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Y de vuelta en el aeropuerto como hace cinco años, aunque hay una pequeña diferencia: ahora no estoy en el aeropuerto de Los Ángeles, sino en el de Londres para volver a casa. Al igual que ese día en el que me despedía de todo lo que conocía y quería, estoy nerviosa. Esta vez nerviosa por lo que me pueda encontrar al volver.

Hace medio año que Amelia y yo no hablamos. Los tres primeros años todo iba bien, de vez en cuando la invitaba a Londres para que me viniese a ver, hablábamos todos los días... Pero no sé que pasó que empezamos a dejar de hablar tanto como lo hacíamos. Estábamos más distantes, algo cambió entre nosotras. Y ya lo último fue no hablar. Ni siquiera sabe que vuelvo hoy a Los Ángeles.
Aunque tampoco se lo he dicho a mis padres.

Con ellos he estado hablando durante estos cinco años. Una vez por mes me llamaban para ver que tal me iba. También me pone nerviosa no saber como van a reaccionar cuando me vean, pero en algo tenía mi madre razón hace cinco años: soy incontrolable. No soporto que alguien este detrás mía siguiendo mis ordenes o ser la que sigue las ordenes de alguien. Solo soy yo y eso nunca cambiará.

Tres horas después ya estoy aterrizando. De nuevo estoy en esta ciudad que tantos recuerdos me trae, buenos y malos. Recuerdos que había olvidado y otros que no me puedo sacar de la cabeza.

Sinceramente, ya echo de menos Londres. El conservatorio, la gente de allí. Todo. Se podría incluso decir que echo de menos tocar en público. Sentir esa sensación de orgullo que se apoderaba de mi cuerpo cuando terminaba de tocar y estaba saludando al publico. No sé por qué antes tenía miedo, ahora para mí es como una droga, una adicción de la que no me canso ni me cansaré nunca.

Tengo pensado ir a visitar a mi antigua profesora de piano y ya de paso me han pedido que toque para los alumnos que están empezando en el conservatorio de aquí, digamos que va a ser una especie de clase en la que yo soy la profesora. Creo que me da más miedo ser yo la que enseña que tocar en público. ¿Y si no me entienden? ¿Y si me equivoco? Por eso no paro de repetirme que incluso los más grandes pianistas se equivocan.

Llego a casa distraída y sumergida en mis pensamientos. Tanto que ni siquiera me había dado cuenta de que mis padres estaban en la terraza viendo quién era la persona que iba en el taxi (no es que vaya mucha gente a nuestra casa, por no decir nadie). En cuanto me ven no parece que se alegren mucho, aunque tampoco esperaba otra cosa, siguen siendo ellos.

- ¿Cómo es que no nos has avisado de que volvías? - me pregunta mi madre en cuanto me acerco a donde ellos están.

- Te podríamos haber ido a buscar al aeropuerto - añade mi padre.

- No sé... No he querido decírselo a nadie - respondo mientras empiezo a subir las escaleras hacia mi antiguo cuarto.

- Me alegra de que hayas vuelto - comenta mi madre entrando por la puerta. - ¿Qué tal te ha ido por Londres?

- Ya lo echo de menos... Bueno, excepto el mal tiempo. Siempre hacía frío y llovía.

- Es lo que tiene estar acostumbrada a vivir aquí - me dice mi padre.

- Supongo que es eso - contesto distraída empezando a deshacer la maleta y colocando todo en su sitio.

(...)

Hace varias horas ya desde que he decidido ir a ver a Amelia a su casa, pero aún no me he atrevido a llamar al timbre. ¿Y si no quiere verme? Hace unos años me hubiese dado igual que quisiese verme o no, hubiese entrado sin pensármelo dos veces, pero ahora sí me importa y es por eso que llevo esperando aquí un buen rato sopesando las opciones. Siempre podría salir corriendo y volver otro día.

- Brooke, cuanto tiempo - me saluda la madre de Amelia que acaba de salir de su casa. - Pensábamos que seguías en Londres

- He vuelto hoy - le informo intentando sonreír.

- ¿Y que tal por Londres? ¿Todo muy bonito, no?

- Es todo precioso por allí, no se parece en nada a Los Ángeles.

- En eso tienes razón - murmura ella. - Por cierto, si venías a buscar a Amelia está arriba en su habitación. Sácala de casa que no le vendría mal tomar el aire.

Y dicho esto se va. Me quedo unos minutos más en la puerta abierta y por fin me decido a entrar.

En cuanto entro en la habitación de Amelia me arrepiento de haberlo hecho. De haber pensado que todo podría ir bien.

- Brooke yo... Te lo puedo explicar - dice mi "amiga" enseguida.

Vida Perfectamente ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora