30

197 19 0
                                    

- Muchas gracias Brooke - me dice mi amiga mientras que me da un abrazo para despedirse.

- Recuerda el plan, ya me contarás - le ordeno mientras que me separo.

- Vas a saber lo que ha pasado como si hubieras estado allí - me responde con una sonrisa sincera.

Esa. Esa sonrisa es la que quería ver desde que he venido a buscarla.

(...)

Unas manos me tapan los ojos de repente en mi camino de vuelta a casa. Mierda, como sea un violador... Menos mal que di tres clases de judo, lo malo es que no me acuerdo. Mierda ¿Que hago?

- ¿Quien soy? - me susurra una voz que conozco demasiado bien en el oído.

- ¡JODER QUE SUSTO ME HAS DADO! - le grito mientras que me doy la vuelta.

- ¿Quien te pensabas que era?

- Pues no se... ¿Un violador tal vez? - contesto. - Es que, quien no querría violarme, si estoy buenisima.

- Eso no te lo niego - contesta pensativo. - A partir de ahora tendré que ir siempre contigo para que nadie te viole por la calle.

- Idiota - le digo riendome.

- TU idiota - me corrige.

- Y ya vuelve el Aiden romántico y cursi...

Me doy la vuelta y sigo caminando hacia mi casa, pero Aiden me coge del brazo haciéndome dar la vuelta. Mierda, ¿Por qué está tan cerca? Alejate, fushfush, estás alterando mis hormonas.

- Todo lo romántico que tu quieras - dice mientras que se acerca aún más. Espera ¿eso es posible?

- Aiden... - susurro.

- ¿Si? - contesta clavando su mirada en mis labios.

- Emm... Tengo que irme a casa - digo separándome de el y volviendo a caminar dejándole con una cara de retrasado detrás mía.

Enseguida él corre detrás mía y me da la mano.

- Te acompaño

Seguimos andando entre risas y empujones. Estos son mis momentos favoritos con él. No importa donde estemos ni lo que hagamos. Solo él y yo.

Sin darme cuenta llegamos a mi casa, pero gracias a dios no están mis padres.

- ¿No me invitas a entrar? - me dice en cuanto abro la puerta mientras pone pucheros.

Se ve tan mono. Aghh.

- Aghhh, pasa - le digo antes de entrar.

Me imagino que el entra detrás mía ya que oigo el sonido de la puerta cerrándose. Yo sigo subiendo las escaleras para ir a mi habitación. En cuanto entro me tumbo en la cama dejándole sitio a Aiden para que se tumbe a mi lado, cosa que hace en seguida.

- En serio, algún día me perderé por tu casa - dice mientras me mira asombrado.

- A mi no me gusta que la casa sea tan grande... Pero te acabas acostumbrando creo - contesto mirando el techo.

Recuerdo todas esas noche que me intentaba dormir mirando el techo después de haber estado horas y horas pensando en mi mierda de dia. Esas noches de insomnio. Esos días de malestar. Pensar que ahora estoy aquí con Aiden , feliz... No sé, todo ha cambiado mucho. Yo he cambiado mucho.

- ¿En que piensas? - me pregunta mi novio.

- No sé, en todo. En todo lo que ha pasado últimamente en mi vida...

- Obviamente lo mejor que te ha pasado he sido yo - dice en tono egocéntrico.

- Baja de las nubes bonito - le digo riendo.

- ¿Y que ha cambiado tanto?

- Yo que sé...

Nos quedamos un rato más en silencio mirándonos y abrazandonos.

Cualquiera que nos vea se pensará que somos los típicos novios acaramelados...

- Por ejemplo, ya no me encierro tanto en mi mundo y en mi piano - digo de repente interrumpiendo el silencio al contestar a su pregunta de antes.

- ¿Que quieres decir? - me pregunta mientras que se acomoda en la cama para poder verme mejor.

- Pues, por ejemplo, antes si lo pasaba mal nunca lo contaba, lo guardaba para mí por lo que al final mis problemas me acababan superando, pero en este ultimo mes y medio tú me has visto llorar mas de lo que he hecho en mi vida - explico mirando al techo de nuevo. - Otra manera de olvidar todos esos problemas era tocar el piano, me hacia sentir libre por un rato. Yo tenia el poder. El poder de elegir si tocar una nota o la otra, si tocar mas fuerte o mas piano, que sonase de una forma o de la otra. Yo manejaba el piano, su sonido, hacia lo que no podía hacer con mi vida, manejarla - sigo, Aiden cada vez me escucha con más atención. - Ahora ya casi no toco el piano... No sé, no es que lo esté dejando de lado ni nada, pero se me hace raro...

- ¿Quieres que vayamos a tocar el piano? - me pregunta interrumpiéndose a lo que yo asiento y me levanto.

Cuando entramos en la sala del piano yo cojo del brazo a Aiden y le "arrastro" hasta donde está el piano. Empieza a tocar Aiden unas notas y yo le sigo improvisando. Nota tras nota, frase tras frase, acorde tras acorde, de la exposición a la reexposición. Una sensación de nostalgia se apodera de mi cuerpo. Nostalgia a esas tardes que me pasaba sola frente al piano presionando teclas sin parar. Esas tardes dedicadas a mí donde no importaba nada más que no fuera yo. Mientras que yo improviso Aiden sigue tocando notas y acordes sueltos. Una melodía que para muchos no tendría sentido, pero para nosotros sí lo tiene: nada va a ser igual para siempre, todo cambia y tú con ello.

Cuando terminamos lo único que hacemos es empezar a reir. Sí, a reír, pareceremos retrasados, pero aún así seguimos riendo.

- Te quiero - le digo en cuanto dejamos de reír.

- Bah, nada nuevo, eso ya lo sabía yo - contesta en tono egocéntrico ganándose un empujón de mi parte. - Vale, vale, yo también te quiero.

Y sin esperar más nuestros labios se juntan tal y como lo hicieron esa primera vez en la piscina o como las muchas otras veces que nos hemos besado.

Vida Imperfectamente Perfecta.Where stories live. Discover now