CAPITULO DIECIOCHO

2.9K 197 35
                                    

           

Shawn

Di tres toques en la puerta blanca de la habitación de Bree. Nadie respondió.

––Bree, ¿estás bien?

No obtuve respuesta.                         

En mi cabeza estalló una mini alarma que me decía que, si no entraba, era probable que estuviera pasando algo grave dentro. Decidí seguir a mi instinto y abrí.

Mi suposición no estaba tan mal.

Aubrey estaba sentada en el suelo contra la cama, llorando y abrazando sus rodillas. Me acerqué lentamente a ella y me senté a su lado en la misma posición. Ella ni siquiera me miró.

Me fijé en sus ojos. Estaban rojos por el llanto al igual que sus mejillas. Su iris estaba pintado de un color verde grisáceo que no hacía nada más que reflejar su tristeza. Tristeza provocada por nadie más que por mí.

––Lo siento. —fue lo único que fui capaz de decir. Era completamente consciente de que había arruinado su vida. Tenía 17 años, ¿cómo iba a desear ser madre? ¿Cómo iba a desear estar secuestrada? ¿Cómo iba a desear ser una madre secuestrada?

Ella me miró y entonces, por algún extraño motivo se aferró a mí. Se metió entre mis brazos apretándome fuertemente mientras seguía sollozando aún más. Me percaté de que ella en realidad estaba abrazándome, algo que deseé desde el momento en que me arrepentí de haberla raptado. Lo único que arruinaba el momento era que ella estaba llorando. Su abrazo significaba que necesitaba consuelo, no que estaba contenta. Su llanto encabezaba la lista de cosas que odiaba.

––Perdóname por favor. Lo siento mucho. Muchísimo.

––No sé si puedo lidiar con esto, Shawn. No sé si puedo...––sollozó.

––No tienes que hacerlo. No tienes por qué seguir aquí. Pídemelo y te llevaré de vuelta con tu familia. Pídemelo y te juro que no tendrás que pasar un momento más aquí. Solo dime que no quieres quedarte más...—le dije.

––... ¿Qué?—preguntó separándose de mí –lo que me causó un dolor físico, literalmente–.

La atraje de nuevo a mis brazos y comencé a hablar.

––No sé cómo explicarte esto... No sé cómo o por qué, pero desde el momento en el que apareciste en mi vida, moviste algo dentro de mí. No sé cómo llamarlo, ni tampoco sé describirlo... solo sé que he sido un hijo de puta contigo, que te tomé fuera de tu vida y que  todo esto ha estado mal, que no merezco perdón y que no merezco que estés aquí. Que ni siquiera merezco que decidas tener un hijo mío...

Reconocí en mi garganta la no grata sensación de que tienes un nudo que no te deja respirar ni hablar.

Me quedé en silencio, aprovechando el momento. La tenía entre mis brazos, en un punto exacto donde podía oler su cabello, ver su rostro desde arriba. Ver la manera en que sus pestañas rozaban sus mejillas y la forma en que las aletas de su nariz se movían cada vez que respiraba.

Solté una risita nerviosa y dije: ––Dicen que cuando quieres a alguien vas a hacer cualquier cosa para que sea feliz.

La quería, no lo había aceptado hasta ese momento, pero esa era toda la verdad. La quería más de lo que jamás había querido a alguien.

Se separó de mi de nuevo y preguntó: –– ¿Me... me quieres?

––Más que a nada en el mundo. —admití. —Tú y ese bebé dentro de ti son lo que más quiero. Lo que más me importa.

–– ¿Y aun así estarías dispuesto a dejarnos ir si te lo pidiera?

Asentí. —Si eso es lo que quieres, yo mismo te dejo en la puerta de tu casa.

Sequé mis lágrimas y también las de ella. No quería verla llorar. No más. No por mi culpa.

La volví a abrazar a modo de despedida, pero tras unos segundos ella volvió a apartarse.

–– ¿Qué pasaría en caso de que no quiera irme?

¿Qué?

–– ¿Por qué querrías eso?

Sonrió.

––Me dejaste embarazada, Mendes. No vas a librarte de mí tan fácil.

Le devolví la sonrisa.

––No voy a negarte que, ser sacada de mí vida y puesta en una casa con cuatro chicos fue un cambio drástico pero, ustedes me han enseñado lo que es ser una familia. Como se cuidan unos a otros, lo que se siente compartir la mesa con alguien a la hora de comer. Lo que se siente tener a alguien que te cuide. Discúlpame si no te gusta la idea, pero no voy a volver a Londres donde me van a tener en terapia de por vida y donde no voy a saber lo que se siente tener un hijo con un padre al lado. Voy a quedarme una larga temporada aquí con ustedes y te prometo que este bebé y yo vamos a darles muchos problemas.

Sonreímos y lloramos. Era increíble que de verdad me estuviera diciendo aquello.

Nos miramos a los ojos por un rato que me pareció eterno, y entonces ella colocó sus frías manos en mis mejillas y se acercó hasta que nuestros labios estuvieron a punto de rozarse.

––No sé si te quiero de la manera en que tú lo haces, Mendes. Pero por el momento tú eres lo que quiero en mi vida.

Sonrió de nuevo y entonces acortó la distancia entre nosotros.

9�W3�;�

VÍCTIMA: El Rapto De Bree - Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora