Capítulo 34

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CAPÍTULO EDITADO

Arreglándome con Stephanie aquella noche, veía los cambios de hace unas semanas. De lucir aspecto enfermo y triste, había pasado a una chica con vista interesante y llamativa.

-¿Dónde dejé mis pendientes? -me pregunté mirando a todos los lados. Se me ocurrió que debían estar en el cajón de mi mesita luz, así que fui hacia ella. Segundos antes de abrir el cajón, recordé que Drake me los había dado. Con esfuerzos extremos, me atrevo a abrir el cajón para tomar esos malditos pendientes y estrellarlos contra el suelo.

Cuando finalice con los aprontes, miré el resultado final en el espejo. 

-El rojo es tu color definitivamente -me elogió Alicia desde el marco de la puerta.

Suspiré y le agradecí. Luego la elogie por cómo su cuerpo quedaba en aquella falda azulada. 

Alicia se acercó a mí, corrió un mechón que cubría parte de mi rostro y formuló con sus labios una mueca, -Es él, ¿No es cierto?

Asiento en el incómodo silencio y muerdo mi labio inferior.

-¿Te mancharas los dientes con labial por él? -se cruzó de brazos, Alicia.

-¿Han terminado, chicas? -gritó Brian desde la puerta. Stephanie le gritó que en un par de cinco minutos terminaba. -¿Eso significa 10 minutos o una hora verdad?

-Ajá -asentimos todas.

-Qué cretino que es tu novio, eh -le dijo Alicia a Stephanie en plan sarcástico.

La casa de Randall era perfecta; no habían palabras para describirla. Era totalmente lujosa.

Una vez fuera del auto, Steph dijo: -Ahora entiendo de dónde sale su ego. 

-Tendrá ego, pero bien que es tu amigo, nena. -le contraatacó su novio. 

-Touché -respondí sonriente.

El hogar de Randall era increíblemente enorme. Mirara donde mirara, había lujo por todas partes. La vista de su espaciosa casa era fenomenal... salvo por los borrachos haciendo necesidades en su jardín y las parejas tratándose con total libertad.

En cuanto entramos, Steph me señaló una chica con falda cortísima para su edad, y un top negro por donde se le asomaba la parte baja de sus senos. 

-Joder...-maldije en voz baja y Alicia se echó a reír. 

-No pienso estar con Brian aquí...con estas sueltas. -tomó del brazo de su novio, Stephanie, celosa. -Iremos al salón de Karaoke. Si necesitas algo, nos llamas.

Asentí en silencio y me di la vuelta para bailar con Alicia...pero ella ya no estaba allí. Quién lo diría. Mis amigos me han dejado completamente sola entre muchachas sueltas y locos pervertidos.

Decidida comienzo a caminar hacia la barra de tragos. Sí, amigos. Según Brian, Randall ha contratado dos Barman para que se den turnos durante la noche, y una barra de tragos. Teniendo el dinero que consigue su padre, -siendo un importante empresario- puede conseguir lo que quiera. 

En cuanto me acerqué a la barra y me senté sobre un taburete, pedí una cerveza. Miré a mis alrededores: muchas chicas -en mi opinión, esqueléticas- tomaban y chusmeaban como viejas sobre la gente que bailaba. En cuanto el Barman me entregó la cerveza, le agradecí y me removí en el asiento. 

-Cuidado con mis tacones, sucia. Son de marca. -se quejó una voz chillona, detrás de mí. ¿Había pisado a alguien? Me di la vuelta instintivamente para mirarle con mi peor cara. Le pediría disculpas de no ser por la forma grosera de colocar sus palabras. 

LA BAILARINAWhere stories live. Discover now