Capítulo 69: "Me quedaré."

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La luz del sol entra a través de las nuevas cortinas blancas de nuestra habitación, que hacen que el haz de luz se difumine por toda la estancia. Dedico unos segundos a estirarme antes de levantarme de la cama, y cuando me incorporo apoyándome en el cabezal veo que el lado de Pablo está vacía, no está. Alcanzo mi móvil de la mesilla que nos habían traído ayer y miro la hora, son las 10 de la mañana, de un Domingo, al menos no es tan tarde. Decido levantarme de la cama y me doy cuenta de que sigo solamente con la camisa de cuadros que cogí de la ropa de Pablo anoche, y que al parecer se me ha subido hasta los muslos, la bajo a la vez que me meto en las zapatillas de estar por casa. Ato mi pelo en una coleta alta mientras bajo las escaleras a la primera planta, un olor proveniente de la cocina me da a entender que es ahí donde se encuentra Pablo, y que no tengo que buscarle en ninguna otra habitación. La cocina está mucho más luminosa que de costumbre, ya que la luz del sol se refleja en las cuatro paredes blancas, haciéndola parecer más amplia y más limpia. Sobre la vitro cerámica está la máquina para hacer gofres, enchufada y llena de masa, ha tardado poco en utilizarla; y al lado un bol lleno de masa, pero no hay rastro de Pablo.
-Buenos días ángel.- saluda Pablo y le veo sentado en el suelo en una esquina, debajo de la ventana. Me acerco a él y a medida que me acerco sus ojos se van oscureciendo así que bajo más la camisa para tapar mis muslos. Pablo me ofrece la mano y me sienta en su regazo.
-Buenos días.- le beso la frente y veo que en el suelo hay un plato lleno de gofres recién hechos con distintos tipos de sirope y un zumo de naranja.- ¿Qué haces en el suelo?
-Recuerda que aun no tenemos mesa.- dice poniendo el plato en mi regazo mientras besa la palma de mi mano. Nuestros pisos anteriores tenían una cocina americana, por lo que la mesa estaba instalada, y no las podíamos coger.
-Cierto. Hay que preparar las maletas para mañana, no sé como lo hacemos pero casi nunca pasamos más de una semana en Madrid.- al final, ayer por la noche, habíamos decidido que el lunes íbamos a Málaga para poder pasar mas tiempo con nuestras familias hasta que Alejandra diera a luz.
-Lo sé, pero te prometo que esta es la última vez, no quiero que pierdas más clases por mi culpa, no quiero que eso afecte a tu futuro. Si quieres quedarte puedes hacerlo.
-Claro que no quiero quedarme, quiero ir contigo.- paso el dorso de mi mano por su barba, repasando su mandíbula.
-Eres un sol.- sonríe abrazándome por la cintura y niego con la cabeza.
-¿Dónde están tu perro y mi gato?
-He dejado la puerta de la terraza abierta.- asiento y dejo mi mano derecha en su nuca, acariciándola, y con la mano izquierda cojo el gofre dándole un mordisco.- ¿Quieres que te lleve a casa de...de Simon?
-¿Seguro que quieres que vaya?
-Ya lo hemos hablado, no tienes que pedirme permiso, confío en tí.
-Vale... No es necesario que me lleves, sé que ya es lo suficientemente duro que sepas que voy a estar con él como para que me lleves a su casa. Estaré bien, ¿vale?- él asiente.
-Entonces yo haré las maletas para mañana.
-No tienes por qué hacerlo solo, espera a que vuelva y lo hacemos los dos.- juego con el pelo de su nuca mientras sus ojos viajan por toda la cocina, evitando los mios.
-Prefiero estar haciendo algo, para distraerme...
-Pablo.- dejo el plato en mi regazo y pongo ambas manos en sus mejillas, haciendo que me mire.- Si quieres que me quede pídemelo, me quedaré te lo prometo, solo pídelo.
-Yo también estaré bien, tranquila.- contesta y beso su frente, ojalá me hubiera pedido que me quedara con él, es la primera vez que quedo a solas con Simon fuera de la Universidad desde que estuvimos juntos, y ya estoy viendo lo incómodo que va a ser todo.
-Te quiero.- beso su frente y me levanto de su regazo.-Voy a ducharme.- dejo el plato vacío en el fregadero.
-¿No comes aquí?
-Me ha invitado a comer...- susurro dándome la vuelta y apoyándome en la encimera, él sigue sentado en el mismo sitio, en las baldosas blancas y apoyado en la pared, recibiendo el reflejo del sol que entra por la ventana, y parece tan vulnerable que quiero llamar a Simon y cancelarlo, sería lo correcto, ¿verdad?
-Está bien, comeré aquí y me imagino que pasaré el día componiendo.
-Intenta no pensar en mi, ¿vale?-le digo en el marco de la puerta a punto de salir al pasillo.
-Lo veo díficil, eres lo único en lo que pienso.

El Buen Amor (Pablo Alborán)Where stories live. Discover now