Templo de la Muerte

82.3K 6.2K 1.6K
                                    

Mis manos temblaban, estaba tan nerviosa que podía sentir como mi temperatura corporal había bajado, y mis piernas temblaban

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Mis manos temblaban, estaba tan nerviosa que podía sentir como mi temperatura corporal había bajado, y mis piernas temblaban.

  — ¿Sabes cuántas leyes estamos transgrediendo?!— Le dije con voz histérica a Leo pero a su vez como un susurro.

— Ángela...silencio, no me dejas pensar.—  Me contestó Leo.

— Estoy hablando en serio Leo... Allanamiento, daño al patrimonio de la humanidad, robo... ¿Quieres que siga?— 

— Ángela, sólo me pones más nervioso, a veces eres tan...— 

— Frustrante ¡lo sé! no puedo evitarlo, estoy muriendo de nervios.—  Le dije a Leo mientras tratábamos de escabullirnos a una zona arqueológica, le llamaban el Templo de las Calaveras, un templo dedicado a Mictlantecuhtli.

Habíamos esperado mucho tiempo para que anocheciera, y que todos se fueran, era una zona arqueológica que no tenía mucho de ser descubierta, en realidad pocos sabían de ella.
Estar ahí solo me ponía los pelos de punta. ¿Encima de todo tenía que allanar el patrimonio cultural de la humanidad?

¡¿En que me había metido?! Eso sin mencionar que estaba a unas horas de ver a la muerte literal, hacerlo carne y hueso, hacerlo humano, si eso podía suceder.

Estaba nerviosa y tenía una opresión en el pecho, temblaba y mi corazón latía tan rápido.

¡¿En serio iba a hacerlo?! Quería a mi familia de nuevo conmigo pero esto... A veces solo quería irme lejos, de todos.

A nuestro favor estaba que era día de los muertos, una noche en que los muertos y los vivos conviven entre humo de copal, luz de veladoras y flores de cempasúchil.

Leo venía cargando a regañadientes una mochila con varias veladoras,flores de cempasúchil, e incienso, además de agua bendita. Lo cual no tenía sentido para mí, Dios me había abandonado a mi suerte, para ir a parar a los brazos de la muerte.

Ni Leo, ni Adam querían dejarme hacer esto, mucho menos Amelia. Pero no les había quedado de otra, más que ayudarme.

El problema era que solo Leo, Amelia y yo éramos humanos. No atravesamos paredes, ni  aparecemos a nuestro antojo en otro lugar.

La zona arqueológica estaba rodeada por un muro de piedra, que no estaba del todo terminado. Se podría decir que a simple vista no se veía que fuera tan difícil entrar, claro que en práctica la cosa era diferente.

Amelia había insistido tanto en venir, y era tan testaruda que preferimos que nos acompañara y vigilarla a que llegará de improviso como aquella vez a mi casa.

Adam había estado tan distraído que no le había dado tiempo de reaccionar para que Amelia no lo viera, además creo que aquella marca que Canek le había dejado, lo había debilitado. Adam podía decidir si alguien quería que lo viera o no, claro que en mi caso Mortis no dejaba que se acercara a mí.

Cuando la muerte se enamoreWhere stories live. Discover now