Un día de playa

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Capítulo 7

Era viernes en la tarde y ya no tenía nada qué hacer.

Había ocupado mi jueves de entrenamientos y puro estudio para la Universidad y los exámenes, pero no podía dejar de recordar sus últimas palabras.

-Amor...

El recuerdo me daba náuseas.

Ya que mi jueves había sido lo suficientemente productivo, a pesar de complicado emocionalmente, me decidí por no hacer nada el viernes más que mirar el techo. De momento, John no había decidido vengarse de Brian, así que no debía preocuparme a menos que me llamara. Pero como seguramente sabía, estaría con Stephanie, volviendo a meter la pata y no escuchando mis consejos. Así que debía mantenerme alerta.

En fin, sólo espero que Brian sepa lo que está haciendo.

Olivia volvió a casa ayer por la tarde, y seguramente lo haga hoy, dándole clases a Lucy. De vez en cuando, yendo al baño como excusa para pasar cerca de su clase, veía a Lucy progresar con sus piruetas mientras Olivia la corregía en forma exigente. Por alguna razón, su puerta siempre se encontraba entre abierta.

Aunque sabía que no me correspondía, utilizaba esa minúscula fracción de tiempo para echarle un vistazo. El jueves usaba una falda blanca, sobre una malla ajustada, brillante y del mismo color. Recuerdo querer entrar con alguna excusa inventada...solo para que me dirigiera la palabra... pero la idea de que no me correspondía me carcomía la cabeza. Además, me había pedido distancia.

De modo que, intentaba centrarme en lo importante: mis tediosos estudios de medicina y los entrenamientos para el próximo campeonato contra los odiosos bulldogs. Un nombre ridículo para un equipo incompetente.

Nuestro equipo se llamaba "Los tigres". Un nombre ideal según la astrología china. Su significado hace referencia a múltiples temáticas, entre ellas, la rapidez, valentía, poder, liderazgo y peligro.

Mientras reviso el móvil, buscando nuevas tácticas usadas a nivel internacional por ganadores en campos de fútbol americano, recibo una llamada entrante de mi mejor amigo, Brian, el desaparecido.

-Amigo –lo escuché sonreír mientras murmuraba algo indescifrable –. Haremos un paseo por la playa con un par de conocidos, ¿te sumas?

-¿A qué te refieres con "un par de conocidos"? –repetí.

Brian siguió murmurando. Seguramente estaba hablando con alguien más del otro lado.

-Bueno, nosotros –respondió, sarcástico –. Y los de siempre con un par de amigos que conocen, solo por ser más personas –silencio –. Irá Emily también.

-Debe ser una broma –apreté los dientes. Realmente no la soportaba, y no tenía intención de pasar un mal rato en la playa por su culpa. Prefería tenerla a distancia –. Olvídalo. No iré.

Brian resopló.

-Te conté la fastidiosa experiencia en los vestidores.

-Si no vas, sabrá que fue por ella –respondió en forma tajante –No aceptaré un no como respuesta, así que apúrate y haz tu bolso. Nos quedaremos en la cabaña de mi tío. Te pasaré a buscar al mediodía.

A continuación, guardé un par de remeras y shorts en una mochila, entre otras cosas. En cuanto la hora se aproximaba, y sabiendo que Brian a veces se decidía por ser puntual, bajé las escaleras y me acerqué a la salida.

-¿A dónde vas? –preguntó mi madre desde la cocina, vestida con un traje formal y un café en mano.

-Pasaré el día con Brian en la casa de su tío. Irán unos amigos.

LA BAILARINAOnde histórias criam vida. Descubra agora