Epílogo.

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Canción Desencuentro, Quien, Ecos, Tanto - Pablo Alborán.

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*5 años después*

-Iría, tenemos que volver a casa, es la hora de comer.- exclamo intentando que me preste atención, pero la pequeña vuelve a subirse al tobogán. Me acerco al final, y cuando veo que se desliza consigo cogerla en brazos antes de que salga corriendo.

-Por fi, una vez más.- me suplica, y tengo que resistir fuertemente a la carita de pena que está poniendo, sus ojos verdes y enormes me miran tristemente, como si fuera un cachorro al que acaban de pisar. 

-Lo siento cariño, tienes que volver a casa, está empezando a hacer frío y papá se va a enfadar si te pones malita.- le abrocho el abrigo de plumas hasta el cuello, y le pongo el gorro, tapándole las orejas, y escondiendo su rubia melena. Sus mejillas y su nariz están rojas a causa del frío, y realmente espero que no se ponga mala. Le cojo de la mano y  finalmente consigo que salga del parque conmigo.

-¿Te lo has pasado bien en la guardería?- pregunto y asiente con fuerza, haciendo que el pompón de su gorro se mueva de un lado a otro, sonrío ante lo mona que es.

-Estamos haciendo dibujos de Navidad, le he hecho uno a papá- tartamudea y se aprieta más a mi pierna, es tan pequeña que a penas me llega a la cintura.- A ti también te he hecho uno.

-Oh, ¿en serio?- vuelve a asentir y me mira con sus enormes ojos verdes, y el gorro se le resbala por el flequillo, me paro un segundo para volver a colocárselo.- Tengo muchas ganas de verlo.

-Lo llevo en la mochila.- comenta y señala con el dedo índice la minúscula mochila que llevo a los hombros, junto a mi bolso.

-Cuando lleguemos a casa y termines de comer los vemos.- explico y espero a que el semáforo se ponga en verde, sujetando fuertemente de la mano a Iría, me da pánico que vea algún perro y salga corriendo tras él, no sería la primera vez que lo hace.

Finalmente, el color cambia a verde y cruzamos el paso de cebra, hasta que llegamos al otro lado de la calle. Andamos unos metros más y llegamos al edificio.

-No te muevas.- pido soltándola de la mano para buscar las llaves del piso en mi bolso, odio llevar bolsos tan granes, se me hace imposible encontrar las cosas.

Tras unos segundos escucho el sonido de las llaves y las cojo, abro la puerta del portal e Iría entra primero y sale corriendo para pulsar el botón del ascensor.

Voy rápido tras ella y entramos al vacío ascensor, mientras se cierran las puertas le quito el gorro, los guantes, y le desabrocho el abrigo.

-Límpiate los zapatos en la alfombra.- veo como frota los pequeños pies en la alfombra que hay junto a la puerta y yo hago lo mismo antes de abrirla. En el momento en el que entramos el aroma a comida entra por mis fosas nasales, me muero de hambre.

-¡Papá!- exclama la pequeña entrando en la cocina y tira el abrigo, los guantes y el gorro al suelo, sin molestarse en recogerlos.

-Iría, no tires la ropa al suelo.- suspiro y recojo las cosas, me quito mi abrigo y la bufanda, y cuelgo todo en la percha junto a la puerta.

Ando por el pasillo hasta la sala dónde están la cocina y el salón, y veo que la pequeña no me ha hecho ni caso ya que está abrazando a su padre.

-Muchas gracias por ir a buscarla, Val.- mi hermano se acerca a mí y me da un beso en la mejilla, vuelve a centrar la atención en su hija y la sienta en la silla para niños que hay junto a la mesa. – ¡Estáis congeladas!- exclama y yo me siento en uno de los taburetes.

El Buen Amor (Pablo Alborán)Where stories live. Discover now