Capítulo 71: "Adiós Salva."

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-Siento ser tan duro Valeria, y no sabes lo mucho que me odio a mi mismo por estar diciéndote lo que tienes que hacer. Pero no voy a estar tranquilo mientras tú estas con él. Créeme que confío en ti, lo hago, y mucho, pero después de lo que me has contado está claro que va a volver a intentarlo.
-Pablo yo misma te dije que si a ti no te parecía bien que yo fuera amiga de Simon dejaría de juntarme con él, solo quiero que seas feliz, y si estás mas tranquilo sin que me junte con Simon, eso haré.
-¿Estás segura?- pregunta y asiento a la vez que aprieto más fuertemente su mano.
-Claro, a demás, después de lo que pasó ayer no estoy segura de que quiera volver a verle.
-Lo siento ángel, ojalá hubiera estado ahí para haberlo impedido.
-No lo hagas, no te disculpes, no es culpa tuya, no tendría que haber ido en un principio.- Pablo no responde y estoy segura de que está pensando lo mismo que yo, que no tendría que haber ido.
No sé hacia dónde estamos andando, simplemente sigo los pasos rápidos de Pablo por la acera. Su mano aprieta fuerte la mía, con decisión, como si estuvieramos a punto de hacer algo importante para él, algo de lo que no tengo ni idea. Simplemente me dijo que necesitaba que le acompañara, me dio tiempo para cambiarme de ropa mientras él hablaba con Hugo y salimos de casa, sin saber nada más.
Por el camino pasamos por un montón de tiendas y de bares, incluido el bar en el que Pasado mañana actuará Pablo, aunque él aún no lo sabe. La verdad es que no tengo ni idea de como hacer que vaya con la guitarra al bar.
Paramos enfrente de un puesto que hay en medio de la calle, que en realidad es una floristeria. Hay un montón de distintos tipos de flores y de colores por todos lados, en jarrones, envueltas en plástico, en agua... Y huele genial, por lo que supongo que todas las flores son de verdad y no artificiales.
-Aquí es donde compraba tus flores.- me informa Pablo cuando nos acercamos al mostrador del puesto, detrás de él, hay una señora de unos 60 años con el pelo gris recogido en un bajo moño, parece que está leyendo algo ya que no se entera de nuestra presencia.-Hola.- saluda Pablo haciendo que la señora quite la mirada del periódico que estaba leyendo y nos mire por encima de sus gafas.
-¡Pablo!-exclama, o Pablo ha venido muchas veces o aquí se conocen entre todos, algo que no me extraña ya que Benalmádena no es tan grande.- Ahora salgo, espera.- se baja de la silla, deja el periódico, y sale por la puerta de detrás del mostrador, da la vuelta al puesto y abraza a Pablo.- Cuánto tiempo, ¿qué tal estás?
-Bien, gracias.- él sonríe ampliamente y después de agacharse para abrazarla me presenta.- Ella es Valeria.
-Oh, ¿eres la dueña de todas las rosas que ha comprado Pablo?- la primera opción era la correcta.
-Eso creo.- y eso espero, sonrío y me abraza a mi también. Nunca había pensado en eso, ¿a quién más le ha comprado flores Pablo? ¿Cuántas novias ha tenido antes de mi? Él sabe todo acerca de Mario, y en cambio yo no sé nada de las relaciones que ha tenido él, ¿cómo no se me ha ocurrido preguntarle eso antes?
-¿De qué color quieres la rosa?- me pregunta la amable señora pero Pablo responde antes que yo.
-Blanca.- dice, la dueña del puesto asiente, se pone unos guantes gordos de color verde, coge una rosa del rosal blanco y mientras la prepara pregunto a Pablo,
-¿Blanca?- ya me había dado una rosa blanca el primer día que empezamos como novios, cuando me vino a buscar para pedirme que durmiera en su casa, hace menos de un año.
-La mudanza era empezar de cero, y eso es lo que significa la rosa blanca.- está claro que estaba pensando lo mismo que yo, le sonrío mientras me acerco a mirar los tulipanes, no me creo que se acuerde del color de la primera rosa que me regaló.- También quiero un ramo de flores.-le pide a la señora, que está envolviendo la rosa en un bonito plástico y ata el envoltorio con un lazo rojo.- ¿Me ayudas a elegirlas?- me pregunta ahora a mi y asiento.
-¿Para quién es el ramo?
-Para Salva.
-¿Vamos a ir a verle?- le pregunto sorprendida ya que no sé si es una buena idea, él asiente sin decir nada más. Todavía no ha superado su muerte, ¿cómo va a ir al cementerio y ver su tumba? Eso le va a afectar muchísimo mas, y lo último que quiero es verle más.- Las margaritas me parecen preciosas.
-¿Me pones tres margaritas?- la dueña del puesto me ofrece la rosa blanca y hace el mismo proceso con las margaritas.
-¿Sólo tres?
-Ahora te lo explico.

El Buen Amor (Pablo Alborán)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora