Capítulo 3

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LAUREN

En medio de mi estadio medio ebria-medio dormida, pude escuchar como algo vibraba en mi mesa de noche, pero no le presté atención y volví a dormir. Hasta que la vibración continuó de manera incesante por varios minutos más, haciendo imposible que pudiese volver a conciliar el sueño.

Tomé mi teléfono, cuya pantalla estaba iluminada con una llamada entrante del papá de Camila.

—Hola, Alejandro— contesté, aclarándome la garganta por lo ronca que tenía la voz.

— ¿Camila está contigo? —Preguntó preocupado.

— Pensé que estaba en casa.

— No, ayer me dijo que iba a quedarse contigo.

Con cada minuto que pasaba, mi ebriedad sumada a mi sueño había empezado a desvanecerse. Me senté de golpe en la cama, tapando mi cuerpo desnudo con el cobertor en caso de que alguien entrara a mi habitación.

— ¿Ya le preguntaste a su mamá?

— Sí. También llamé a su teléfono, pero está apagado.

Me pasé la mano por el cabello de manera desesperada. Era una manía que tenía y que se agravaba cuando estaba nerviosa.

— ¿Y si se despertó antes y salió?

— ¿Tenían planes hoy? — Preguntó él de vuelta.

— Si, íbamos de compras y a desayu... ¡Ya sé dónde está! — Colgué el teléfono sin importarme si dejaba confundido a mi suegro, y comencé a vestirme con lo primero que encontré.

Camila debía estar en la cafetería a la que siempre íbamos, donde servían wafles con bananas que, según ella, eran el paraíso. Le gustaba ir antes de las ocho porque era cuando salían los primeros del día y, por lo tanto, los mejores.

Casi me da un ataque cardíaco cuando fui al garaje y no encontré mi auto, hasta que recordé que Camila había conducido de vuelta a la fiesta ayer, y había necesitado algo para irse hasta su casa. Tomé el de mi mamá, esperando que no se diese cuenta hasta que yo llegara, y traté de llamar a Camila en el camino, pero su teléfono seguía apagado.

Al llegar al sitio, visualicé todas las mesas, y al no encontrarla entré a los baños, tanto al de hombres como al de mujeres. Nunca se era muy precavida.

Advertí de que no había hablado aun con ninguna de las chicas y tal vez alguna sabía algo de ella. Les mandé un mensaje a todas, pero ninguna respondió. Traté de llamar a Dinah, pero su teléfono estaba apagado, y cuando llamé a Luke, él me dijo que no estaba con ella. Tal vez Dinah y Camila estaban juntas.

Para asegurarme, le mostré una foto de Camila a todos los que estaban en el local, pero ninguno la reconoció. Hasta le pregunté al guardia si había visto un auto como el mío, pero su respuesta fue negativa.

Recordé que a veces luego de comer nos sentábamos en unas bancas que había en un parque frente al local. Varios minutos después de recorrer el parque, estaba más frustrada que antes y con menos respuestas.

— Mierda, mierda. — Pateé un árbol de frustración, pensando de inmediato en todas las cosas malas que pudieron haberle pasado a Camila.

Dinah había respondido mi mensaje, pero ella no estaba con Camila ni tenía noticias de ella. Normani y Ally estaban juntas, y tampoco sabían nada de mi novia.

Fui hasta el mall al que solíamos ir Camila y yo, pero tampoco estaba ahí. Revisé el estacionamiento y les pregunté a varios guardias, pero nadie sabía decirme nada. Me quedé un rato en la entrada y di un par de vueltas en caso de que hubiese llegado.

Dentro de mi desesperación, le pedí a un guardia que la llamara por los altavoces esperando que eso funcionara y que Camila apareciese unos segundos después, pero no tuve tanta suerte.

*

— ¿Estás segura de que no estaba ahí? — Sinu, la madre de Camila, se limpiaba las lágrimas con un pañuelo que le tendía su esposo. De solo verla, me daban ganas de ponerme a llorar también.

— Muy segura.

— ¿Llamaste a la policía? — Le preguntó la mujer a su esposo, quien se veía bastante cansado, a pesar de que aún no eran ni las dos de la tarde.

— Si, hace un rato. Dijeron que iban a mandar algunos detectives pronto. — Miró su reloj y suspiró fatigado—. Pero han pasado casi dos horas y siguen sin venir.

Las chicas y mis padres llegaron un rato después. Todo estábamos en la misma situación: desconcertados y asustados por la seguridad de Camila y su paradero.

Yo no había ni podido comer en todo el día, y ahora sentía un dolor de cabeza infernal por la resaca, a la que no le había prestado atención con todo el estrés que no encontrar a mi novia me había traído.

— Buenas noches. — Me limpié las lágrimas con el dorso de la mano al escuchar la voz de un hombre entrando en la habitación—. Soy el detective Smith. Necesito hacerles algunas preguntas, ¿está bien? — Todos asentimos—. Muy bien, ¿cuándo fue la última vez que vieron a Camila?

— Ayer por la noche, estábamos en una fiesta— respondió Normani.

— ¿Estaban todas con ella? — Las chicas y yo asentimos—. ¿Y quién fue la última que la vio?

—Yo... Camila me llevó a casa— dije, mientras el otro hombre que acompañaba al detective anotaba todo lo que decíamos.

— ¿A qué hora fue eso?

— Como las dos de la mañana.

— ¿En qué vehículo estaba Camila?

— Un Range Rover negro. Es mío.

— Voy a necesitar la matrícula del auto, la compañía que maneja su GPS y cualquier cosa en general con la que pueda ser identificada.

— Lo desactivé hace algunos meses— dije, refiriéndome al GPS. El detective asintió y me dio una libreta para anotar lo que me pedía.

— No han nombrado a nadie que pueda tener que ver con la desaparición de Camila, asumo que es alguien de pocos amigos— preguntó o más bien, afirmó el hombre.

— Las chicas y yo somos sus únicas amigas— confirmó Ally.

— ¿Tal vez algún novio con el que haya querido escapar... o alguna relación por internet que tenga? ¿Les ha hablado de eso?

— Yo soy su novia— espeté. Mi voz salió más recelosa de lo que esperaba y el detective me miró sorprendido por unos segundos, hasta volver a su faceta impenetrable.

—Oh, entonces, ¿algún ex novio?

— Yo soy la única persona con la que ha estado. — Normani puso su mano en mi pierna y la apretó suavemente, para después gesticular 'tranquila'. Mi mamá me dio un vaso con agua y una pastilla para el dolor de cabeza, que se había hecho más fuerte en los últimos minutos. Una cosa era no encontrar a Camila, pero otra mucho más grande era tener a detectives en su casa investigando su desaparición.

— ¿Nos permite revisar su habitación? — Preguntó el otro detective tras varios minutos.

— Lauren, ve con ellos. Seguramente sabes más de donde tiene Camila sus cosas.

Me levanté junto a los detectives y los conduje hasta el cuarto de mi novia.

— ¿Puedes dar un vistazo y decirnos si falta algo?

Miré hacia el escritorio, entré al baño, al closet y por último abrí varias gavetas.

— Su teléfono, su laptop, su cepillo de dientes y una chaqueta. Tal vez falte algo más de ropa, pero no estoy segura.

Quien recordé se llamaba Smith, asintió, a medida que el otro detective anotaba todo en la libreta.

— Voy a necesitar una fotografía reciente de Camila y que pasen por la comisaría tan pronto como puedan.

Los policías se fueron y un silencio absoluto se instaló en el salón. Nadie se atrevía a romperlo, o a moverse. Simplemente estábamos cada uno en su propio mundo...que se había derrumbado en cosa de nada. 

gone; camrenWhere stories live. Discover now