Capítulo 1

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LAUREN

Algunas personas necesitan estar rodeadas de un gran grupo de gente para no sentirse solas, otras prefieren la soledad, mientras que yo me situaba en medio. No necesitaba un gran grupo de amigos y tampoco me gustaba estar sola.

Pero mirando a mi lado, con Camila apreciando las estrellas que adornaban el cielo y algunos mechones de cabello cayendo por su rostro, me daba cuenta de que no necesitaba a nadie más. Quería congelar ese momento y que todo se quedara así para siempre porque era perfecto. Ahí no importaban las apariencias, los vestidos caros, las joyas o el qué dirán.

Solo importábamos Camila y yo.

— Si me sigues mirando así voy a creer que estás pensando en cómo matarme— siseó Camila con una sonrisa de lado.

— Lo que haga con mis ojos es mi problema— respondí de manera burlona.

— ¿Ah, entonces si hago esto— Subió su mano hasta que tocó uno de mis pechos—, es mi problema?

— Son tus manos, no puedo decirte que hacer con ellas.

Me encogí de hombros, mientras ella continuaba masajeando mis pechos, ahora con ambas manos y en su rostro tenía una sonrisa de felicidad, que se asemejaba a la que tenía un niño en la mañana de navidad.

— Puedo parar cuando quieras.

Un gemido involuntario se escapó de mis labios y ella me miró con satisfacción.

— No...No pares— balbuceé. No era mi culpa que mi cuerpo reaccionara de esa manera cuando Camila me tocaba. Era algo natural.

— ¿Camila, Lauren, están aquí?

Y es que, así como empezaba, todo lo bueno también terminaba. Camila gritó un 'ya vamos' a la insistente voz de su padre, y volvimos al jardín, donde nos esperaban para dar inicio al brindis. Nuestras familias se colocaron arriba de un pequeño escenario, con Camila y yo en medio de todos.

A mí no me podía importar menos todo lo que tuviese que ver con los estereotipos de las clases sociales y las apariencias; para mí todos eran unos estirados y creídos que pensaban que por tener cantidades de más de seis cifras en el banco ya no eran simples mortales.

La verdad, es que, al final del día ellos eran más ordinarios de lo que les gustaban creer. Como dicen, eran tan pobres que todo lo que tenían era dinero. Y así como tener dinero era algo satisfactorio, simplemente no lo era todo— aun si lo usabas en las cosas correctas y que te hicieran feliz.

Después del brindis, la fiesta por el cumpleaños de la mamá de Camila siguió sin muchos acontecimientos importantes. Todos querían saludar a mi novia y conocer a su prometida, algunos hacían preguntas fuera de lugar como '¿estás segura que no te gustan los chicos? Puedo presentarte a algunos' mientras que yo estaba parada a su lado escuchando todo. Pero era graciosa ver las expresiones que Camila hacía, que eran una mezcla de disgusto y su mejor fachada de chica educada de la alta sociedad.

— ¡Que grande estas, sobrina! — La mujer más excéntrica que había visto en mi vida, saludó a Camila con dos besos húmedos en las mejillas, dejándole el labial marcado en estas, y después se giró a verme con una sonrisa—. Tú debes ser Lauren, ¿cierto? En la familia no hacen más que hablar maravillas de ti.

La extraña mujer apretó mis mejillas como si fuese una niña y me tomó una gran fuerza de voluntad no quitarlas al momento en que las vi acercarse a mi rostro.

— Ya, ya, déjala. — Camila retiró las manos de la mujer de mi rostro, y me dio una mirada de disculpa.

— Déjame ver tu mano. — La mujer tomó la mano izquierda de Camila de manera brusca y la acerco a sus ojos para ver mejor la joya que adornaba el dedo de Camila. Me era difícil no sonreír con orgullo cuando las personas le hacían algún cumplido a mi prometida al ver el producto de mi buen gusto—. Pero que precioso anillo, tesoro. Debió costarle una fortuna a Lauren.

gone; camrenWhere stories live. Discover now