⚜️ ENFRENTANDO A LOS MUERTOS ⚜️

141K 11.6K 1.8K
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

¿Conocen esa sensación de frío? ¿De soledad? Así era como me sentía al despertar. Lo primero que recordaba era esa frase.

— Eres la única que me ha visto de esa manera. No me viste con temor, más bien con curiosidad.

Dijo aquella voz. Una voz que tenía una estela suplicante y desesperada. Además de una soledad que trataba de ocultar detrás de esa frialdad.

Recordar sus ojos, era recordar la mirada más triste y la soledad más grande. Tanto que me es imposible describirla, pero pude sentirla. Era imposible que alguien pudiera vivir sin contacto alguno.

Lo primero de lo que fui consciente fue de ese olor insoportable a hospital, una mezcla entre alcohol, sanitizante, medicamentos. Me di cuenta de la tenue luz que entraba por la ventana, atravesando unas cortinas gruesas y de tejido cerrado. Estaba adolorida, mi cuerpo estaba adolorida y cansado. Estaba desorientada, no sabía si era por los sedantes que seguro me habían administrado, no recordaba lo que había sucedido con claridad. Solo recordaba fragmentos, como si estuviera despertando de un sueño.

Unos instantes después menos aturdida, regresaron esas voces, estaba de nuevo todo ese dolor concentrado en aquel lugar. La sensación del dolor me sofocaba, el estar en un hospital me afectaba, la sensación era como sentir en carne propia el sufrimiento de los que estaban ahí y habían pasado por aquellos pasillos. Era como escuchar sus suplicas por calmar su sufrimiento. Sólo una voz se hizo más audible. Sentí que alguien me miraba, y volteé hacía la puerta, ese lugar de mi habitación donde sentí que alguien me veía. Había una joven, tal vez tenía unos diecisiete años, su mirada estaba fija en la ventana de mi cuarto. Su piel era tan blanca, casi transparente.

— Debes esconderte. — Dijo casi como un susurro.

— Él te quiere. Quiere aprender a amar, pero alguien que no tiene alma, no puede amar. No puede sentir. Es oscuridad. Es muerte. — Dijo mientras ahora posaba sus ojos sobre mí y se acercaba. Apenas creía lo que estaba sucediendo.

Con gran esfuerzo me levanté de la cama. Sólo tenía puesta la bata de hospital. Y tirite de frío al sentir el piso helado bajo mis pies desnudos. Sentí una presión en mi pecho y las costillas, seguro era un efecto colateral de lo que ahora parecía difuso.

Ella me extendió su mano y yo la tomé. Estaba helada.

— Los vivos y los muertos te necesitarán. Te han necesitado. Desde que él te dejó vivir. No puedes dejar que él alteré la vida como la conocemos.

— ¿Quién? ¿De qué hablas? — Fue lo único que traté de decir. Ella me condujo por el pasillo. Hacia dónde estaba todo en movimiento, personas que iban y venían, preocupadas por sus familiares o recibiendo terribles noticias.

— Sabes que este mundo existe, siempre lo has sabido. Sólo que no querías admitir que eres parte de este mundo también. — Dijo aquella figura, mientras me señalaba aquella escena. Así que volví a mirar de nuevo, está vez con otros ojos.

La imagen que vi delante de mí, parecía de película. Varias personas conviviendo en el mismo mundo sin que nosotros fuéramos conscientes de su presencia.

Muchas figuras casi transparentes, con piel blanquecina o violácea caminaban entre los vivos. Algunos trataban de reconfortar a su familia. Otros vagaban por ahí y trataban de calmar a los que estaban por morir.

Apenas podía creer lo que estaba viendo, vivos y muertos. Mi mente trataba de entender que era lo que estaba viendo, el mundo de la muerte era real, y coexistía con nuestro mundo. Y lo primero que hice fue negar su existencia, ese es el primer mecanismo de defensa ante lo que desconocemos.

— No es real. No es real. Sólo es un sueño. — Repetía para mí misma, tratando de convencerme. Negando lo que estaba viendo en ese instante.

Mi respiración se volvió inestable, y los músculos me empezaron a doler. Como si me clavaran agujas. A lo lejos vi como mi madre corría hacia mí.

— ¿Qué haces? ¡Estuviste casi...! ¡Casi te pierdo! — Decía mi madre a gritos, casi histérica. Mientras mi padre y unas enfermeras me llevaban de nuevo a la habitación.

No quería estar ahí. Quería mi casa, mi hogar. Había sido el peor cumpleaños. Todo lo que había visto, escuchado en las últimas veinticuatro horas era un disparate. No tenían sentido ni forma de explicarse.

¿Acaso los medicamentos habían hecho que alucinara cosas? ¡Podían ser los medicamentos! ¿No? Aunque eso no explicaba ni el cuadro, ni esa voz. Y mucho menos ese beso. Mi corazón se detuvo, mientras estuve en los brazos de la muerte. Eso ni siquiera tenía sentido en voz alta, ¿en los brazos de la muerte? Mis pensamientos estaban revueltos, no sabía que pensar o creer acerca de ella o mejor dicho de él. Los doctores me sedaron, decían que era por mi bien. Yo más bien creía que tenían miedo de que algo me pasara. Por qué no podían explicar lo que había pasado conmigo. Se suponía que era un simple golpe en la cabeza, un estudio de rutina, y sin más mi corazón había dejado de funcionar. Los médicos querían una respuesta y yo también buscaba una. Estaba asustada por ello, si él hubiera querido pudo haberme llevado a su lado.

— No te asustes, no era esa mi intención. Pido tu perdón si te hice daño, Había anhelado durante mucho tiempo sentirme vivo, tú provocas en mí algo que no entiendo. No resistí besarte, quise tenerte entre mis brazos aunque solo fuera una vez.

Su voz sonaba culpable ahora. Por más extraño que pareciera, me empezaba a acostumbrar a ella, a escucharla en mi cabeza. Bueno, era mejor eso a perder la cordura, mi cabeza debía tener algún desperfecto seguramente. Y contar lo que me sucedía, me garantizaría un pasaje directo al piso de psiquiatría, para jamás salir de este espantoso hospital. Porque ahí si enloquecería, rodeada de ese olor que detestaba.

Caí en un sueño profundo gracias a los sedantes suministrados para que mi ataque de pánico e histeria no siguieran asustando a mis propios médicos o muriera sin que ellos supieran la causa y no tener una buena explicación y causa médica para poner en mí acta de defunción. Aunque yo sabría que la causa real de mi muerte habría sido ese extraño beso.

Recordar esas sensaciones tan vívidas, mezcla de temor y electricidad recorriendo mi cuerpo, me hacían sentir como una loca en verdad. ¿Quién era ese? Su imprudencia de robarme un beso casi había terminado tres metros bajo tierra.


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Canción: Bring me to life de Evanescence/Cover de Mister Chase

Cuando la muerte se enamoreWhere stories live. Discover now