XXIV

1.8K 96 18
                                    




Un terrible espasmo sacudió mi cuerpo, haciéndome despertar bruscamente y aferrarme a lo que quiera que tuviera debajo. Por un momento no fui capaz de recordar dónde estaba y tampoco el motivo por el cuál desperté así de sobresaltada. Sólo siento mi corazón latir a toda velocidad dentro de mi pecho y mi respiración agitada.

Poco a poco, voy situándome en el tiempo y el espacio. Siento el cuerpo de Anahí bajo el mío y recuerdo que estoy en el hospital, en su cama. No sé en qué momento me quedé dormida, ni cómo llegamos a esta posición, pero la sensación de calor que me provoca su abrazo, la tranquilidad de escuchar los latidos de su corazón en mi oído, van devolviéndome la calma y seguridad que sólo siento cuando duerme a mi lado.

Alzo un poco la cabeza y me sorprendo al encontrarla con los ojos abiertos, observándome atentamente. Debo estar expresando la peor cara de pánico de la historia, porque su rostro parece preocupado mientras lleva una de sus manos a mi mejilla.

─Una pesadilla ─informó acariciándome con ternura el rostro ─Sólo estabas teniendo una pesadilla.

─¿Te desperté?

─Tranquila. Llevo un rato sin pegar ojo.

En ese momento, me di cuenta de que su otra mano estaba por detrás de mi cabeza, acariciándome suavemente el cabello. Y yo debo llevar horas durmiendo sobre su pecho. La verdad es que no lo recuerdo.

─¿Y por qué no duermes? ─le pregunté.

─Me gusta acariciarte. Estaba disfrutando de la calma que me produce tenerte durmiendo en mi pecho. Y creía que tú también estabas en calma, durmiendo plácidamente. Pero te despertó una pesadilla.

Noté claramente la culpabilidad en su tono de voz.

─Ha sido un día muy largo y pesado.

Aunque traté de tranquilizarla, en su rostro seguía habiendo preocupación y culpabilidad. Me gustaría hacerle entender que ella no es culpable de mis miedos, ni de mis pesadillas, aunque sea la protagonista de ellos. Sólo que, realmente ha sido un día horrible, llevo dos semanas casi sin dormir y mi cerebro continúa a mil por hora. Seguramente haya sido por eso, que tampoco pude dormir tranquila esta noche. No por ella. Al contrario, despertar y sentirme en su abrazo, es toda la calma que necesito y que me gustaría sentir el resto de mi vida.

Levantar la mirada y encontrarme con sus ojos azules, sentir el latido de su corazón golpeando mi oído, estar envuelta en su calor durante toda la noche. Cada noche, de toda mi vida. Eso es todo lo que necesito.

─Entonces intenta dormir de nuevo ─sugirió ─Estoy aquí.

Volvió a llevar su mano libre a mi mejilla y me acarició con dulzura, tratando de aportarme con su gesto y su mirada, toda la tranquilidad para que pudiera descansar sin preocupaciones. Lo consigue. Absolutamente. Me basta mirarla a los ojos, para que cualquier temor desaparezca y en mi interior solo haya paz.

Recuesto la cabeza en su pecho, cierro los ojos y me concentro en el sonido de su corazón, pausado, tranquilo. Imagino que debe tener las pulsaciones a 60 por minuto, porque bombea una vez cada segundo aproximadamente. Me encanta escucharlo. En este momento podría asegurar, que es mi sonido favorito. Involuntariamente, trato de amoldar mi respiración a su ritmo, pero descubro que es inútil. Me marearía si sigo inhalando tan rápido. Sonrío estúpidamente. No puedo creer que esté analizando sus latidos. Debería estar ya en el quinto sueño. Sus caricias en mi pelo, me transportan a un estado de calma absoluta. Pero lo que está claro, es que el sueño parece haberse esfumado.

La Luz De Tu MiradaWhere stories live. Discover now