Capítulo 2

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LAUREN

— ¡Aleja tus manos de mi cara!— Le advertí a Camila, quien siguió tratando de tocarme el rostro con las manos llenas de clara de huevo. Decidí que la mejor idea sería ponerme detrás del mesón de isla que había en la cocina para defenderme.

— ¿Ese es tu mejor escudo? — Me preguntó con burla.

— Juro que si me llegas a tocar con eso te quedas sin sexo por un mes. — La señalé con el dedo de manera amenazante y ella fingió que temblaba.

— Quisiera verte aguantando las ganas.

— No me retes, Cabello.

Sin ella darse cuenta, tomé un sartén que estaba secándose junto al lavaplatos y lo alcé como si fuese un bate.

— Ven acá, mi amor. — Camila intentó acercarse de nuevo a mí, pero yo moví el sartén para 'golpearla', haciendo que ambas riéramos.

— ¿Cuándo será el día en que despierte y ustedes dos no estén a punto de matarse, quemarse o ahorcarse? — Preguntó Dinah a la vez que rodaba los ojos. Junto a ella venía Sophie y Ally. Normani siempre era la última en despertar y era todo un reto revivirla.

Las chicas se sentaron, mientras Camila y yo terminábamos de cocinar los pancakes después de llegar a una tregua. Un rato después, todas comenzamos a comer. Camila y yo estábamos siendo bastante cariñosas la una con la otra, dándonos el desayuno en la boca y besándonos cada vez que alguna de las dos hacía algo adorable como respirar, por ejemplo.

— ¿Son así siempre? — Le preguntó Sophie a Dinah.

— Nunca se sabe con estas dos. — Se encogió de hombros, y siguió comiendo—. A veces piensas que van a matarse, pero terminan besándose y viceversa. Tienen una manera rara de expresarlo, pero se quieren.

— Se miran como si cada una fuese el mundo de la otra— añadió Ally risueña, como lo hacía cada vez que hablaba de nosotras porque éramos «excesivamente adorables».

— Es que Camz es mi mundo. — Me acerqué a darle un beso a Camila, pero todo lo que hice fue morder su labio inferior.

*

— Si alguna de las dos falta a la fiesta voy a venir a buscarlas y a arrastrarlas por las orejas si es necesario. Y ya saben que no me importa si están en medio de sus actividades de compenetración —nos advirtió Dinah antes de despedirse. Con la casa sola y muy pocas ganas de hacer algo más que quedarnos acostadas viendo películas, Camila y yo nos miramos sin saber qué hacer.

— ¿Quieres hacer las compras de navidad? — Propuso Camila.

— Mejor vamos mañana. Podemos ir a desayunar a la cafetería que te gusta y después dedicarnos a comprar. Escuché que ya llegaron las nuevas colecciones.

Camila dudó por un momento antes de asentir. Pero después otra idea apareció en su mente.

— ¿Salimos a correr?

— ¿Y si mejor compramos un helado? — Traté de convencerla, pero ella negó de manera rotunda.

— Nunca cambias, Jauregui. — Se acercó a mi boca y juntó sus labios con los míos, pero no los movió sino hasta después de unos segundos, dándome un beso lento y húmedo que me dejó desorientada—. Voy a vestirme.

Dos horas después, estábamos sentadas en unas bancas que había en el parque mientras descansábamos luego de haber corrido por más de una hora y media sin parar. Aunque lo que nos había agotado realmente era el inestable clima, con las bajas temperaturas y la sofocante humedad.

gone; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora