38. Deseo.

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Con el pasar de los días, las cosas fueron calmándose al grado que Alexis y Coraline se hablaban. No con la misma naturalidad de antes, pero lo hacían. Alexis había seguido mi consejo y decidió ir con calma, no tenía idea si se rindió respecto a Coraline, probablemente sí. El chico esperaría a enamorarse nuevamente con la seguridad de que lograría ser correspondido, por lo tanto, le deseaba la mejor de las suertes.

—¡Feliz cumpleaños! —le gritamos a un Dante profundamente dormido, tan pronto se despertó por el ruido, cayó aparatosamente de la litera. Afortunadamente dormía en la cama de abajo. Las niñas contuvieron un grito y lo ayudaron a levantarse, con rubor en sus mejillas, cada una le dio un abrazo que él correspondió con una sonrisa.

—Felicidades, estúpido italiano —dijo An mientras lo abrazaba.

—Gracias, francesa tonta —respondió entre risas.

Observé como Coraline, Alexis, Nick y Maggie lo felicitaron y posteriormente lo abrazaron.

—¿Cumples diecisiete? ¡Espero te diviertas mucho hoy! —le deseó Jared, dándole un abrazo. Antes de que se separaran, vi claramente que le susurró algo al oído que lo hizo fruncir el ceño. Esperé a que los demás se retiraran de la habitación, y una vez a solas, me acerqué a Dante.

—Linda pijama —comenté en son de broma. El chico tenía unas pantuflas de dinosaurio y su varonil conjunto de «Star Wars» me hizo reír. Él resopló y extendió sus brazos. En respuesta, alcé una ceja.

—Vamos, es mi cumpleaños. ¿No crees que merezco un poco de amor, chica limón? —suplicó Dante, haciendo uso de su manipuladora mirada de cachorrito desamparado. Me encogí de hombros y cedí ante su petición.

—¿Tienes un regalo para mí? Recuerda que aprobé con la mayor calificación —murmuró sin apartarse de mí, al contrario, me apretaba contra su pecho con más fuerza.

—Sí, tengo algo para ti, ¿quieres que te lo dé ahora?

—Mejor dámelo más tarde, ahora me conformo con el abrazo. O, bueno, ¿algo más que quieras darme por lo pronto? —se alejó lo suficiente para que lo contemplara levantar ambas cejas de manera sugestiva.

—Claro —Acto seguido, le dediqué un leve zape, el cual causó que me mirara con indignación, le guiñé el ojo y lo dejé tranquilo para que se cambiara.

En el desayuno y el almuerzo no encontré la oportunidad para darle su regalo ya que era inevitable verlo rodeado de niñas que le entregaban los propios y pensé que sería mejor enterarme de su reacción sin ninguna interrupción. Dante recibió incontables felicitaciones, abrazos, besos en la mejilla, obsequios y hasta un pastel que el profesor August le compró especialmente. Le cantamos mientras soplaba las velas y pedía el tradicional deseo. Me preguntaba qué pediría alguien como él.

En la fogata contamos anécdotas divertidas que hicieron que riéramos a carcajadas, An no perdió la oportunidad de relatar las vergüenzas de Dante en su infancia.

—¿En serio se disfrazó de Pikachu a los tres años? —interrogaba escéptica una de las mayores admiradoras de Dante, sino recordaba mal, Elizabeth.

—Fue casi tan divertido como cuando se cayó en el excremento de los elefantes —An reía y nadie evitó hacerlo también. Volteé hacia el chico, quien estaba rojo hasta las orejas y miraba a su hermanastra como si quisiera asesinarla cuando se fuera a dormir, si yo fuera ella, bloquearía la puerta de la cabaña.

—¡No puede ser! —exclamaba entre carcajadas Elizabeth y su séquito de admiradoras.

—Angelette —gruñó Dante—. Estoy considerando no hablarte hasta que me case.

Otra comedia romántica absurda [OCRA #1]Where stories live. Discover now