37. Jamás estaré contigo.

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Estábamos intentando encontrar a Alexis. Durante la noche del día anterior, Dante me contó que entró a la cabaña, se cubrió con las sábanas e ignoró a los demás. Temprano por la mañana, él ya se había levantado. Si estuviera en su situación, me adentraría en las profundidades del bosque porque así podría estar sola por un rato. Lamentaba, en serio, interrumpirlo en un momento como este.

Crucé los bosques con desesperación. Nick, Jared y Dante buscaban en los límites del campamento. Por otro lado, An y Maggie hacían lo mismo con Coraline, quien estaba desaparecida también.

—Por fin te encontré —suspiré aliviada. Él estaba debajo de un árbol, tenía las gafas en su regazo y sus brazos ocultaban su rostro. Me acerqué con lentitud como si fuera un animal herido y no quisiera alterarlo, en cierto sentido, lo era.

—Pensé que nadie lo haría —dijo. Su voz sonaba entrecortada, probablemente lastimada por llorar en exceso.

—Antes de que lo preguntes, sí, lo sé. No fue mi intención enterarme, pero lo hice, y te pido perdón por ello —tomé su brazo y lo aparté, me pareció extraño que no intentara impedírmelo, tal vez era lo que menos le importaba.

No me sorprendía su aspecto. Su nariz estaba roja y sus ojos cafés, comúnmente inexpresivos, eran incapaces de expresar más emotividad. Estaba hecho un desastre.

—Estoy harto —declaró, provocando que lo mirara. Él me devolvió el gesto—. ¿Acaso no soy lo suficiente para nadie? ¿Por qué cuando me enamoro profundamente no soy correspondido? ¿Por qué cuando lo doy todo, no recibo nada a cambio? ¿Por qué cuando consigo enamorarme nuevamente termina igual? —Sabía que no me reclamaba, sino que trataba de desahogarse y yo no pensaba impedírselo—. Estoy harto —repitió.

—No diré que te entiendo. Francamente nunca he sentido algo parecido, pero me tienes aquí y te escucharé. Siento no poder hacer nada más —Alexis intentó sonreírme, lográndolo apenas.

Le sonreí lo más que pude y lo estreché entre mis brazos, los abrazos no eran mi fuerte y seguramente tampoco el suyo. No obstante, ambos sabíamos que era un abrazo sincero de los que podrían calmarte por un largo tiempo.

—Eres suficiente para el resto y lo sabes. Creo que ninguna de las dos ha sido apta para amarte de igual manera, y tú no eres quien está equivocado, déjame decirte. Enamórate las veces que sea necesario, créeme que alguna vez saldrá bien. Pronto te convertirás en una persona especial para alguien que te proporcionará el cariño que tanto mereces —susurré en su oído, él me apretó contra sí mismo. No fue necesario que me dijera que seguiría mi consejo, sabía que lo haría. Me preguntaba de dónde rayos se me había ocurrido, supongo que eso pasa cuando las palabras correctas surgen desde lo más recóndito de tu interior.

(...)

No mentiré. En el desayuno, el almuerzo y los juegos de la tarde, reinaba un ambiente sumamente incómodo. Coraline y Alexis apartaban la mirada el uno del otro y solamente hablaban cuando era estrictamente necesario.

Los niños se habían percatado e intentaban con todas sus fuerzas arreglarlo, pero no tuvieron mucho éxito. Ellos estaban decididos a mantener las distancias por un tiempo, sin embargo, había una pequeña esperanza en que sería temporal. A fin de cuentas, si en verdad eran mejores amigos, dejarían el asunto de lado y en un futuro podrían retomarlo con la cabeza fría.

—¿Qué tal si hacemos un reto de canciones? —propuso el profesor August al percibir el ánimo de todos. Lo había dicho con una sonrisa, la cual pude darme cuenta que dejó desconcertados a sus alumnos.

—Me parece una gran idea —asintió Maggie, correspondiendo la sonrisa.

—¿Qué tal si compiten los consejeros y nosotros somos el jurado? Ellos han demostrado ser mejores cantantes, no quisiera romper los tímpanos de nadie —Ginny rio levemente y tomó la mano de su hermano mayor, acción que el chico apreció bastante.

Otra comedia romántica absurda [OCRA #1]Where stories live. Discover now