El Pasante [SuLay/Layho]

El discurso

   Junmyeon estaba nervioso, era su primer evento oficial y su padre se había encargado de recordarle que estarían los fotógrafos de los principales diarios de Seúl, también mencionó que para la próxima ocasión habrían camarógrafos de las cadenas televisivas más importantes de Corea.

   No le gustaba llegar tarde, por eso ya estaba en el edificio del partido, aún cuando faltaban veinte minutos para la hora del encuentro pautado con Yixing. El pasante sugirió que debían regresar a sus viviendas y cambiarse a un atuendo más adecuado para la ocasión, ropa casual, había dicho Yixing. Creía que una camisa blanca de mangas largas y sus pantalones vaqueros encajaban con esa descripción.

—Veo que llegaste temprano.

   La voz de Yixing a sus espaldas lo tomó completamente desprevenido, y al darse vuelta sintió algo en su garganta y quizás en su estómago. Zhang Yixing también llevaba vaqueros, pero estos se ajustaba muy bien a sus muslos y la vista removía sus entrañas. Una camisa de cuadros completaba su atuendo y Junmyeon estaba seguro de que Yixing en ese momento era uno de los hombres más guapos de la ciudad.

—¿Junmyeon?

—¿Eh? —Sus mejillas se tiñeron de rosa, estaba avergonzado por distraerse con el cuerpo del pasante, tanto que no pudo responder la pregunta.

—Te recomiendo tomar algún suplemento energético, no puedes quedarte en blanco mientras estás dando un discurso o cuando asistas a una reunión importante.

   Junmyeon quería que se lo tragara la tierra por enésima vez desde que conoció a Yixing, el chico se percataba de sus problemas de atención y se lo achacaba a la falta de energía, cuando la realidad era que el cerebro de Junmyeon le pasaba una mala jugada la mayoría del tiempo que Zhang Yixing estaba al frente, incluso podría culparlo por llevar esos vaqueros tan ajustados, aunque obviamente no lo haría.

—No te preocupes, no creo que sea necesario, sólo pensaba en cosas de mi graduación.

—Intenta no mezclar las cosas, si no terminarás en un manicomio. —Junmyeon aún estaba distraído con la risa ligera que soltó, cuando lo vio revisar un maletín y sacar una carpeta—. Lo acabo de terminar, leelo en el camino e intenta memorizar un poco para que sea lo más natural posible, bueno supongo que al menos eso si te lo enseñaron en la universidad.

   Ignoró la última parte del comentario mientras tomaba la carpeta en sus manos e intentaba conocer el contenido de la misma. Era un discurso, el mismo que Kim Junmyeon debía leer esa tarde. ¿Cómo no se le ocurrió que debía decir algo en el evento? Él no había preparado nada; aún así, en sus manos tenía su discurso, uno escrito por Zhang Yixing y no él. Si decía que estaba decepcionado, era poco, soñaba que su primera aparición pública como miembro del partido sería dando un maravilloso discurso de su autoría y que todos le amarían por ello.

   No tenía muchos ánimos para hablar en el camino, así que mientras el chófer los llevaba a su destino, prefirió hacerle caso a Yixing y leer el discurso; debía admitir que era bueno. Siempre mantuvo su concentración en las hojas,  excepto cuando sentía que alguien lo miraba y giraba su rostro para encontrar a un Yixing quien alejaba su mirada de forma disimulada, aunque no lo suficiente para que Junmyeon no lo notara.

   Junmyeon no sintió nervios hasta que llegó a Gwacheon, todo se tornó más real, los adolescentes con perforaciones, algunos le miraban con rabia, y él aún no comprendía por qué su padre lo envió a semejante lugar. Sin embargo, algunos chicos parecían buenos y educados, sabía que no podía juzgar solo por las apariencias pero se alegraba de que no todos lucieran como parte de una pandilla. Empleó una de las técnicas infalibles de la política, sonreír, incluso si no le agradaba parte de los jóvenes frente a él. Yixing estaba a su lado como una sombra, pero no tenía el protagonismo que Junmyeon esperaba, el chino se desenvolvía mucho mejor que él, después de todo. Conoció a muchas personas a las que posiblemente no necesitaría el resto de su vida, pero socializar un poco no estaba mal para el chico, debía forjar una buena imagen frente al resto.