Capítulo 18

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CAMILA

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— ¿Recuerdas lo que te dije sobre lo que tenías que hacer? — Asentí, saliendo del auto para cambiar de lugar con Lauren.

— Encender el auto, apretar el freno, acomodar los espejos y el asiento, colocar la palanca en D y soltar el freno despacio. — Ella sonrió complacida y me dio un beso rápido en la mejilla—. Ah, y que R era para retroceder y P para cuando me detenga.

— Así me gusta.

Encendí el auto y apreté el freno primero que nada, luego comencé a hacer paso a paso lo que Lauren me había enseñado y unos minutos después ya estaba avanzando en la carretera. En una que otras ocasiones me ganaba algún regaño por no poner una luz de cruce o pasarme una señal de alto, pero a diferencia de la primera vez, ahora lo estaba haciendo mucho mejor. Tal vez se debía a que mi instructora estaba siendo mucho más amable y paciente conmigo, me explicaba de buena manera y ninguna gritaba ni se alteraba.

— Detente— me pidió, luego de un rato.

— ¿Pasó algo? ¿Hice algo mal? — Lauren negó y se bajó del auto una vez lo detuve, para cambiar de lugar conmigo.

— No te vayas. — Me tomó de la muñeca y me hizo sentarme en su regazo, luego de que ella se acomodara—. Así es más fácil. — Guiñó su ojo, y luego sonrió de lado. El resultado: Camila en coma.

— ¿Qué tengo que hacer? — Pregunté.

— Vas a mover el volante y yo voy a acelerar y a frenar.

— ¿No es eso peligroso?

— Estamos en medio de la nada, no hay nadie cerca y tampoco hay ninguna casa que podamos derribar, así que no hay ningún problema. — Se encogió de hombros, y movió la palanca de P a D.

— ¿Y para que nos va a servir esto?

— La instructora aquí soy yo, tu solo sigue mis órdenes.

Lauren pasó sus brazos alrededor de mi cintura, y de algún modo se las arregló para ver la carretera.

— Está bien, Miss Jauregui.

Soltó el freno y comenzó a avanzar lentamente hasta que alcanzamos una velocidad promedio, se detenía en las señales de pare y al principio me recordaba cuando colocar la señal de cruce; pero luego de casi una hora casi lo hacía por inercia y las dos parecíamos trabajar en perfecta sincronía, como un equipo.

Ya pasadas las seis de la tarde, cuando el sol estaba por empezar a ocultarse, decidimos volver a casa. Lauren me dejó conducir casi todo el camino, pero luego de un rato se desesperó porque "manejaba más lento que su abuela".

— ¿En serio eso que hicimos me va a ayudar a conducir mejor? — Le pregunté, mientras entrábamos a mi casa.

— En realidad, solo quería una excusa para tenerte en mi regazo.

*

— Tenerte como novia es como tener a mi esclava personal— comentó Lauren, al azar mientras terminaba de pintarle las uñas. Le pegué en el hombro, haciéndola reír.

— Es una de las ventajas de salir con una chica. — Cerré el esmalte color rojo, y abrí el de secado rápido para que no perdiese tanto tiempo esperando a que sus uñas se secaran.

— Eso y que podemos compartir ropa sin que se den cuenta.

— ¿Tú crees que las chicas no se dan cuenta de que compartimos ropa? — Ella frunció el ceño.

— ¿Lo hacen?

— Somos más obvias de lo que crees, mi amor. — Toqué su nariz con la punta de mi dedo índice y ella rió, arrugando la nariz.

gone; camrenWhere stories live. Discover now