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POV Brooke

Me despierto un día más para enfrentar todo lo que me rodea: No tengo a nadie porque yo he hecho que se alejen de mi; sigo sin recordar muchas cosas, aunque sí las principales, como que estuve cinco años en Londres...

No me arrepiento de haberle pedido a Amelia, hace ya aproximadamente un mes, que se alejasen de mí. Sí, les he echado mucho de menos a ella y a Aiden, pero no me perdonaría verles sufrir por mi culpa. No más de lo que ya han sufrido.

Durante este mes he estado ocupada buscando una casa a la que mudarme yo sola y poder independizarme de una vez por todas. Las cosas con mis padres no están  muy bien, y menos aun desde que me enteré de que me tuvieron engañada cinco años de mi vida pensando que Aiden y yo éramos primos. Siempre intento evitarlos, salgo de casa cuando ellos no me pueden ver, ceno más tarde... Pero es imposible no cruzarse con ellos una vez por semana, aunque cuando lo hago ni les hablo ni les miro.

Dentro de poco tengo que ir a visitar una casa más por lo que salgo intentando no hacer ruido, pero tristemente, mis padre estaban en el salón.

- ¿A dónde vas? - me pregunta mi padre.

Yo, una vez mas, no le respondo y salgo de casa sin dignarme a mirarles siquiera.

(...)

La casa no estaba mal, era bastante grande y espaciosa, pero aun así quería seguir buscando. 

Aún era pronto para volver a casa, y lo que menos me apetecía ahora era volver a cruzarme con mis "padres", por lo que decido sentarme en un banco del parque que estaba en frente de la casa que había visitado.

Si me llego a comprar esa casa por alguna casual, por lo menos tengo un parque precioso en frente. La mitad esta lleno de niños y niñas jugando en los toboganes y en los columpios, pero la otra mitad era todo verde, lleno de bancos para sentarse y poder disfrutar del entorno. 

Me siento cerca de donde están los niños jugando. Me recuerdan a cuando tenía su edad y mi abuela me llevaba al parque. En esos momentos era la niña más feliz de la tierra, o eso pensaba yo. No paraba quieta ni un solo segundo, siempre saltando y corriendo de tobogán a tobogán. Jugaba con todos los niños y me reía mucho.

Había cambiado mucho desde entonces, en todos los sentidos. A veces me gustaría volver a ser la pequeña e inocente niña que era, seguir teniendo a mi abuela junto a mí, seguir siendo tan sociable como lo era. Sin preocupaciones, solo viviendo cada momento.

De repente veo como un niño se acerca con las manos en la espalda. No debe tener más de seis o siete años, y para mi mala suerte, me recordaba a Aiden con esos ojitos verdes tan bonitos.

- Hola - le digo amablemente a lo que él me responde con otro "hola".

-Yo... Venia... - empieza a decir nervioso el pequeño. - Venía a darte esto. - A su vez saca una rosa de su espalda y yo no puedo evitar derretirme por dentro. Se le veía tan adorable.

- ¿Para mí? - pregunto con una sonrisa sincera. De las sonrisas más sinceras que he dado este ultimo mes.

- Sí - contesta tímido. - Es que eres muy guapa y no deberías estar aquí sola.

Cojo la rosa de las pequeñitas manos del niño y le abrazo.

- A veces no viene mal estar sola ¿sabes? - le contesto riendo.

- A mi me gusta estar rodeado de mucha gente, estar solo no mola nada - me dice con una sonrisa acompañando a la frase. 

En serio este niño era demasiado adorable, daban ganas de achucharlo y no soltarle.

- ¿Y como te llamas, pequeño?

- No te puedo decir mi nombre, los admiradores secretos no lo hacen, si no dejarían de ser secretos - dice al mismo tiempo que se va de vuelta al parque donde su madre le esta llamando para que vaya. - Solo te puedo decir que eres muy guapa y especial.

Veo con una sonrisa aún en mi rostro como el niño sale del parque junto a su madre cogido de las manos.

Igual tiene razón... Estar sola no mola.

Vida Perfectamente ImperfectaWhere stories live. Discover now