7- De vuelta de la escapada

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Rayan se levanta de la toalla y yo me pongo mis zapatos.

—¿Y esos zapatos? —pregunta con cara de asco.

—¿Que le pasan? —pregunto mirándolos.

—Son horribles. —admite sin ninguna vergüenza.

—¿Enserio? Nadie te ha pedido tu opinión —contesto secamente por primera vez.

Ríe.

—Va en serio son de lo más feos... — vuelve a insultar a mis queridos zapatos.

No eran muy bonitos pero eran cómodos y a mi me gustaban.

Resoplo y ruedo los ojos.

Comenzamos a recoger las cosas y nos dirigimos al coche de Rayan.

Cuando llegamos arranca el coche.

Pone el rock a todo volumen.

—Un día de estos te quedarás sordo —exclamo, intentando que me escuche por encima de la música.

Ríe, y hago una mueca.

Cuando llegamos, Rayan aparca el coche en el estacionamiento habitual y suspiro.

—Ah estado bien... —admito.

Asiente y se gira para mirarme.

—¿Qué pensarán cuando lleguemos? —Rayan rueda los ojos.

—Pues que nos hemos liado. —dice con simpleza.

—Ya pues, no me gusta la idea.

—¡Pero si nos hemos liado! — exclama.

Le tapo la boca.

—Cállate —digo como si nos fuesen a escuchar, mientras le destapo la boca.

Me saca la lengua y sale del coche.

Entramos en la universidad sigilosamente.

—Pues no te queda mal mi camiseta. —murmura mientras me mira el trasero.

Me tapo.

—¡Para ya! Pervertido..—exclamo.

—Ahora quien es la que chilla ¿Eh? —pregunta con retintín.

Resoplo y subo las escaleras haciendo escándalo con los zapatos.

No había ni un alma en los pasillos.

Alguien me coje de la muñeca suavemente y me hace dar la vuelta, quedando a centímetros de su rostro.

—Venga no te enfades... —se burla. Su mirada baja a mis pechos. Donde la camiseta está pegada a ellos al estar mojada.

Me zafo de su agarre y sigo mi camino.

Una vez llego a la puerta de mi habitación la abro.

Entro y cierro rápidamente la puerta para que no pases nadie.

Me descalzo en la puerta y suspiro. Que cansancio, dejo caer en el suelo apoyada a la puerta.

—¿De donde vienes? —pregunta juguetonamente Nadia que se encuentra tumbada en su cama.

—Emm...yo...del lavabo... —miento. Nunca fue lo mio.

—Ya, pues pensemos que te se comió el váter... —bromea— No va en serio dónde has ido... — pregunta por segunda vez.

Al ver que no contesto dice:

—¿A la playa a la piscina? ¿Dónde? —pregunta con impaciencia, mientras se levanta de su cama y toca mi pelo húmedo.

"Como conocí al idiota"[Editando]Where stories live. Discover now