41. Saludar al pasado.

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Aun restaban unas pocas semanas antes de que regresáramos a la escuela de nuestras vacaciones de verano, así que Dante y yo pasábamos la mayoría del tiempo tanto en su casa como en la mía. Hasta que Dante me pidió una cita y no hace falta decir que no me negué a esos manipuladores ojos de cachorrito.

—¿Has esperado mucho, Dante? —dije jadeando. Respiré profundamente para recuperar el aliento, se me hizo tarde por lo que tuve que correr hacia «Magic Coffe» con todas mis fuerzas. Todo era culpa de mi hermana, la cual me había obligado a enfundarme en un vestido y maquillarme de forma discreta, sin que ella se diera cuenta, la desobedecí cuando me puse unos tenis.

—No mucho, te ves muy linda —él sonrió y me tomó de la mano mientras abría la puerta y nos introducía a ambos en la cafetería. Dante quería saludar a mi tía Christy y contarle sobre lo nuestro, estaba empeñado en que todo el mundo se enterara. Si yo tuviera una mascota, definitivamente iría a decirle también.

Observé el panorama y me encontré con los ojos azules grisáceos de mi tía, heredados por los miembros de la familia de mi madre. Ella reparó en la unión de nuestras manos y soltó una exclamación.

—¿Por qué no me habías dicho nada, Sophie? ¡Este tipo de noticias me interesan! Ahora, acompáñenme, los atenderé, tanto a mi bella sobrina como a su novio —nos guio a una mesa cercana a un escenario que no recordaba haber visto la última vez que visité el lugar. Supuse que habría música en vivo, en este caso la de un pianista porque el piano de cola destacaba enormemente.

—Pidan lo que quieran, esta vez invitaré yo —Christy sonrió. Dante intentó rechazar la oferta, pero mi tía insistió. Después de ordenar, ella se dispuso a irse—. ¡Bienvenido a la familia, Dante! —articuló segundos antes de retirarse, provocando que me ruborizara. Encontré el parecido entre mi madre y mi tía porque las dos compartían el mismo instinto de cupido.

—Nunca te lo había preguntado, pero Christy y tu mamá son muy parecidas. Son hermanas, ¿verdad? —El italiano decidió deshacerse del silencio.

—Sí, mi mamá es su hermana mayor. Ambas podrían pasar por gemelas, sus rasgos son demasiado similares así como sus ojos y cabello, aunque se diferencian por cuatro años —le conté.

—Suri es idéntica a tu madre, y por ende, a Christy. Me resulta curioso.

—Ellas tres se parecen mucho. Soy la única que se diferencia, mis ojos son azules, sí, salvo que no son grisáceos. Mi cabello es de un tono más oscuro y mi cara se asemeja a la de mi padre —No me había percatado de que jamás había hablado de mi papá con él. Era un tema que no me gustaba abordar a la ligera.

—No sé mucho de tu padre, seguro no te gusta hablar de ello. No importa, tampoco es que me agrade hablarte del mío —apartó la mirada, hallé un poco de resentimiento en sus ojos. Era cierto, su padre los abandonó cuando era prácticamente un bebé.

—No me desagrada hablar de mi padre, honestamente me afecta un poco —Mi voz se entrecortó sin que fuera capaz de controlarlo. Dante acarició la palma de mi mano con el pulgar y ese acto me impulsó a seguir—. Lo quería muchísimo, lo quiero muchísimo. Murió en un accidente automovilístico cuando tenía doce años y en su momento me dejó desconsolada. Conservo buenos recuerdos con él, lo cual agradezco todo el tiempo —Las ganas de llorar me invadieron. Esa sensación me había sido indiferente todos estos años ya que la última vez que había llorado fue precisamente por la muerte de mi padre.

—Seguro era como tú. Una increíble persona, entonces.

Lo miré. Siempre tenía las palabras adecuadas y eso se añadía a la larga lista de motivos por los que adoro estar a su lado.

Otra comedia romántica absurda [OCRA #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora