Capítulo 86: "El vestido."

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Canción Video Games, Lana del Rey

*1 semana después*

La puerta de mi habitación se abre con un chirrido, dejando entrar un haz de luz que permite que vea con claridad la silueta de mi hermano en la oscuridad. Anda por la habitación y se acerca a la enorme ventana, que tiene las persianas bajadas, manteniendo todo el lugar a oscuras.
Recuerdo que cuando era pequeña me daba terror dormir con la luz apagada, siempre la dejaba encendida hasta que me quedaba dormida y venía mi madre a apagarla, sin embargo, ahora es al contrario. Veo como mi hermano lleva la mano a la correa, y antes de que pueda evitarlo, tira de ella para que la persiana suba. Los rayos de sol entran por la ventana, iluminando hasta el último rincón de la habitación, y tengo que cerrar fuertemente los ojos para que dejen de llorarme por la intensidad de la luz.

-Tienes que salir.- suplica mi hermano y yo me llevo la mano a los ojos. Tiro de la sábana y me cubro la cabeza con ella, sé que estamos en pleno Junio y hace demasiado calor como para arroparse, pero siento que bajo esta tela voy a estar segura.

-Valeria, quedan tres días para la boda. Caitlyn me ha dicho que te pregunte si quieres ir hoy a probarte el vestido.- noto como el colchón se hunde a mi lado e inmediatamente Hugo me desarropa, se tumba a mi lado y me abraza por la espalda. Estoy sudando completamente, ya que no me he molestado en encender el aire condicionado en ningún momento, hasta el punto en el que noto que mi piel pegajosa se pega a la de mi hermano.

-Dios Val, estás...- murmura con la voz rota, y sé que está sufriendo porque no puede hacer nada para ayudarme.

-Lo sé.- mi voz suena ronca cuando interrumpo a mi hermano, sé que ha querido decir "estás muy delgada" pero no quiero oírle pronunciar esas palabras. A pesar de que he evitado completamente mirarme en un espejo, sé que estoy muy delgada, noto como se me marcan huesos que antes estaban escondidos.

-Pensaba que desde que ves al psicólogo te encontrabas mejor.- murmura y me araza más fuerte aún, me gustaría decirle que me está asfixiando, pero sé que necesita abrazarme.

-Y lo estoy, ya no me culpo, ni odio a Pablo, pero es difícil de llevar. No puedo despertarme como si no hubiese pasado nada, he perdido a un bebé.

Ha pasado una semana desde que tuve el aborto, a la mañana siguiente de tenerlo me realizaron la operación; tal y como me explicó la doctora volví a casa el mismo día, pero he estado con dolores y tomando medicamentos hasta ayer.
Mi padre decidió concertarme una cita con un psicólogo privado, y ha venido tres veces esta semana, y la verdad es que me ha ayudado bastante. Al principio me costaba bastante hablar del tema, cada vez que pensaba en el bebé me ponía a llorar y salía corriendo de la habitación. Pero poco a poco me resulta más fácil hablar del tema, también hemos estado hablando sobre Pablo, y sé que no puedo vivir odiándolo, pero tampoco puedo perdonarlo. 

Sin embargo, toda la semana la he pasado sin salir de casa, me resultaba muy difícil pisar la calle y actuar como si no hubiera pasado nada. En estos días solo he salido de mi habitación para reunirme con el psicólogo en el salón y para ir a comer o a cenar, pero cada vez que intentaba comer no era capaz de ingerir la comida y acababa vomitando. Es posible que haya perdido más de cinco kilos en tan poco tiempo, y me siento asquerosa con mi cuerpo.
Pero de alguna manera, el hecho de que Hugo haya entrado en mi habitación, y me haya suplicado que salga, me ha hecho abrir los ojos. No puedo seguir así.

-¿Vas a querer ir a la boda?- cuando sufrí el aborto mi padre me preguntó si quería que cancelasen la boda, pero le dije que no, no quería arruinarles uno de los días más felices de su vida.

-No tengo muchas ganas de ir, pero no puedo no hacerlo, se lo prometí a papá y a Caitlyn.- explico y me incorporo en la cama, no sé si voy a ser capaz de levantarme después de haber estado tantos días encerrada en esta habitación.

-¿Por qué no te das una ducha y luego bajas a desayunar? Papá y Caitlyn están deseando verte.- me planteo durante unos segundos si debo bajar y volver a la vida normal o seguir encerrada en mi habitación.
Estoy segura de que si me quedo más tiempo en estas cuatro paredes voy a acabar deprimiéndome aun más, y a convertirme en parte del mobiliario.
Me giro y apoyo los pies en el suelo, rápidamente Hugo da la vuelta a la cama y me coge de la mano.

-Puedo andar, tranquilo.- insisto y consigo que me suelte de la mano, voy hacia la puerta del baño pero mi hermano entra antes que yo y escucho como abre el grifo.

-¿Estás bien? Sé que sólo ha pasado una semana, y que tienes que asimilar muchas cosas...- cuestiona sentado en el borde de la bañera mientras comprueba la temperatura del agua con la mano, como si estuviese a punto de bañar a un bebé.

Cuando ha querido decir "asimilar muchas cosas" sé que se ha referido al hecho de que Pablo haya desaparecido, porque no he vuelto a saber de él desde que se fue de la casa el día que sufrí el aborto. Después de la operación volví a casa, y tal y como me dijo mi hermano, las cosas de Pablo no estaban. Es como si nunca hubiese venido.
En parte, estoy preocupada porque no ha contactado conmigo desde entonces, pero me imagino que está bien, simplemente ha huido. Eso es lo que más me ha dolido de esta situación, además de perder a un bebé, que Pablo me haya dejado sola.
Lo único que he sacado en claro de todo esto, es que ahora sé como realmente es, y tengo claro, que esto ha sido la guinda del pastel. Supongo que nuestra relación tenía que acabar tarde o temprano, aunque nunca me imaginé que esta sería la razón.

-Estaré bien.- respondo y saco un par de toallas del armario que hay bajo el lavabo.- ¿Me esperas fuera?

-Claro.- besa mi mejilla antes de salir del baño, cierro la puerta tras él.

Mientras el agua golpea el fondo de la ducha me quito el pijama, que apenas me he quitado en toda la semana, mirando cada detalle de mi cuerpo reflejado en el espejo.
Mi cara sigue igual de pálida que la última vez que me miré en el hospital, sin embargo, mis ojos parecen mucho más grandes y mis pómulos están más marcados, al parecer he adelgazado más de lo que creía.
Bajo la mirada y veo que mis brazos están muy delgados, las clavículas resaltan sobre mi piel; los kilos que había engordado por el embarazo han desaparecido completamente, incluso he perdido más de lo que necesitaba. Finalmente, me fijo en mis muslos, donde se han creado una especie de hoyuelos en la pelvis debido a la cantidad de peso que he perdido; y las heridas que me hice en el hospital, con las uñas, se han convertido en feas y blancas cicatrices.

Aparto la mirada del espejo y me meto en la ducha, abro el grifo para que el agua salga por la alcachofa, y cuando las primeras gotas tocan mi piel giro completamente la rueda al otro lado, mi hermano ha puesto el agua bastante caliente. Consigo cambiar la temperatura del agua a la que quiero, y agradezco las gotas frías que caen por mi piel, eliminando todo el sudor. Cojo el bote de champú y me echo una buena cantidad en el pelo, cuando me he mirado en el espejo me he dado cuenta de lo sucio y estropeado que se me ha quedado en estos días, y realmente quiero volver a ser la Valeria de antes.
Siento que hoy es el día perfecto para seguir adelante con mi vida, el ir a probarme el vestido de dama de honor y ver a Caitlyn probándose su vestido de novia va a ayudarme a olvidar todo lo que me ha pasado, aunque solo sea por unas horas. Es un pequeño paso de un largo camino para volver a ser la de antes.

Alargo lo máximo posible la ducha, aprovechando lo máximo posible el frescor del agua, hasta que finalmente mis dedos empiezan a arrugarse y tengo que salir. Me pongo una toalla alrededor del pelo y otra alrededor del cuerpo mientras decido que voy a ponerme.
Me decido por un mono corto azul oscuro con flores y me dejo el pelo suelto.

Cuando abro la puerta de la habitación Hugo casi se cae dentro ya que estaba apoyado en ella.

-No sabía que ibas a estar esperando todo el rato.- digo y me fijo en el suelo. Alrededor de la puerta, junto al pasillo, hay distintos ramos de flores en jarrones de agua, son de todo tipo y de distintos colores, desde rosas rojas hasta margaritas amarillas. No sabría decir cuantos ramos hay, pero podría decir que más de cinco, y está claro que llevan varios días aquí porque todo el pasillo huele a flores frescas.

-Son de papá, Caitlyn y mías... – comenta Hugo cuando me agacho e inspiro el olor de unas rosas blancas, mis favoritas.- Harry también ha traído flores casi todos los días.- añade señalando los ramos de margaritas y orquídeas, y me parece un gran detalle que se haya preocupado por mi.

-¿Lo sabe?- le pregunto cuando andamos por el pasillo hasta las escaleras, él empieza a bajarlas delante de mi.

-Vino preguntando por ti, y bueno, le dijimos que...- deja la frase en el aire, como si tuviera miedo a que me enfadase por habérselo contado.

-No pasa nada si se lo habéis contado.- bajo el último escalón e inmediatamente el olor a comida me inunda las fosas nasales, provocando que mi estomago suene por el hambre, y por primera vez en días no tengo ganas de vomitar.

-Se lo hemos contado, y estaba muy preocupado, quería verte. Y como no querías ver a nadie, se ha pasado todos los días con flores.- explica y me hubiese gustado que fuera Pablo el que hiciera todo eso.

Entramos en la cocina y veo a mi padre sentado en un taburete y leyendo el periódico, mientras que Caitlyn está preparando el desayuno, cuando Hugo carraspea ambos se giran para mirarme y abren la boca, asombrados. No podría decir si están asombrados porque por fin me he levantado de la cama o por lo horrible que me veo, pero antes de que lo pueda descubrir Caitlyn me abraza fuertemente.

-Te hemos echado de menos.- me susurra al oído y me acaricia maternalmente el pelo, se aleja unos centímetros y me escruta con la mirada.- Te ves mucho mejor.

-Gracias.- murmuro e intento forzar una sonrisa, puedo notar la lástima en su mirada, lo último que quiero es dar pena.

-Mi niña.- Caitlyn se aleja de mi y deja paso a mi padre, que me abraza fuertemente, tanto que me eleva unos centímetros por el suelo.- Pensaba que nunca ibas a salir de la habitación.- me deja en el suelo y me besa sonoramente la mejilla.- Siéntate y come algo.

Me guía hasta una de las sillas y hace que me siente en ella, cuando lo hago me acerca un plato lleno de gofres y un vaso de zumo. Realmente lo último que quiero es comer, no tengo ganas, sin embargo, las imágenes de mi cuerpo reflejado en el espejo vienen a mi cabeza. No quiero estar así de delgada, me siento débil y frágil, y realmente quiero volver a tener el cuerpo que tenía, así que cojo el tenedor y corto un pedazo del gofre. Respiro profundamente antes de llevármelo a la boca, lo mastico lentamente y finalmente consigo tragarlo, espero unos segundos, y sorprendentemente, las arcadas no aparecen. Últimamente todo lo que he comido durante estos días no me sabía a nada, toda la comida me resultaba completamente insípida y a los segundos me entraban ganas de vomitar. Me alegro de que, por fin, mi estómago esté funcionando correctamente.

-Eso está genial.- comenta Hugo y me acaricia el hombro, al parecer ha estado observando cada uno de mis movimientos.

-¿Qué tal te encuentras?- pregunta mi padre, que se sienta en el taburete enfrente de mi y yo encojo los hombros.

-No muy bien, pero sé que quedarme en la cama no me va a ayudar.- admito y me llevo otro trozo de gofre a la boca, a medida que como voy recuperando el apetito, y no me había dado cuenta del hambre que tenía.

-¿Te están ayudando las charlas con el psicólogo?- sigue preguntando y no aparta la mirada de mi en ningún momento.

-Sí, está bien tener alguien con el que desahogarse y que sepa darte los consejos que necesitas.- murmuro, la verdad es que las citas con el psicólogo me han venido muy bien, a pesar de que he acabado llorando en todas las sesiones. Nunca está de mas poder desahogarse y sacar fuera todo lo que te duele, sin embargo, aunque sé que hace todo lo posible para ayudarme siento que no es suficiente. Al fin y al cabo él no sabe lo que se siente al perder un bebé, y por mucho que intente empatizar conmigo y ponerse en mi piel, es un dolor inimaginable.

-Toma cielo.- me giro para ver que Caitlyn me está ofreciendo mi móvil, que llevo sin utilizar desde que llegamos a Londres, no quiero ni imaginar la cantidad de mensajes que debo tener. Cojo el móvil y lo dejo en la encimera, junto al plato, boca abajo para no mirar la pantalla.

-Deberías llamar a tu madre, está muy preocupada.- sugiere mi padre y me llevo una mano a la frente, me he olvidado completamente de mi madre. Recuerdo que hablé con ella tras la operación, pero estaba tan sedada que a penas me acuerdo de lo que le dije, probablemente esté muy asustada.

-Sí, a mi me ha llamado muchísimas veces, me ha costado convencerla para que no venga, porque ha estado a punto de hacerlo.- explica Hugo, y me siento fatal por no haber contactado antes con ella, pero realmente no tenía ganas de hablar con nadie. Conozco a mi madre, y siempre se preocupa más de lo que debería, y ante esta situación no me extraña que se haya planteado el venir a Londres a verme.

-Lo sé, la llamaré...- muerdo fuertemente mi labio inferior, quiero hablar con ella para que no se preocupe, pero contarle todo lo que ha sucedido por teléfono va a ser realmente difícil.

En parte, me gustaría que hubiese venido, ahora la necesito más que nunca, necesito el apoyo de mi madre. Sé que Caitlyn está aquí, y que quiere ayudarme todo lo posible, pero al fin y al cabo no es lo mismo. Y tampoco puedo pedirle a mi madre que coja un billete y que venga a verme cuando quedan solo unos días para la boda de mi padre, no quiero ser la causante de una situación incómoda. Pero tampoco puedo coger e irme yo a España, le prometí a mi padre y a Caitlyn que sería su dama de honor, y sé que les dolería mucho que me lo perdiese.

-¿Te parece bien que vayamos hoy a probarnos los vestidos?- cuestiona Caitlyn con un tono amable y precavido, como si tuviese miedo de que se me crucen los cables y me ponga a gritar como una loca.

-Claro.- contesto, la verdad es que me hace mucha ilusión ver a Caitlyn probándose el vestido de novia, siempre he querido ir a una tienda de vestidos de novia.

-Perfecto, en la tienda nos reuniremos con la hija de mi mejor amiga, que va a ser mi otra dama de honor. También he llamado a Harry para que te haga compañía y no te sientas incómoda.- dejo el tenedor en el plato una vez que me he terminado el gofre y bebo un largo trago de zumo antes de mirar a mi hermano.

-¿Tú no vienes?

-Tengo que ir con papá a probarnos los trajes.- responde y asiento.

-Por eso he llamado a Harry.

-Vale.- murmuro y le doy la vuelta al móvil, respiro profundamente antes de desbloquear la pantalla. En el momento en el que desconecto el modo avión y consigo conectarme a la wifi, un montón de mensajes aparecen en la pantalla. Tengo alrededor de cincuenta llamadas perdidas, cien whatsapps y diez mensajes de texto, estoy segura de que la mayoría son de mi madre, y no puedo evitar volver a sentirme culpable por no haber contactado con ella.

-Nos iremos en unos veinte minutos.- dice Caitlyn mirando la hora, apenas son las diez de la mañana.

Recojo mi plato y mi vaso y dejo todo en el fregadero y me siento en el sofá del salón para mirar el móvil. Lo primero que hago es mirar las llamadas perdidas, tal y como me imaginaba, más de la mitad son de mi madre, mientras que el resto son de mi padrastro, de Elena y de Casilda. Es probable que mi madre se lo haya contado a la madre de Pablo, al fin y al cabo también era su nieto; o quizás ha sido Pablo el que se lo ha contado.
Abro la aplicación de whatsapp y echo una rápida mirada, tengo mensajes de las mismas personas que me han llamado, aunque también tengo de Alejandra y de Raúl. Tal y como creía no he recibido ni un mensaje ni una llamada de Pablo, a pesar de que he estado sin móvil toda esta semana, le pregunté a Hugo si Pablo había intentado contactar conmigo a través de él o de mi padre y me dijo que no. Alejo la idea de Pablo de mi mente y me pongo a responder a los mensajes.
Rápidamente le escribo a mi madre que estoy bien y que no tiene que preocuparse, pero que más tarde la llamaré. A Casilda le envío también que estoy bien y que estoy recuperándome, copio el mensaje y se lo reenvío a todos los contactos.
Más tarde, cuando esté de mejor humor me dedicare a devolver las llamadas.


-¿Estás lista?- alzo la cabeza y veo a Caitlyn delante de mi, de pie, sonriéndome y rápidamente me levanto.

Me despido de Hugo y de mi padre con un abrazo y salgo por la puerta, aún con el móvil en la mano. Cuando salgo al porche mi móvil vibra en mi mano y veo que mi madre me acaba de responder, juraría que ha estado cada hora comprobando si la he llamado o no. Su mensaje es bastante largo y empieza diciéndome lo mucho que me quiere y que siente todo lo que estoy pasando y no poder estar conmigo, termina preguntándome si quiero que me compre un billete para volver el día después de la boda. La verdad es que me parece una buena ida, porque al menos habré ido a la boda tal y como prometí, sin embargo, me gustaría consultárselo a mi padre antes de dar una respuesta definitiva.
Estoy a punto de responder cuando alguien me abraza fuertemente, quito la mirada del móvil y lo único que consigo ver son los rizos morenos de Harry. Intento devolverle el abrazo aunque me es un poco difícil ya que me ha pillado de sorpresa, cuando noto el cariño que emana su cuerpo las ganas de llorar vienen a mí.

-Lo siento mucho.- susurra en inglés y cierro fuertemente los ojos para evitar que las lágrimas salgan.

-Estoy bien.- intento sonar lo más convincente posible, la verdad es que me duele bastante que todos me miren con lástima, como si les diera pena, aunque está claro que eso es lo que pasa.
Cuando se aleja de mi me sonríe dulcemente y sus ojos esmeralda me miran intensamente antes de acariciarme la mejilla, me ofrece un ramo de lirios amarillos, no me había dado cuenta de que lo llevaba.

-Son preciosas Harry.- lo cojo agradecida.- todas las flores que me has traído.- la verdad es que me encanta que me haya traído tantos ramos pero no quiero que se gaste tanto dinero en mi.- Voy a entrar a ponerlas en un jarrón con agua.

-No, tranquila, ya voy yo.- la voz de Caitlyn me sobresalta, se me había olvidado que estaba aquí.- Vosotros entrad en el coche.

Caitlyn coge el ramo de flores de mis brazos y entra con él en la casa mientras que Harry y yo andamos hacia el Land Rover, que está aparcado justo en la entrada. Harry abre la puerta trasera y me ayuda a entrar a mi primero. Me arrimo hasta el asiento final y espero a que él también entre.

-¿Vas a la boda?- le pregunto cuando cierra la puerta y se acomoda en el asiento.

-Sí, tu padre y Caitlyn nos han invitado a mi madre, mi padrastro, a Gemma y a mi.- menciona a su hermana, y recuerdo lo loco que estaba mi hermano por ella, pero nunca llegaron a nada, a menos que yo sepa. Y no me extraña que estuviese tan colado por ella, los genes de la familia de Harry son increíbles, tanto su madre como su hermana son preciosas.

-Genial.- la verdad es que me alegro de que vengan a la boda, así no me sentiré tan sola sin Pablo.

-¿Estás bien?-  cuestiona dulcemente y me llevo las manos al vientre inconscientemente, es un gesto que he estado haciendo últimamente, como si creyese que el bebé sigue vivo.

-Intento no pensar en ello.- rápidamente muevo las manos y las coloco en mi regazo.

-¿Y tú novio...?- deja caer la pregunta.

-No quiero hablar de él.- intento sonar lo menos borde posible, y él asiente, comprensivo.

-Ya estoy.- anuncia Caitlyn abriendo la puerta del piloto.



Entramos en la tienda de vestidos de novia, y es igual a las que salen en la televisión. El local es enorme y todo está lleno de cristaleras, que permiten que entre toda la luz del exterior, lo que da más luminosidad. Todo el local es completamente blanco, desde el suelo hasta el techo. Por todo la tienda hay perchas llenas de vestidos de novia guardados en fundas de plástico, también hay espejos blancos con bombillas enormes, como los que hay en los camerinos de los famosos.
Una trabajadora, más o menos de mi edad, se acerca a nosotros y le pregunta el nombre a Caitlyn antes de llevarnos  a una sala aparte, llena de sofás y sillones blancos, junto a una puerta que imagino que es el vestidor. Nos indica que nos sentemos en el sofá mientras va a buscar los vestidos.

-La otra dama de honor va a retrasarse un poco, así que mejor te pruebas tu primero tu vestido. – me informa Caitlyn y yo asiento, tengo muchas ganas de ver como y de que color va a ser mi vestido, ya que aún no lo he visto.

No pasan ni cinco minutos cuando vuelve la misma chica con tres vestidos en los brazos, y justo detrás de ella viene una señora, un poco más mayor, con una bandeja. Deja la bandeja en la mesita que hay junto al sofá, y veo que hay una botella de champán y tres copas. De verdad que no entiendo como es que mi padre y Caitlyn se pueden permitir pagar todo esto, tanto la tienda, como el lugar donde se va a celebrar la boda, y el Land Rover, todo es demasiado caro y lujoso.
Veo que la señora está a punto de llenar mi copa con champán y pongo la mano en el borde para evitarlo.

-No bebo alcohol, ¿me podrías traer agua?- pregunto amablemente en inglés, y ella me responde afirmativamente antes de ir a buscarme una botella de agua.

Desde que pasó lo del aborto y creí que había sido culpa mía por haberme emborrachado tanto, me hice una promesa a mi misma, no pienso volver a beber alcohol. En parte, me alivió saber que no había sido por eso, tras hacerme las pruebas mi doctora me dijo que la causa del aborto fue que el óvulo fecundado tenía un número equivocado de cromosomas, y eso impidió que se desarrollase correctamente. Me aprendí de memoria cada una de las palabras que me dijo, simplemente para ser consciente de que no había tenido nada que ver el haber bebido alcohol. Sin embargo, no quiero volver a arriesgarme. La verdad es que me quito un gran peso de encima el saber que no había sido culpa mía, y me hubiese gustado contárselo a Pablo, para que él tampoco me culpara. Pero él ha decidido desentenderse, tendré que vivir con la idea de que Pablo me culpa por haber matado a su hijo nonato.

-Ven conmigo Valeria- la voz de la chica me devuelve a la realidad y me levanto del sofá para seguirla a la puerta, que tal y como me imaginaba es un vestidor.
Aunque no me imaginaba que iba a ser tan grande, las paredes están cubiertas por espejos que ocupan hasta el último centímetro. El suelo es blanco y las luces son muy fuertes y resplandecientes, lo que hace que cada detalle mi cara se vea reflejada con claridad, y no estoy tan mal como me imaginaba. Esa ducha me ha sentado bastante bien, como si fuera arte de magia, mi pelo ha recuperado su luminosidad y hace que la cara me resplandezca.

Me quito el mono mientras la chica saca el vestido de la funda y abro la boca cuando lo saca y veo lo precioso que es. Definitivamente tengo que preguntarle a mi padre qué tal le va en el trabajo, estos vestidos tienen que costar por lo menos mil libras.
La chica, cuyo nombre no sé, me ayuda a ponérmelo, y cuando me miro en el espejo veo que es aún más bonito de lo que pensaba, probablemente es uno de los vestidos más increíbles que he visto en mi vida. Es de color azul pastel, de palabra de honor y con un escote que llega aproximadamente hasta el ombligo, pero está lleno de flores blancas y rosas que impiden que se vea algo que no se deba ver. Las flores llegan hasta la cintura, donde hay una libélula, y finalmente el vestido cae ampliamente hasta mis pies. Si pudiera casarme con un vestido definitivamente me casaría con este.

-Te queda un poco grande.- comenta la chica y veo como tira de la parte trasera y utiliza unas pinzas para recoger lo que me sobra.

-Lo sé, he adelgazado bastante...- murmuro y me giro para mirarme de perfil en el espejo, mis brazos parecen unos palillos y mi pecho ha disminuido, pero intento pensar positivamente.

-Tranquila, lo tendrás arreglado para la boda.- me tranquiliza y me sonríe a través del espejo.- Estás guapísima, ¿quieres probártelo con los zapatos?- pregunta y asiento.
Sale del vestuario y me deja sola, aprovecho para mirarme más detenidamente en el espejo, es probable que si tuviera el peso que tenía antes este vestido me quedaría mejor. Pero la verdad es que es tan precioso que a cualquier persona le quedaría bien. Toco la tela con las manos y lo aliso, como si hubiese arrugas invisibles, me encantaría llegar a casarme con este vestido. No me importa que no sea blanco, ni con cola, me veo casándome con este vestido. Pero no consigo visualizar a la persona con la que compartiría el altar.

-Aquí tienes.- me giro y veo que me ofrece un par de zapatos de tacón marrones, son bastante altos, y estoy segura de que no duraré más de una hora con ellas, tendré que llevarme unas manoletinas en el bolso.
Termino de ponérmelos y salgo del vestuario para que Harry y Caitlyn puedan ver el vestido, cuando empiezo a andar me doy cuenta de que es increíblemente cómodo. A pesar de que es bastante largo, ni siquiera me da calor, es como si la tela estuviese hecha de aire.

-Dios mío Valeria.- exclama Caitlyn y se pone de pie.- Estás preciosa, te queda muchísimo mejor de lo que me imaginaba cuando los pedí.

Se acerca a mí y empieza a inspeccionar el vestido detalladamente, me mira con una amplia sonrisa y veo como empiezan a brillarle los ojos.

-Valeria, vas a ser la dama de honor más guapa del mundo.- halaga Harry y siento como me sonrojo, ambos están mirándome impresionados, y odio estar sintiéndome bien cuando solo ha pasado una semana desde que mi bebé murió.

-Grac...

-Siento llegar tarde, la niñera no podía venir hoy y he tenido que traerlo.- me giro para ver quien me ha interrumpido y veo a una mujer de mi altura, aproximadamente diez años mayor que yo, morena y con los ojos azules. En el momento en el que me doy cuenta de que está empujando un carrito de bebé se me olvida como respirar.
Noto las miradas de Harry y la de Caitlyn quemándome la nuca, pero no puedo quitar la mirada del enorme carrito. Soy consciente de lo que están pensando, y yo estoy pensando exactamente lo mismo, no sé si voy a ser capaz de estar delante de un bebé.

-No sabía que ibas a traer al niño.- escucho la voz de Caitlyn de fondo, no estoy prestando atención. Sigo con la mirada fija en el carrito, es exactamente igual al de mi pesadilla.

-No lo iba a traer, pero la niñera me ha dejado tirada en el último momento.- inconscientemente doy un paso hacia el carrito y noto la mano de Harry alrededor de mi muñeca.

-¿Estás bien?- la pregunta de Harry hace que vuelva a la realidad, es la tercera vez que me hacen esa pregunta en lo que llevamos de día. Veo que la otra dama de honor me está mirando con el ceño fruncido, probablemente pensará que estoy loca ya que no dejo de mirar el carrito, aún no he conseguido ver al bebé.

-¿Puedo cogerlo? – las palabras salen de mi boca sin pensarlo, ni siquiera sé si voy a soportar verlo.

-Valeria, no creo que sea una buena idea...- aconseja Caitlyn, y puedo notar en su tono de voz que tiene miedo, a que me ponga a llorar o a que me vuelva a encerrar en mi habitación.

-Lo necesito...- la madre del bebé me mira a los ojos y me sonríe, seguramente no entienda por qué estaos exagerando tanto el hecho de que solo quiero coger a su hijo en brazos.

-Eres la hija de Víctor, ¿verdad?

-Valeria.- le digo mi nombre y ella asiente.

-Yo soy Elizabeth. Claro, puedes coger al bebé y aprovecho a probarme el vestido, aunque dudo de que me quede tan bien como a ti.- me guiña un ojo y se inclina en el carrito, tal y como hizo Pablo en la pesadilla que tuve en el hospital. Mientras saca a su hijo el corazón empieza a latirme con más fuerza, no sé si ha sido una buena idea pedírselo. No sé si quiero ver algo que estuve a punto de tener pero lo perdí.

Antes de que pueda decir algo ya ha puesto al bebé entre mis brazos, lo agarro fuertemente, con miedo a que se me caiga, y fijo la mirada en su dulce carita. Sus ojos están abiertos y son azules como el cielo, no aparta la mirada de mi, y con su pequeña mano empieza a jugar con un mechón de mi pelo. Su nariz es enana, y me recuerda al mini Salva, y en el momento en el que empieza a reír se me derrite el corazón. Con el dedo índice recorro cada minúscula facción de su cara, el hecho de pensar que si hubiese tenido suerte, en ocho meses habría tenido un bebé así. Una lágrima recorre mi mejilla y no puedo limpiármela ya que el bebé me coge el dedo índice y cierra su pequeño puño alrededor de él.

Alzo la mirada y me veo reflejada en el espejo de cuerpo entero que hay en la pared, me veo a mi misma con el vestido más bonito del mundo y con un bebé entre mis brazos. De alguna manera el espejo me está mostrando algo que nunca voy a tener, al menos no con el que creía que iba a ser el hombre de mi vida, al menos no con Pablo.

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*LLORANDO*

Perdón por no haber subido capítulo la semana pasada, es que he estado bastante ocupada yendo de fiesta en fiesta jajaja y también he estado muy vaga. Pero bueno, aquí tenéis el capítulo 86.
Como veis ha pasado una semana desde que Valeria sufrió el aborto L No me odiéis, ya sabéis que todo es ficción, y necesitaba algo para darle un último giro dramático a la novela. Si esto no hubiese pasado el final que tengo pensado no tendría sentido. La verdad es que habría sido genial que Pablo y Valeria hubiesen tenido un bebé juntos L
Bueno, ¿echáis ya de menos a Pablo? Creo que es la primera vez que escribo un capítulo en el que no sale él en esta parte de la trilogía.
Después de leer este capítulo, y teniendo en cuenta que solo quedan cuatro capítulos para terminar, ¿Qué creéis que va a pasar?

¿Va a volver a aparecer Pablo? ¿Valeria le perdonara el hecho de que se haya ido? ¿Volverán a estar juntos? ¿Lo dejarán para siempre? Escribid lo que penséis en los comentarios, me encanta leer todo lo que pensáis que va a pasar!

Por cierto, todavía no sé si haré el capítulo 90 como un capítulo normal, o si pondré el epílogo en el capítulo 90 en vez de hacer otro capítulo a parte. No sé si me explico. Pero bueno, lo iré viendo sobre la marcha. Dios que ganas tengo de terminar YA.
Probablemente no termine de subir en Junio, tal y como prometí, tiene pinta de que se va a alargar hasta principios de Julio.

Si alguien vaa al concierto de Alejandro Sanz, PASADLO GENIAAAAL, y disfrutar a tope de Pablete. Yo estoy un poco depre porque no he conseguido entradas, y el 29 de Junio va a hacer un año desde la última vez que lo viL Le echo muchísimo de menos.

AYYYYYYY he conseguido entradas para el concierto de Harry Styles, ¿alguien va a irrrr?

2/6 ya solo quedan 4 más (o 5, si es que decido subir el epílogo a parte)

ABRAZO KOALA <3
Con suerte subiré la semana que viene el capítulo 87.
No os olvidéis de votar y comentar <3

El Buen Amor (Pablo Alborán)Where stories live. Discover now