IX

1.9K 104 18
                                    





Sábado por la noche.

Finalmente, nuestra cena de amigas decidió retrasarse un día. Estuvimos de acuerdo en que el sábado aprovecharíamos más el tiempo, ya que el viernes seguramente estaríamos más cansadas. 

Por el momento, está resultando una noche entretenida. Marta y Claudia, están completamente locas, y el hecho de que hayan congeniado tan bien desde que las presenté, lo hace todo más fácil. A decir verdad, siempre se me han parecido bastante, en cuanto al carácter. Aunque la corta diferencia de edad, hace a Marta un tanto más madura, pues Claudia es prácticamente como una adolescente revolucionada. No quiere decir que mi jefa sea una mujer seria y recatada, al contrario, es completamente descarada, pero sabe disimular su descaro y darle un aire de misterio. Cosa que por lo que he podido ver, atrae bastante, tanto a mujeres como a hombres.

En cuanto a mí, a pesar de estar disfrutando de la noche y de la compañía de mis amigas, soy incapaz de mantener la mente con ellas durante un tiempo indefinido. Cuando quiero darme cuenta, me encuentro viajando a kilómetros y escuchando sus voces como un eco en la lejanía. Así es mi forma de ser, a estas alturas no es necesario fingir. Pero lo cierto, es que esta noche en concreto, mi mente está más ausente de lo común.

Estamos en un pequeño bar, después de haber disfrutado de una deliciosa cena, la música es agradable, el ambiente parece tranquilo, la bebida está fresca, amenizando esta calurosa noche. Y yo, no puedo evitar que mi mente se escabulla como la mismísima sombra de Peter Pan, hacia ese lugar donde paso casi todos los días de la semana. Al centro de salud mental, La Cascada. Preguntándome una y otra vez; ¿Cómo estará Anahí? ¿Estará pasando un buen fin de semana? ¿Se aburrirá sola tanto tiempo? O quizás ya esté dormida.

Observo un reloj que hay frente a la barra y me doy cuenta de que aún no son las 10 de la noche, por lo que dudo mucho que ya esté durmiendo. Pero... ¿Qué estará haciendo entonces? Seguramente leyendo alguno de sus libros. ¿Se acordará de mí, en algún momento del día? ¿Extrañará mi compañía los días que no estoy allí?

─Creo que estoy a punto de empezar a ver humo saliendo de tus neuronas ─Dijo la voz de Marta, sacándome aturdida de mis pensamientos. Por lo que la observé con cierta confusión ─¿Eres consciente de que estas ignorando a tus amigas?

─Eso no es cierto ─Me defendí ─Porque me quede pensativa unos segundos, no quiere decir que esté ignorando a nadie.

─Pues no sé qué tan interesantes sean tus pensamientos, Dul ─Intervino Claudia ─Pero te están haciendo perderte cosas muy divertidas.

─¿Ah sí? ¿Cómo cuáles?

─Como ese grupo de chicos que no nos quitan la vista de encima desde que llegamos. Marta y yo apostamos a que están planeando su ataque. Y nosotras seremos sus víctimas.

─¡Divertidísimo! ─Exclamé riendo ─Me encanta ser víctima de un grupo de hombres.

─No, lo divertido, querida amiga, vendrá al verles la cara cuando sepan que somos lesbianas.

─¡Oye! Yo no soy lesbiana ─Exclamó Marta.

─Pero no te gusta ninguno. O sea que vas a olvidar tu bisexualidad por esta noche y serás completamente lesbiana.

─¡A sus órdenes!

─¿Saben que les digo? Que ustedes son unas aburridas. Voy a hablar con ellos.

Y así, sin decir absolutamente nada más, Claudia se encaminó hacia esos hombres, dispuesta a hacer quien sabe qué. Precisamente a eso me refiero cuando comparo su madurez y la de Marta.

La Luz De Tu MiradaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang