DIVERSIÓN

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CAPÍTULO EDITADO

Capítulo 9

Era sábado.

En cuanto amaneció, cada uno tomó sus cosas y volvió a su casa. Con Brian fuimos los últimos en dejar la cabaña, puesto a que debíamos entregarla en buenas condiciones y cerrar la puerta con llave.

Cuando llegué a casa, solo quería seguir durmiendo. No obstante, le había prometido una fiesta en la piscina a Brian, y seguramente ya le habría contado a todo el mundo de la misma. Ya no había tiempo suficiente para cancelarla. Ahora debía entrar en acción para ocultar objetos valiosos, dinero a la vista e intentar pensar cómo hacer más espacio en la sala.

Mientras ocultaba un par de platos valiosos para mamá debajo de mi cama, comencé a pensar sobre el rumbo que tomaba en mi vida. Es decir, ¿por qué estaba estudiando realmente medicina?

No solo era tedioso, sino que llevaba mi promedio de estrés normal a la máxima potencia. De no ser por la promesa que me hice antes de comenzar la carrera, viviría instalado en la biblioteca. Por suerte, aún mantenía mi nivel social. Siempre encontré momentos libres en las tardes para compartir con mis amigos y entrenar. Sin embargo, la carrera requiere más tiempo del que le dedico. Si mis padres observaran realmente mi actitud con respecto a mis estudios, seguramente me regañarían. 

Siempre soñé con ser un reconocido jugador de fútbol americano, pertenecer a las grandes ligas. Todos saben que es cuestión de dedicación, esfuerzo y entrenamiento... pero, sobre todo, se trata de suerte; y muchas veces de tener contactos e influencias importantes.

Supongo que por ello estudio medicina. Como posible vía de escape en caso de ser un infortunado más en el mundo del deporte. De modo que, si no me encuentro jugando sobre el fresco césped con un enorme traje y casco, seguramente me encuentren entre paredes en un lugar donde las enfermedades se huelen en todas partes: en un hospital.

Mientras pienso cómo organizar mí tiempo el fin de semana para preparar el próximo examen, coloco un poco de comida –que había guardado para estas ocasiones especiales – sobre unos platillos. Luego de verificar que todo estuviera en orden, tomo una ducha rápida y me pongo mi traje de baño favorito color negro.

 Ahora solo queda esperar. Diablos. Quizá me apuré de más... bueno, realmente no tengo idea de cuándo piensan llegar las personas que invitó Brian. Mientras pensaba en quién podría haber invitado, me envolví en un sueño profundo del cual me desperté gracias al timbre. Me froto los ojos para intentar despertarme y me dirijo a la puerta. En cuanto la abro, una multitud se abalanzó hacia dentro de la casa. Chicos y chicas que conocía... y otros que seguramente no fueran ni conocidos de Brian. Algunos traían frituras y bebidas.

-¿Crees poder abrir la puerta, Carlos? Estoy un poco complicado con esto –dije mientras intentaba quitar del techo... lo que fuera que hubieran tirado. Después de un rato, ya había desastres por todos lados.

-Ni modo –se negó rotundamente y tomó una cerveza de la mesada –. No me pongas mala cara, pero hay una chica esperándome en la piscina, y no voy a esperar a que James piense quitármela.

Rodé los ojos y me bajé de mala gana de la silla que estaba siendo mi soporte para mi asquerosa misión. Luego abrí la puerta. 

-Buenos días, profesora –saludé a Olivia y tomé los paquetes de snacks que traía en sus manos.

-¿Dónde están todos? –me preguntó, confundida–. No conozco a nadie.

-Créeme, no conozco ni la mitad de los que se encuentran aquí –ambos reímos ante mi comentario.

A continuación, Olivia ordenó los snacks que había traído en diferentes platos de plástico mientras yo lograba quitar la extraña comida pegada en el techo. Después nos dirigimos hacia afuera en busca de nuestros amigos. Olivia fue directo hacia donde estaban Alicia y Stephanie, mientras que yo me dirigí hacia donde estaban los chicos.

-Siempre pensé que la chica de los sabios consejos lo tenía fácil –le comenté a Alicia, dándole un ligero codazo mientras la veía fulminar con la mirada a Emily, quien bailaba con James a lo lejos.

-¿Te crees gracioso? Porque no lo eres –me contestó y, antes de que se alejara, le tomé la mano para ir a bailar –. No tengo ánimos...

-¿Para bailar con tu amigo? –le hice puchero y le tomé la cintura atrayéndola hacia mí para seguir nuestra conversación en susurros. Alicia echa una carcajada y de repente, recuerdo aquellos tiempos donde mi amiga me gustaba. Había sido mi primer amor, pero jamás se lo había confesado. Luego de un tiempo, había logrado superarla con una de mis tantas relaciones absurdas y cortas –. Sería genial si te olvidaras de James.

-Sería genial que olvidaras a Olivia –me susurró en el oído con irritación. Mis manos la soltaron, no me gustaba escuchar que otra persona comentara sobre los sentimientos que tanto me costaban digerir. Alicia movió la cadera, sintiendo su triunfo en el cierre de nuestra discusión e intenté seguirle el ritmo. Pero esta vez era a mí quien le faltaban los ánimos. Y Alicia lo notó al instante.

-Te escuché decirle a Austin que Olivia tenía novio –añadió, y me tomó por los hombros, intentando parecer comprensiva –. Casi te desbordas del enfado, vi la expresión de tu cara y tus puños deseaban partirle la cara.

-No es verdad.

Intento ignorar su comentario y retomar el baile. Alicia me pisa el pie y le respondo de la misma forma. Mientras la música seguía haciéndose escuchar de fondo, nosotros nos encontrábamos mirándonos cara a cara. Alicia estaba a punto de darme uno de sus consejos, ya lo podía presentir.

-No soportas que otras manos la desnuden –me susurró y la ira se apoderó de mi cuerpo, por lo que no dudé un segundo en tirarla a la piscina, tomándola por sorpresa. En ese momento comencé a divertirme de verdad... hasta que Brian me tiró al agua.

Me había tomado por sorpresa, y eso hacía parecer el agua un poco más fría. Igualmente, estallé en carcajadas. La escena parecía ser sacada de una película. Sobre todo cuando conseguí aferrarme a los talones de Brian, y él me acompañó en la caída. Los que presenciaron nuestras caídas en cadena, comenzaron a tirar inesperadamente a sus amigos o se zambullían para asustar a otros. Alguien subió el volumen de la música y las personas que se excusaban para no entrar a la piscina, ya no tenían vergüenza en quitarse sus atuendos para sumarse a los demás. Parecía una piscina llena de salvajes. No había casi espacio, de forma que, todos terminábamos chocándonos contra alguien. Y, claramente, me llevé el premio mayor.

-Lo has hecho a propósito –señaló, Emily, quitando su cabello mojado de su frente.

-¿Acaso piensas que disfruto esta situación? –entrecerré los ojos por el sol, e intenté voltearme pero, alguien ya había tomado mi lugar. Diablos. Había quedado encerrado en mi propia piscina con una psicópata hormonal –. No me gustan las chicas como tú. Pero creo que eso ya lo sabes, lo dejé muy en claro en los vestidores.

Unas chicas la empujaron desde atrás, y nuestros labios chocaron. Entonces sentí sus cálidos labios sobre los míos. No había podido evitar el beso, y la situación tampoco ayudaba. Un par de chicos parecían empujarme de atrás y Emily no tenía intenciones de retroceder. 

-Sabía que me tenías miedo –sonrió ella, en cuanto me aparté de sus labios, y James la tomó del brazo para alejarla de mí, echándome fuego por los ojos. En cuanto la retuvo en sus brazos, la besó en forma apasionada. Intento desviar la mirada, la escena era demasiado incómoda. De repente, me encuentro con los ojos de Olivia. Tenía un vaso de plástico en la mano y una malla negra, como si el destino hubiera querido combinar nuestra forma de vestir. 

Cuando encuentro la oportunidad de salir de la piscina, no dudo en tomarla. Necesitaba un poco de espacio. Además, la espalda comenzaba a dolerme luego de tantos choques entre cuerpos en la piscina. Cansado y con ganas de un poco de tranquilidad, voy por unas cervezas y me siento en una reposera. Sin embargo, me es imposible conservar la calma en cuanto veo a dos personas hablando a lo lejos.

LA BAILARINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora