Lazos familiares

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Entre mis desvaríos a veces veía a Adam y a Aura, junto a mí. Me sonreían, y estaban a mi lado.

Otras veces veía a Amelia y a mis padres, a mi hermana. Y otras tantas veía a los doctores a mi alrededor tratando de encontrar alguna explicación, pero no estaba él. No estaba aquel que me había perdonado la vida alguna vez tiempo atrás. Y lo quería conmigo, si pudiera llorar, lo hubiera hecho, pero ni siquiera tenía fuerzas para eso.

Lo poco que escuchaba en fragmentos me daba una idea de lo que estaba pasando, tenía una fiebre inexplicable, que durante la mayor parte del tiempo me tenía inconsciente. Estaba también ese ardor que sentía en todo el cuerpo, como si algo quemara mi cuerpo no me dejaba en paz, y ante ese dolor cedía y me dejaba llevar, me dejaba ir a esa oscuridad, a la inconsciencia. Me dejaba arrastrar simplemente, no tenía deseos de pelear.

Hubo un momento en que estaba medio inconsciente, pero seguía sin distinguir si eran puras alucinaciones o era lo que pasaba a mi alrededor.

Leo estaba ahí, exigiendo a los médicos que revisaran mi mano, que era imposible que no notarán el gran moretón que tenía en la mano derecha y que se estaba extendiendo por mi brazo.

A ratos estaba consciente pero las fuerzas me fallaban, me sentía cansada, con sueño. Mis párpados se sentían pesados y se cerraban como cortinas ante mis ojos.

No quería pelear, quizás lo mejor era que me fuera de una vez, sólo quería descansar, dejarme ir. Tal vez el tiempo que la muerte me había dado, estaba por terminarse, quizás era mejor extinguir mi vida, una vida que nunca debí vivir.

  — Duerme pequeña. Descansa mientras puedas. Yo velaré tu sueño.—  Escuché una voz dulzona, aunque lejana a mí, casi como un eco.

No sabía cuánto tiempo o días habían pasado, mi cuerpo se sentía pesado, no importaba cuánto deseaba descansar yo no podía luchar contra aquello que sentía que me mantenía en cama. Era como una fuerza invisible que me obligaba a no moverme, a no despertar.

A veces sentía frío, y otras el calor de unos dedos entre los míos. Cuando lograba abrir por unos instantes mis párpados veía a Adam y a Leo. ¡Dios eran tan parecidos!

Tenía que alejarme de esa familia, tenía que hacerlo. Eso si lograba regresar a ese mundo que ahora me parecía lejano.

Simplemente un día esa inconsciencia cambio. Era extraña esa sensación de volver a algún lugar al que has ido con alguien que ya no está. De pronto me vi cerca de la laguna al que alguna vez Adam me había llevado, había sido una de tantas escapadas en la moto de Adam.

Lo único que cambiaba en aquel extraño sueño era la pequeña cabaña a la orilla. Era extraña la sensación de estar ahí sin Adam. Respire el aire fresco y cerré los ojos. Sentí el aire fresco y me sentí viva. Parecía como si mis delirios de estar inconsciente no fueran reales, solo una mala pesadilla.

Caminé dudosa hacia la cabaña, al entrar esperaba ver a la muerte al fin, quizás me recibiría. Pero en cambio era ella aquella extraña figura, aquella mujer que alguna vez se había aparecido ante mí y me había mostrado un mundo en cenizas, no quedaba nada y que me había advertido del peligro que se avecinaba.

  — Siéntate pequeña, debemos conversar un poco.—  Dijo con voz dulzona, la misma que había escuchado tranquilizarme antes, la miré y seguía dividida, la mitad era una mujer y la otra era mitad huesos. Aún no podía descifrar que era ella, que era aquella mujer o ser.

  — ¿Morí?—  Fue lo primero que pregunté.

  — No. Ellos te necesitan viva, la misma muerte te necesita viva y él no dejará que nada te pase, así como dos hombres más.— 

— ¿Dos hombres más?—  Dije intrigada.

— He hecho algunos arreglos. Dos hombres: Uno lo fue y ahora solo es energía, cuida tu alma y tu energía, pero otro ha de ser el que te cuide en el mundo de los vivos, de los hombres. Que cuide tu cuerpo físico.—

  — No estoy entendiendo. ¿Dos hombres? ¿Quienes?—

  — Dos hombres que están unidos por los lazos más poderosos, la sangre. Nada es casualidad Adara. Ellos están unidos, y recibirán ayuda de sus ancestros, sólo juntos podrán protegerte, aunque, eso no impedirá que entre ellos haya diferencias.—

Entonces lo comprendí, estaba hablando de Leonardo y de Adam.

  — ¡Por Dios! Hablas de Adam y de Leo! ¡¿Pero qué has hecho?! —

—Adara hay muchas cosas que aún no comprendes, y esos dos en muerte o en vida estaban destinados a cruzarse en tu camino, ellos son tus protectores, los protectores que necesitarás.—

No sabía como reaccionar. No sabía ni cómo podría entender lo que estaba sucediendo. 

— ¿Y la muerte?—  Sonrió como solo aquel ser podía serlo , mitad labios, mitad solo huesos.

  — Ella te cuida a su manera, y la forma que tiene de hacerlo es permitirle a los muertos ayudarte, mientras él esté cerca ellos no pueden estar cerca de tí, aún no. Pero él les ha permitido a tus amigos estar cerca de ti.

Adara es importante que entiendas que a través de ti lo tratarán de encontrar, por eso te han puesto en ese estado, donde él no puede tener contacto contigo, estás en medio de un delirio provocado por ellos.

Si te preocupa que te haya abandonado, ambas sabemos que no es así querida. Él te protege a su manera.—

  — Pero lo necesito.—  Dije con nostalgia, mi respuesta fue casi de manera inmediata.

— Y él a ti. Más de lo que te puedas imaginar. Desde el momento que te dejó vivir tu vida se quedó atada a la muerte. Lo que ahora necesitas es recuperarte, juntar fuerzas y llegado el momento yo te ayudaré, volverás y deberás confiar en ellos. Ellos te protegen, aunque ellos aún no lo saben. 

En cuanto a la muerte a su debido tiempo reaparecerá en tu vida. Justo cuando la vida y la muerte convergen.—

Aquella figura se paró y empezó a caminar hacia la salida.

  —¿Porque me ayudas?—  Pregunté intrigada.

  — Porque debe de haber un balance. Y como te lo dije: Mientras tú seas tú, yo seré yo.— 

Sin más desapareció, y yo volví a mi confinamiento, a estar divagando entre mi oscuridad, el letargo y la vida, lo que sucedía en el exterior.

Pero ahora estaba más tranquila, podía estarlo, sabía que la muerte no me había abandonado, su forma ahora de cuidarme era permitiéndole a Adam y Aura que cuidaran de mí.

Llegó el día, el ardor cedió, y sentí los primeros rayos del sol cálidos sobre mis párpados, mi cuerpo ya no se sentía pesado. 

Abrí mis ojos y al principio me sentí desorientada. Me removí en la cama y vi la pared blanca que también era iluminada por el sol.

Al moverme, sentí que alguien más despertaba, y entonces lo ví... Miré de nuevo esos ojos achocolatados.

Y esa sonrisa.

— Hola—  Fue lo que me dijo.

— Hola—  Contesté arrastrando la voz, una voz demasiado rasposa con respecto a mi voz normal. 

Había regresado y estaba decidida a dar batalla.

WAAA!!!! ¿Qué les parece? ¿Que piensan acerca de los nuevos personajes?

¡¿¿Y la muerte?!!!! ¿Y Leo? ¿Y Adam? 


Creo que soy muy mala... Ya pronto, pronto reaparecerá la muerte.


Cuando la muerte se enamoreWhere stories live. Discover now