y se fue.

—Me duele que no me crea, pero estoy dispuesta a ayudarla —An sonrió al mismo tiempo que sus ojos se humedecían—. Eso es lo que hacen las amigas, ¿no? A pesar de que ella no me considere una, lo haré. Le agradezco muchas cosas, no puedo dejar que la humillen. No lo permitiré, Sophie —su voz se cortó y no pudo contenerse. Recargué su cabeza en mi hombro, percibiendo su frenética respiración en mi pecho y escuchando sus sollozos cerca de mi oído.

—No lo permitiremos —corregí, abrazándola con fuerza.

Así que esto es ser amigas, ¿eh? Es sencillamente precioso.

FIN CAPÍTULO 23.


Otra comedia romántica absurda [OCRA #1]Where stories live. Discover now