25. No son simples personas.

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—¡Coraline, espéranos! —gritó An, acelerando la velocidad de la persecución. Mi cuerpo no podía más, ¿acaso querían que una lectora perezosa hiciera un maratón? Sin ridiculeces, por favor.

No obstante, corrí con todas mis fuerzas e ignoré el cansancio de mis piernas. Alcancé a vislumbrar el cabello pelirrojo de An detenerse delante de una puerta que anteriormente Coraline había cerrado.

—Coraline, abre, por favor —suplicó Alexis y golpeó la puerta con desesperación.

—An quiere hablar contigo. Todos queremos disculparnos —Dante dijo esto para luego unirse a Nick y Alexis en su labor de aporrear la puerta. No hubo respuesta.

—Coraline —me acerqué a la entrada—. ¡Eres una tonta! ¿Por qué demonios reaccionas así? ¿Hubieras preferido que nos quedáramos callados y continuáramos viendo lo hipócrita que eran contigo? Dime, ¿nos equivocamos? —me detuve para respirar y ordenar mis pensamientos. Tal vez me excedí.

—Sophie, quiero hablar contigo. También con An —dijo a través de la puerta—. No quiero que los chicos me miren en este estado.

Tomé el pomo y me percaté que ella le había quitado el seguro. An y yo nos adentramos a la oscura habitación para encontrarnos a Coraline sentada, recargando su cabeza en ambas piernas. Sus ojos estaban rojos y su nariz parecía estar congestionada. Nos dedicó una sonrisa forzada mientras las lágrimas seguían fluyendo. An cerró la puerta pese a las protestas de Alexis.

—Coraline —suspiró la pelirroja y se aproximó a ella—. Lo siento, en serio, lo siento. No creí que te lastimaríamos tanto. Discúlpame —An agachó la cabeza, las lágrimas estaban a punto de salir.

—No —ella negó con la cabeza—. No quiero que te disculpes, creo que es mi turno de hacerlo —Coraline se acercó y envolvió entre sus brazos a la melancólica An. El llanto de la francesa se incrementaba conforme abrazaba a su amiga con más fuerza, revelando que tenía miedo de perderla.

—Me equivoqué. Ahora me siento usada. Usada y desechada. No es culpa de ustedes, es suya. Sophie tiene razón, ustedes no se equivocaron, fui yo —Coraline tenía la voz entrecortada, por lo tanto, le costaba hablar sin detenerse a recuperar el aliento.

—No merecen que sientas todo eso por su culpa. Tú eres importante, nadie puede reemplazarte o usarte como un juguete. Eres valiosa, el hecho que no lo supieran apreciar como nosotros fue su jodida equivocación —An había dejado de llorar, ahora su voz era firme y confiada porque creía con firmeza en lo que decía.

—Gracias —Coraline se apartó de An para abrazarme, yo me quedé petrificada—. Gracias a ambas.

—Yo pienso que no te equivocaste —declaré. Ella me miró con extrañeza, estaba a punto de rebatirme, pero la interrumpí—. No es bueno confiar en las personas, puede parecer una idea radical, pero es cierto. Es inútil poner expectativas en gente que probablemente no las cumplirá —le acaricié el cabello y continué—. Existen personas que conoces perfectamente, tanto, que sabes que tarde o temprano te traicionarán. Sin embargo, sigues a su lado y en el momento en que te lastiman, te preguntas: «¿Por qué confíe a pesar de todo?». No, confiaste en una ilusión que tú misma creaste. Ese fue tu único error, Coraline.

—Ya veo —asintió mientras reflexionaba—. Me dijiste que no es bueno confiar en las personas, ¿eso quiere decir que no confías en nosotros? —ella se alejó de mí y arqueó una ceja.

—Ustedes no son simples personas. No, ustedes son mis amigos.

Coraline y An se conmovieron con mis palabras. El llanto se hizo presente, pero ahora lloraban de alegría. Ellas me abrazaron hasta que me robaron el aire. 

Odio las mentiras, por lo tanto, trato de no decirlas. Afirmar que los consideraba mis amigos era la verdad. Una verdad que actualmente ni siquiera me sorprendía. Era un hecho, uno que jamás cambiaría.

—¡Coraline! —exclamaron los chicos al unísono cuando salió acompañada por nosotras. Coraline ya no lloraba, estaba riendo. Hace un segundo, An había hecho una broma.

—Quiero pedirles disculpas a ustedes también. Ustedes nunca se equivocaron. Les agradezco mucho lo que hicieron, me hicieron darme cuenta de las cosas y evitaron que siguieran utilizándome. No puedo sentirme más feliz que hayan planeado todo esto para demostrarme lo mucho que les importo —Coraline extendió una enorme sonrisa que transmitía calidez y dulzura. Volteé hacia Alexis, quien no pudo evitar ruborizarse. Coraline lo miró y lo abrazó por un buen rato.

—Los quiero mucho. No sé cómo recompensarles esto —dijo ella, soltando a Alexis y observando a los otros chicos. Ellos se habían mantenido en silencio.

—No es necesario, has hecho muchísimas cosas por cada uno de nosotros. ¿No crees que era hora que te salváramos por lo menos una vez? —expresó Dante a la par que esbozaba una amplia sonrisa.

—Exacto, Didi tiene razón. Tú fundaste el club e hiciste que nos conociéramos y divirtiéramos tanto en poco tiempo. ¿Existe algo más importante que eso? —preguntó Nick y negaba con la cabeza al mismo tiempo. Sonreímos. Todos llenamos nuestros rostros con sonrisas deslumbrantes. Luego nos reímos, subiendo el volumen gradualmente.

—¡Esperen! ¿Qué pasó con Abraham? ¿Sigue encerrado? ¿Summer nos delató? —intervino Alexis, echándonos un vistazo tanto a Dante como a mí. Ambos nos encogimos de hombros.

(...)

Por la tarde, el conserje desató a Abraham y él procedió a acompañar a Summer a la oficina del director. Como nos aseguramos de deshacernos de las pruebas y la multitud del gimnasio no quiso confirmar su versión, el director simplemente nos dio una advertencia. Ya no eran ninguna amenaza. Colorín colorado, esta nueva travesura se ha terminado.

FIN CAPÍTULO 25.










Otra comedia romántica absurda [OCRA #1]Where stories live. Discover now