34: Un mes sin ellos.

5.8K 546 15
                                    

Peeta.

Ver mi distrito destruido duele, los cadáveres en distintas etapas de descomposición de aquellos que trataron de huir de las llamas es terrible al igual que los huesos y calaveras enterrados entre las cenizas.

-Peeta, ¿estás bien?, ¿quieres que bajemos a por ti?- me habla Delly. Mi mejor amiga, por el intercomunicador.

En éste momento, Delly está en uno de los tantos aerodeslizadores, observando cada paso que doy.

-No, Delly, estoy bien- hasta ese momento no me había dado cuenta que estaba hincado, sosteniendo mi cabeza con las manos. Me levanto y sigo andando por la calle.

Gale y Delly salvaron a una parte de la población del 12, los llevaron al bosque en donde vieron como su distrito se quemaba por las bombas que los aerodeslizadores del Capitolio lanzaban. Entre las personas que no lograron salvar estaba mi familia, y la de Lime. Ahora Lime solo me tiene a mí, y yo la tengo a ella.

Llego a lo que antes era la plaza, en donde yo vivía, me acerco a los restos de la panadería, ahora solo se ve el horno quemado. Aprieto mis manos en puños y sigo andando, ahora en dirección a las doce perfectas casas de la villa de los vencedores.

Al llegar entro en mi casa y veo todo en el orden que supongo estaba en el momento del incidente. Voy hacía mi cuarto, un repugnante olor inunda mis fosas nasales, ese olor conocido y nauseabundo que solo las rosas de Snow logran ese efecto en mí. Camino hacia la mesita de noche y ahí la veo; una rosa blanca con su tallo perfectamente cortado y sin rastros de polvo, las arcadas salen por mi garganta sin poder evitarlo, cubriendo mis ojos por una capa de lágrimas. La tomo y tiro al piso en donde la aplasto con la suela de mi bota hasta que se deshace. Tomo lo que necesito llevar al 13 y salgo rápido de ahí mientras muevo mi mano para que el aerodeslizador baje a por mí.

La escalera aparece a los segundos, me monto y me suben. Ya arriba Delly me abraza.

-Lamento tanto todo lo que paso, Peeta- Le devuelvo el abrazo y asiento.

-Yo igual.

-¿Cómo te sientes?- pregunta, sentadose a mi lado mientras el aerodeslizador emprende el rumbo hacia el 13.

-Solo quería ver lo que Snow hizo, y ya lo he visto- Delly asiente, sabiendo que no deseo seguir hablando de nada más.

Lime y nuestro bebé es lo que ocupa mis pensamientos. Se cumplirá un mes desde que el Capitolio se la llevó, mis pesadillas revelan las atrocidades que le estarán realizando, y es horrible no poder hacer nada.

Sin darme cuenta ya me estoy alterando por lo que empizo a hacer el ejercicio mental que un doctor del 13 me recomendó, empezar por lo más facil hasta lo más difícil.

"Me llamo Peeta Mellark. Tengo 18 años. Mi casa está en el Distrito 12. Estuve en los Juegos del Hambre. Escapé. El Capitolio me odia. A Lime la capturaron. La creen muerta. Seguramente lo está junto a nuestro bebé. Probablemente sea mejor que estén muertos..."

Lime.

No se cuanto tiempo ha pasado, pero me han estado alimentando bien al igual que a Finnick. No nos han hecho nada, solo nos tienen encerrados en una celda al lado de la otra.

Mi barriga crece y, gracias a la avanzada tecnología del Capitolio, se que mi bebé es un niño, un hermoso niño que sé que crecerá lejos de todo esto, no se como lo haré para salir de aquí pero mi hijo no conocerá ésta dictadura ni las crueldades que contiene.

-Hola, Finnick- saludo, mirando como se levantaba asustado de su cama.

-¿Lime?...creí que estaba en... No importa, ¿cómo estas?- suspira pasando una mano por su revuelto cabello.

-Con miedo, ya sabes, es raro que nos alimenten bien, que solo nos tengan aquí encerrados y no nos hayan preguntado nada respecto a lo de la rebelión- Finnick asiente.

-Lo mismo pienso, deben estar planeando algo...- en ese momento mi celda se abre dejando ver a tres agentes de la paz.

-No...Finnick, ¡FINNICK! ¡SUELTENME, NO ME HAGAN NADA!- grito, siendo arrastrada fuera de la celda. Finnick intenta tomar mi mano pero falla- ¡FINNICK!- la puerta se cierra y me llevan por el largo pasillo mientras lloro y grito tratando de soltarme.

-Te quedas quieta por las buenas o por las malas- gruñe un agente de la paz apuntando su arma a mi barriga, sollozo y asiento.

-Ya no me moveré- hablo con miedo, sigo llorando mientras me arrastran.

Me dejan en un cuarto blanco y me recuestan en una camilla mientras me quitan la ropa, lloro mientras mi ropa se va y protejo mi barriga ya un tanto abultada. Los agentes de la paz se fueron y me quedo sola en ésa sala hasta que un ruido metálico suena, no me giro.

-Afirmenla- ordena una voz masculina, unas personas me estiran y comienzan a hacer todo lo que Flavius, Venia y Octavia hacían.

-Dejenme, por favor, no me hagan nada- piso atemorizada, ellos no dicen nada y siguen con su trabajo.

Estoy un largo rato tendida en la camilla esperando a que terminen hasta que ellos dejan sus herramientas en una mesa y se van.

-Oh, Louise Aime, eres tan hermosa- cierro mis ojos mientras el hombre me mira de arriba a abajo- ¿Sabes?, intenté convencer al presidente Snow para que me dejara tener una noche contigo pero el se nego y dijo que ya estabas comprometida con Peeta Mellark pero se olvido de un detalle, el que estabas embarazada, una pena porque conmigo hubieras tenido de todo- un sollozo emana de mi garganta y el hombre rápidamente se acerca a mí y me acaricia el rostro.

-Déjeme- suplico, el ríe cortamente y aspira el aroma de mi cuello.

-No te quitaré más tiempo, belleza, te arreglaré- me sienta en la camilla y me coloca ropa interior, me maquilla solo con un labial rojo y me coloco un vestido blanco con unos petalos tapando mis senos, recoge mi cabello en un moño y me deja libre.

Me quedo un largo rato caminando de un lado a otro con los grandes tacos y acariciando mi barriga que el vestido hace notar hasta que unos agentes de la paz irrumpen la sala y me guían hasta la mansión del presidente Snow.

Al llegar me dejan en su oficina donde se estan instalando una serie de cámaras con luces y Caesar Flickerman está sentado en uno de los dos sillones frente  a las cámaras, al verme me mira serio pero con una pizca de pena y gusto.

-Acercate, Lime- me acerco, cautelosa- Toma asiento- me siento donde me dice y me entrega unos papeles- Aprende esto y no le pasará nada al bebé.

UNA HISTORIA DIFERENTE.➹Peeta Mellark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora