28. Trabajo duro.

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Me desabroché el saco y blusa del uniforme para reemplazarles con un conjunto deportivo.

—¿Ya estás lista? —interrogué, mirando por encima de mi hombro. Coraline era tan tímida que decidió cambiarse fuera de mi vista.

—Desgraciadamente, sí —suspiró y recogió su cabellera castaña en una coleta.

—¿Por qué ella siempre nos involucra en este tipo de cosas?

—Acostúmbrate. Llevo conociéndola un poco más de tiempo que tú y probablemente sea lo más normal en lo que me ha metido —ella inhaló y exhaló en un intento por tranquilizarse. Luego caminó hacia el final del pasillo y abrió la puerta—. Vamos, acabemos con esto —dijo. Rodé los ojos y la seguí.

(...)

Las películas de adolescentes se equivocaron. Dentro de ellas, el equipo de porristas eran chicas malas que poseían un cuerpo espectacular, cabellera rubia y ojos azules. Este equipo de porristas no era de ese modo. Una mitad de las jóvenes no cumplía con las características o directamente con ninguna. No obstante, la otra parte eran básicamente muñecas vivientes.

La entrenadora y An nos observaban sin parpadear, esperando algún comentario.

—¡Dios mío, estoy de suerte, solamente la mitad parece Regina George! —exclamé mientras cubría mi boca con una mano. An me dedicó una mirada por la cual temí por mi vida. En cambio, la entrenadora rio.

—No todas somos así, cariño —sonrió y nos empujó tanto a mí como a Coraline para que el resto nos vieran.

—Ya conocen a Angelette, ¿no es así? Entonces les presentaré a sus nuevas compañeras temporales: Ella es la señorita Sophie Adams y la chica de aquí es Coraline Collins —me dio una palmadita en la espalda e hizo lo mismo con una Coraline en estado de shock—. Ambas ayudarán a An en lo que necesite, espero se comporten y no las rompan como a las anteriores.

—¿Qué? ¡No he venido a morir! ¿Qué les pasó a las anteriores? —chilló Coraline, palideciendo. Las chicas estallaron en carcajadas, incluyéndome.

—Está bromeando —expliqué a la vez que limpiaba un par de lágrimas que no contuve.

Ella gruñó y se cruzó de brazos con expresión indignada.

—Bien, cada una debe presentarse —habló la entrenadora, ignorando a mi amiga—. Cuando terminen las dejaré a cargo de An, Sophie y Coraline. Recuerden que deben elegir una canción y coreografía, sé que lo podrán hacer sin requerirme aquí, por lo que regresaré en unos minutos para juzgar su progreso —Acto seguido, se fue rápidamente y estaba segura de que me ignoraría si gritaba que era una irresponsable, así que, por primera vez en mi vida, me tragué mi comentario.

Las presentaciones duraron alrededor de dos minutos. Levantaron su mano y dijeron su nombre cuando les llegó su turno. Eran quince chicas, pero si restamos a su capitana malherida y a Alyssa, solamente se presentaron trece. En apariencia, siete eran las típicas porristas: Ashley, Tamara, Britney, Courtney, Samantha, Camille y Barbara. Por el contrario, las seis chicas restantes eran menos llamativas y actuaban con timidez: Carley, Vanessa, Hana, Layla, Lauren y Marie.

—¿Qué canción les gustaría usar? —intervino An, captando la atención de las porristas. No cabía duda de que la respetaban y consideraban digna de liderarlas.

—¿Por qué no usamos la nueva canción de moda? Esa que reproducen en la radio a cada rato —propuso Ashley mientras apartaba un par de mechones rubios de su rostro. Algunas chicas aplaudieron y le dieron la razón. Me volví hacia Alyssa, ella se había mantenido callada hasta el momento y se limitaba a sonreír.

—¿Ustedes están de acuerdo? —inquirió Coraline, se había percatado del desacuerdo que existía respecto al resto del equipo.

—No, nos parece bien la canción —habló Layla con la cabeza gacha.

Fruncí el ceño. Ellas no tenían ni voz ni voto y preferían obedecer al grupo de Ashley. Tendría que pensar en algo para que cambiara pronto.

An se percató de la situación, pero no discutió. Tal vez cuando ella era subcapitana ocurría con frecuencia.

—¿Qué les parece si proponemos pasos hasta que armemos la coreografía completa? —sugirió ella. Las demás estuvieron de acuerdo y partimos de esa idea. Propusimos un par de pasos sencillos, nos enseñaron el procedimiento para las piruetas y gradualmente los pasos comenzaron a grabarse en mi memoria. Mi cuerpo no resistió después de una media hora, no me sentía mal por ello, dado que Coraline estaba transpirando en el piso.

—¡No! ¡Ya no quiero, An! —rogaba, aun así, la pelirroja la obligó a levantarse.

Cuando la entrenadora regresó, nos entregó tres uniformes. Tragué saliva, las faldas no eran lo mío.

—Esto es lo que usarán en el partido dentro de dos semanas, recuerden, su calificación en educación física depende de esto —advirtió con una sonrisa que percibí como maquiavélica.

¿Pasaría dos semanas de mi vida haciendo esto? Maldita sea, si esto no era trabajo duro, entonces no sé lo que es.

FIN CAPÍTULO 28.















Otra comedia romántica absurda [OCRA #1]Where stories live. Discover now