XIV

2.2K 115 14
                                    



Una vez llegamos al porche, White esperaba ansioso en la entrada, moviendo su cola y dando vueltas alrededor de nosotras. Anahí lo acaricia mientras yo saco las llaves y abro la puerta, dándole paso a ambos. El cachorro corrió hacia el interior y ella lo siguió, adentrándose por fin, en aquella pequeña pero acogedora casa.

Lo primero que hice fue dejar las bolsas en el suelo y correr las cortinas, para que la luz iluminara el espacio. Anahí permaneció junto a la puerta, observándolo todo a su alrededor, mientras White iba de un lado para otro, reconociendo y olfateando cada rincón.

─No hay mucho que mostrar ─digo volviendo hasta ella ─Pero te enseñaré dónde está todo, antes de empezar a guardar las cosas.

Asintió y seguidamente agarré el bolso de la ropa, pasando una de mis manos por su cintura para que avanzara hacia la izquierda, donde encontramos el cuarto principal. Bueno, realmente es el único que tiene la casa.

Al entrar, observamos una cama de matrimonio, bajo un gran ventanal desde el cual, se veía absolutamente todo el lago. Estaba cubierto por una fina cortina blanca, que comenzó a ondear ligeramente en cuanto lo abrí.

─Que bonita... ─susurró aparentemente impresionada.

─Este es el dormitorio, y aquí mismo tenemos el cuarto de baño ─indiqué dirigiéndome hacia una puerta que había dentro de la propia habitación.

Era amplio, cada pieza relucientemente blanca, y los azulejos pintados en un color celeste. También había una pequeña ventana sobre la bañera, que automáticamente me hacía recordar lo relajante que resulta un baño de espuma mientras observas la calma del lago.

Sin duda, lo único que aporta cada rincón de este lugar, es una paz absoluta.

─Hay algo que no entiendo ─me dijo mientras nos encaminábamos de nuevo a la sala ─¿Vives aquí siempre? ¿Cada mañana haces este recorrido para ir a trabajar?

─No. Claro que no. Yo vivo en la ciudad. Ya me gustaría poder estar aquí cada día ─sonreí ─creo que la vida sería bastante diferente. De hecho, se vuelve distinta cada vez que estoy en este lugar.

─Entonces... Esta casa...

─Pertenecía a mis abuelos ─le aclaré ─Mi abuelo era un conocido pescador del pueblo, que un día, cuando su hijo, mi padre, se independizó, decidió construir su hogar en el lugar que más amaba del mundo, este lago. Nunca quiso nada ostentoso. Y por eso construyó esta casa que siempre fue suficiente para ellos. Cuando él murió, mi abuela se negó a venderla y a irse a cualquier otro sitio. Esta era su casa y había aprendido a amarla. Así como me enseñó a amarla a mí. Ellos me traían aquí cada verano, desde que tengo uso de razón. Lo adoraba ─por su forma de mirarme, supe enseguida que la nostalgia ya debía haber hecho aparición a través mis ojos ─Al contrario que mi madre ─suspiré y negué ligeramente con la cabeza ─Pasar un solo día aquí, ya le resultaba lo suficientemente aburrido, por lo que siempre convencía a mi padre de hacer algo diferente en vacaciones, y con ellos arrastraban a mi hermano. Pero como ya te imaginarás, yo siempre me rebelaba y terminaba consiguiendo que me dejaran venir con mis abuelos. Continué haciéndolo incluso después de él haber fallecido. Siempre intenté que mi abuela pasara sola el menor tiempo posible. Así que, hace unos años, cuando ella también murió, sorprendió a todos al dejarme a mí, su única posesión. Sabía perfectamente que cualquier otro miembro de la familia vendería la casa y se desentendería completamente. Sin embargo, ella tenía muy claro que yo, siempre la cuidaría. ─me detuve un momento a mirar los alrededores de aquella sala, descubriendo en sus paredes, mucho más que una simple casa ─Este es el único lugar del mundo, donde he podido ser yo misma, sin necesidad de aparentar. Si en algún momento me pierdo, solo me hace falta venir aquí para encontrarme... Este sitio, es especial por muchísimas cosas. Así que, siempre que mi tiempo me lo permite, White y yo venimos a pasar aunque sea el fin de semana en total armonía. ─volví mi vista hacia Anahí ─Quizás por eso tengo tantas esperanzas de que tú, al igual que yo, seas capaz de ser tu misma aquí, sin temer que nadie te juzgue.

La Luz De Tu MiradaWhere stories live. Discover now