La nueva vecina

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CAPÍTULO EDITADO

Puta madre. Era lo único que quería decir. Se que los años pasan y las personas cambian, pero no me imaginaba que Olivia me pudiera olvidarme para irse con otro. Tenía el presentimiento que llegaría y podría arreglar todo. 

Me encontraba en la computadora viendo videos de mis cantantes favoritos. Podrá sonar egoísta, podrán insultarme si quieren, pero hay veces que cuando miro a personas que siempre sonríen sin importar el mañana me causa un poco de bronca. 

Quisiera ser así. 

Que en el día de hoy pudiera tener un problema y mañana ni importarme de lo que haya pasado. No obstante,  para eso tengo a la música en la tarde. Lo único que puede desviarme del mundo para ir a "mi mundo". 

-¿Vas a merendar? Tu hermana está abajo esperándote-anunció mi madre desde la puerta con una sonrisa de labios rosados. 

-No, no tengo mucha hambre- dije sin dejar de mirar mi computador. Mi madre dio unos pasos más. Entrecerró la puerta y me tocó el hombro por detrás. 

-¿Qué te he dicho? Cuando te hable...

-Debo mirarte a los ojos. -le seguí su típica frase mirándola con una mueca graciosa. Mi madre sonrió y respondió.

-Exacto. Si ya lo sabes, hazlo. -dijo y agregó: - No has almorzado. Por lo menos come una fruta; tu hermana te espera, Drake- terminó de hablar y alejó su mano de mi hombro desapareciendo por la puerta.

-Madres...-gruñí. Pausé  la canción que estaba escuchando y me levanté de la silla con los brazos caídos hacia ambos lados sin querer moverlos. 

-¡Drake! Tardaste así que... lamento haber comido todas las galletas- se disculpó mi hermana acomodándose bien en la silla con una sonrisa pícara de "no comí nada, no hice nada". Ya lo había hecho cuando era un niño, así que la entendía. Cada vez que alguno de mis padres tardaba en sentarse a la mesa para comer, solía comer una porción pequeña de mi plato sin que ellos se dieran cuenta. -¿De qué te ríes? 

Lucy tenía chocolate en uno de los dientes delanteros. Agarré una manzana de la heladera, me acerqué a ella aún entre risas y le señalé su diente. 

Juro por dios que nunca me había reído tanto cuando Lucy llevó su mano a su boca y tocó su diente. Su cara de disgusto fue graciosa, pero más cuando se lo comió. Y todavía mucho más cuando empezó a fijarse si tenía más chocolate en los dientes para comérselo.

 -¿Te he dicho que estas loca, hermana?

-¡Drake!- se quejó mi padre desde el sillón con las hojas del periódico en mano.

-¿Te he dicho que ya no hay más chocolate?- dijo mi hermana contraatacando. 

-Pues si, me lo ha dicho tu diente, nena- dije riendo. Tiré la manzana al terminarla y salí por la puerta de casa. Necesitaba caminar un poco. 

Caminando entre los grandes árboles de mi vecindario, pude divisar más allá de todas las cosas. Esta vez, me propuse mirar fijamente las cosas. Ver sus texturas, ver sus relieves, ver sus colores... 

Quería recordar cómo todo era antes y compararlo con el ahora. Extraño el pasado. No me arrepiento de haber conocido a mi nuevos amigos, pero extraño aquellos momentos en los que todo era risas y no había problemas de los cuales preocuparse. 

-Hola, disculpa... es que estoy perdida -me llamó una chica por detrás  Me dí la vuelta para poder verla. Sus ojos azules y su cabello oscuro me llamaron la atención. Llevaba una mochila en su espalda, una maleta en una de sus manos, y en la otra un folleto de viaje. 

-Si... ¿En que la puedo ayudar?- pregunté- ¿Quiere que la ayude con sus bolsos?- pregunté cordialmente. La chica me miró confundida y miró hacia ambos lados. -No te voy a robar, vivo por aquí. En esa casa- señalé y ella miró esta vez más confiada. 

-Te lo agradezco, pero es que tampoco se a donde tengo que llevar todo esto -mencionó avergonzada.

-Dime- dije tomando su maleta con permiso.

-Me han dicho que esta es la calle a la que debo hospedarme. -miró hacia todas las direcciones. -Pero no sé a cuál casa debo ir.

-¿Eres de aquí?- pregunté.

-Antes vivía en otra calle, pero he venido a mudarme aquí. -respondió con una sonrisa blanquecina. -Mi padre vive por alguna de estas casa. No sé cuál es.

-¿Tendrás su número? -pregunté. 

-Me han robado el móvil en el camino- dijo viendo el folleto con pena. 

-Mira. -empecé a contar mi idea. -Vayamos puerta por puerta a tocar timbre y veremos si tu padre nos llega a atender. Si no, estas equivocada con respecto a la dirección.

-Gracias, en verdad. -agradeció soltando lo que tenía en manos para darme un abrazo amistoso. Cuando se dio cuenta de lo hecho, se apartó avergonzada. -Lo siento.

-No te preocupes. -sonreí.

Tocando puerta por puerta fui conociéndola un poco más. Era una chica bastante vergonzosa y algo tímida, se notaba por cada palabra que decía. Quizá también pueda decir que es insegura de sí misma, por su mirada. 

Con el paso del tiempo ninguna casa era la correspondiente a su padre, y entonces nos dimos cuenta que solo faltaba una para no dejar ir nuestras esperanzas. Nos acercamos a la entrada y coloqué las maletas en el suelo cuidadosamente. Luego ella tomó el valor de tocar el timbre. 

Sonrió nerviosa, pero parecía más confiada de encontrar a su padre en esta casa que en las anteriores.

Unos minutos después, un hombre bastante apuesto y de traje, abrió la puerta con aspecto serio. Cuando la vio  soltó una carcajada de felicidad. La chica saltó hacia sus brazos y rieron como un par de locos. El padre la elevó en el aire y yo no pude evitar sentirme feliz por ellos... pero algo incómodo. 

-Oh, lo siento. Vienes con compañía-dijo su padre soltandola.  

-Este chico me ha ayudado a encontrarte, -se dirigió hacia él para luego venir hacia mí. -¿Cómo era que te llamabas?

-Drake- respondí.

-Muchas gracias. Espera. Creo que ya te he visto por aquí, -dudó el padre y chasqueó sus dedos cuando encontró la respuesta. - ¡Claro! Tu vives en la casa del número 2389-dijo el hombre tomando mi mano en forma de saludo.-Quizá no me veas mucho por aquí ya que suelo trabajar varias horas, pero eres mi vecino. Tenemos dos casa de intermedio.

No pude evitar reírme como un verdadero estúpido. Porque así me sentía. Habíamos recorrido casa por casa del vecindario y no se me había ocurrido ir a las casas más cercanas. 

-Ya está oscureciendo, es mejor que vueltas a tu casa- me dijo tomando la maleta que había colocado en el piso hacia unos minutos- Muchas gracias por ayudar a mi hija.

-No se preocupe señor -asentí sonriente. El padre de la chica tomó sus cosas y las adentra a su casa. Antes de irme la chica me llamó.

-Espero volver a verte, Drake. -sonrió. -Soy Kira, por cierto.

-Lo espero también, Kira. -le guiñe un ojo y empecé a alejarme. Sentí su risa a mis espaldas y el sonido de la puerta al cerrarse.



LA BAILARINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora