t r e i n t a i d o s

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La ventana bañada en vaho, mis pies y nariz congelada junto con las interminables ganas de arroparme más dentro de mis cobijas y no levantarme en todo el día me indican la primera helada del año y con ello, la próxima llegada del inverno.

—Arriba pulgos! —exclama mi madre entrando a la habitación— Buenos días.

Antes de poder responder o incluso ocultarme debajo de las colchas, esa picazón peculiar comienza a hacer acto de presencia en mi nariz provocando mi estornudo.

No puede ser.

Quizás la primer helada había traído consigo también el virus de la gripe.

—Creo que me voy a enfermar. —digo mirando a mi mamá.

—Tú que te enfermas y yo que te meto unas patadas. —sentencia antes de abandonar nuestro cuarto.

¿Y si falto hoy a la escuela?

No puedo, estamos a nada de salir de vacaciones y tengo mil y un proyectos por integrar. Cubro mi rostro por completo y gruño en exasperación, realmente odio ir a la escuela con gripa.

Después de analizar interminablemente las consecuencias de faltar, me levanto a regañadientes despidiéndome de mi caliente cama y siendo recibida por la gelidez del exterior, misma que me obliga a cambiarme al uniforme en tiempo récord, la garganta está comenzando a molestarme y lo peor llega cuando al agacharme para ponerme los zapatos, tengo que reincorporarme rápidamente por el veloz fluido que amenazó con salir de mi nariz.

Volviendo a reconsiderar mi ausencia en la escuela tomo un cacho de papel y me sueno la nariz. Esto era lo que definitivamente odiaba más de la gripa, el escurrimiento nasal y no poder limpiarte la nariz a pleno gusto por el tremendo ruido que haces, además de la atención que llamas cuando es lo que menos quieres atraer en caso de embarrarte los mocos por la cara o algo peor.

Me levanto y tiro el papel al bote de basura para después tomar mis guantes y bufanda roja aventándolos sobre mi cama y encaminándome al baño para lavarme la cara y cepillarme el cabello. Perdí demasiado tiempo debatiéndome en si ir o no a la escuela por lo que tengo que apresurarme a aplicarme un poco de maquillaje que me ayude a disimular la fealdad que está atacando con mayor y especial poder el día de hoy a mi cara.

Una vez que estuve parcialmente satisfecha con mi apariencia (al menos ya no me parecía tanto a un zombie) corrí de regreso a mi habitación pues ya podía escuchar los gritos de mi mamá apresurándonos, rápidamente me puse perfume y envolví la bufanda de tal forma que me tapara la mitad del rostro, me colgué la mochila y baje las escaleras mientras me ponía los guantes.

—¡Ve la hora que es! ¡Ya es bien tarde y me va a tocar el tráfico! Se tienen que levantar más temprano...

Sí, sí, lo típico de todos los días.

{...}

Apenas entrando a la preparatoria me topo con WooKyung que no tarda en gritar mi nombre y correr a abrazarme. Le sonrío y también menciono su nombre, sin gritarlo. Alcanzo a notar que Lu también se encuentra con ella antes de que me tambalee con el fuerte abrazo que WooKyung me da.

—Hola YangMi. —saluda Lu parándose a nuestro lado.

—Hola. —le respondo sonriendo y correspondiendo el abrazo en el que me encuentro encerrada.

—Oye. —WooKyung me llama— Con la bufanda así te pareces a... —se detiene un momento a pensar— ¡A Mikasa!

—¿Qué? —pregunto confundida.

¿Había escuchado mal? ¿Acaso dijo que me parecía a su casa? Achico mis ojos tratando de recordar la apariencia de su casa.

—¡Oye, sí es cierto! —responde emocionada Lu.

La Primera Vez. [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora