CAPITULO TREINTA Y OCHO

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Bree

––Nuestros hijos son preciosos, Bree. —dijo Liam, quien cayó rendido ante Halen.

Él estaba seguro de que los quintillizos eran producto de aquella vez en la que él no se cuidó.

No son tuyos. Me hubiera gustado decirle, pero no lo sabía. Aun no me daban los resultados de paternidad. Como pude, había conseguido un cabello suyo y lo había mandado a analizar.

Francamente, estaba aterrada. Me daba miedo que la prueba diera positivo. No quería que mis hijos fuera suyos.

Pero me daba aún más miedo que no lo fueran...

Iba junto a Liam y los bebés en el auto, regresando del pediatra. Llevaba exactamente un mes de vuelta en Londres y él no se había separado de mi familia. ¿Desde cuándo Liam era tan empalagoso? Hasta donde recordaba, él y yo ya no éramos nada.

Había intentado persuadirme de ir al psicólogo. Quería que olvidara mi "terrible experiencia".

Yo no quería hacerlo. No quería olvidar a Shawn, ni siquiera aunque su recuerdo estaba matándome lentamente.

Me odia. Todas las noches lloraba, torturándome con ese pensamiento. Me dolía saber que nunca más volvería a verlo. ¿Por qué tenían que haberme encontrado?

No es que fuera malagradecida, o que no me importara mi familia pero, habían llegado en el momento exacto en que todas las cosas habían empezado a marchar a la perfección. Llegaron a arruinar cualquier posibilidad que hubiera tenido de vivir feliz al lado de Shawn.

Ese mismo día en la noche, Nani me ayudó a prepararme para ir a cenar con Liam. ¿Por qué nadie veía que no estaba bien, que no estaba de ánimo para salir y que no quería a Liam? Parecía que ahora más que nunca deseaban emparejarme con él. Para mi familia él era el chico perfecto.

Una hora más tarde, me encontraba sentada frente a él con el mejor restaurante de solomillos de la ciudad. Decir que era la cita más incómoda de mi vida era quedarse corta. Liam y yo cenábamos bajo un silencio asfixiantes, puesto que no teníamos tema de conversación. Decir algo como "¿Qué has hecho?" o "¿Dónde has estado?" sería una estupidez.

–-¿Me disculpas un segundo? Tengo que ir al tocador. —dije y me levanté.

Por suerte, el baño estaba vacío.  Agradecí al cielo mentalmente.

Puse el seguro a la puerta y me miré al espejo. La chica reflejada en él no se parecía en nada a mí. Lucía cansada y sin vida. Como una muerta. Como una zombi.

Incluso mi cabello estaba opaco. Mis ojos no tenían brillo. Lucían de un color verde apagado.

Tomé un poco de agua y mojé mis manos para después ponerlas en mi cuello en un intento por refrescarme y relajarme.

Cuando levanté la mirada nuevamente casi me caí al suelo. Shawn estaba detrás de mí vestido con un traje y observándome a través del espejo. No aparté la vista por miedo a que se desvaneciera, pero entonces él se acercó a mí y giró mi cuerpo, obligándome a mirarlo de frente.

Estaba ahí. Era real.

––No fue fácil acercarme a ti, bonita. —me abrazó.

––Shawn...––jadeé alejándome para ver  bien su rostro. No podía creerlo.

––No sabes cómo te he extrañado...––acercó sus labios a los míos y me acorraló contra la pared.

Respondí a su beso sin dudarlo.

––Envuelve tus piernas alrededor de mí. —ordenó, subiéndome a la altura de su cadera.

Hice lo que me dijo. Estaba contra la pared con las piernas abiertas y besándolo como si no hubiera un mañana.

–-Bájame la cremallera...

También hice eso. Sus caderas se echaron hacia atrás para darme acceso, pero su boca y su lengua seguían explorándome mientras le bajaba el pantalón. Acaricié un poco sobre su ropa interior, a lo que Shawn emitió un gemido profundo que sonó como un ronroneo contra la piel de mi cuello.

Metió la mano por debajo de mi vestido y los dedos dentro de mi ropa interior. La rasgó por la parte de atrás y segundos después le tenía dentro. Gemí mientras me llenaba, tan abierta debido a su tamaño que me retorcía de la sensación.

––Mírame. —me agarró con fuerza de los muslos y empezó a embestirme duro. Verdaderas estocadas castigadoras, pero no me importaba. Estaba ahí conmigo. Eso era lo que quería de él mientras me miraba fijamente con el chocolate oscuro de sus ojos.

––-¡Shawn!—me esforcé por no gritar contra la pared de aquel baño; era dueño de todo mi cuerpo. Seguía mirándole a los ojos, incluso cuando sentí que aumentaba la presión en mi vientre y su miembro daba contra la parte más recóndita a la que podía llegar. Era tan íntimo que no habría podido quitar la mirada aunque hubiese querido.

––Tu. Eres. Mía. —Gruñó mordiendo mi cuello.-— ¡Dilo!

–– ¡Soy tuya!—grité.

En cuanto dije esas palabras ambos encontramos la liberación. Dio una fuerte estocada final y me enterró en él hasta que me empapó. Aplastó sus caderas contra las mías y me besó; los últimos movimientos fueron más lentos y suaves.

––Eres mía. —susurró bajándome de la pared.

Sus fuertes brazos todavía me tenían atrapada y no sé cómo, pero fue capaz de besarme de una manera extremadamente dulce, contrastando con todo el sexo salvaje de hacía un momento.

—Deja la ventana de tu habitación abierta.---dijo y besó mi frente.

Luego salió del lugar tan fresco como si nada hubiera pasado.





Luego salió del lugar tan fresco como si nada hubiera pasado

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Outfit de Bree en la cena:3

-Monica

VÍCTIMA: El Rapto De Bree - Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora