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Ya ha pasado una semana desde que Aiden y yo estuvimos en la cafetería hablando. Una semana en la que me he dejado la cabeza pensando en si debería ir o no a casa de Aiden. Al fin y al cabo Kelsey es mi prima e Isabella mi tía. Pero, ¿Saben ellas que son mi tía y mi prima? Y si lo saben ¿Como va a ser nuestra relación a partir de ahora?

Dudas como esas son las que hacían que me quedara en casa y no fuese a verlas diciéndome a mí misma que tenía que pensarlo mejor.

Pero mis problemas no se van a solucionar si me escondo en mi casa. Tengo que ir. Por mucho miedo que me de encontrarme con Aiden y no poder soportarlo, por miedo a hundirme al verle, pero tengo que ir.

En apenas dos horas, después de haberme decidido a ir, me encuentro en la puerta de la casa de Aiden. En la casa donde he dormido un par de noches abrazada a Aiden, en la que vi por primera vez a Isabella deambulando por el pasillo...

Llamo al timbre antes de arrepentirme y salir corriendo a esconderme. No tarda ni un minuto en abrirme la puerta una sorprendida Isabella que prácticamente se tira encima mía para abrazarme.

Al separarme un poco de ella consigo ver lo bien que está. Sus ojos brillan y su rostro demuestra completa felicidad. Parece mentira que hace unos años estuviese tan mal.

- ¿Quién es? - pregunta una voz por detrás que me cuesta reconocer. - ¡Brooke! - grita en cuanto me ve la pequeña de la familia.

Su pelo castaño al igual que el de su madre, los ojos verdes como los de Aiden, esa tez pálida... Esos rasgos inconfundibles que solo pueden ser de la hermana pequeña de Aiden, Kelsey.

- Te he echado mucho de menos - me susurra mientras me abraza.

Su voz era incluso diferente. No tiene nada de la niña de ocho años que deje atrás al irme. Esa dulce e inocente niña había crecido.

Parece que ha pasado más tiempo del que en realidad ha pasado...

- Mejor vamos al salón y nos sentamos en el sofá - propone Isabella.

Yo la respondo moviendo la cabeza afirmativamente, pero dudo que haya parecido que estoy tranquila y normal porque prácticamente estoy temblando. Lo que menos me apetece es entrar en esta casa llenos de recuerdos, recuerdos junto a Aiden. O peor aun: encontrarme con él.

- Tranquila, Aiden está trabajando - me susurra Kelsey en cuanto paso al lado suya siguiendo a su madre.

Poco después estamos las tres sentadas alrededor de la mesa pequeña en la que hay algo para picar que acaba de traer Isabella.

- Cuéntanos todo de Londres - me pide esta última con una sonrisa.

- Es muy bonito, pero ¿Podriamos hablar de otra cosa? No han hecho otra cosa desde que he llegado que no sea preguntarme por Londres o por el conservatorio y ya me pone nerviosa.

- Normal - me asegura mi tía mientras ríe.

"Mi tía". Sigo sin poder creermelo después de cinco años. La quiero mucho, incluso más que a mi madre, pero no quiero que sea mi tía. Al menos que no lo sea si su hijo es Aiden.

- Mejor hablamos de otra cosa - añade.

- ¿Qué tal vosotras por aquí? - pregunto mirando a Kelsey para que empiece a hablar ella.

- Yo me paso la vida estudiando - se queja. - ¿Por qué mandan tanta tarea los profesores?

- No te quejes que no es tanta - le regaña su madre y yo suelto una carcajada.

- Tú espera que dentro de dos años será peor - digo entre risas obteniendo como respuesta un bufido de su parte. - ¿Y con los chicos qué tal? - le preguntó a la vez que le guiño un ojo a lo que ella enseguida se pone roja. - Estás muy guapa y los chicos no son tontos.

Kelsey musita algo que no consigo entender, pero no puedo evitar soltar otra carcajada al ver lo roja y nerviosa que está al hablar del tema.

- Bueno algunos si que son idiotas, pero hay que darles una oportunidad antes - añado en un murmuro cuando por fin consigo parar de reir acordandome del comportamiento de Aiden cuando nos conocimos.-¿Y tú Isabella? - pregunto centrando mi atención en ella intentando alejar todos estos pensamientos.

- Pues yo dejé de ir al psicólogo hace dos años porque me dijeron que estaba recuperada y he encontrado trabajo en un restaurante - me cuenta orgullosa. - Sirvo los desayunos y gano bastante dinero. Lo mejor es que tengo lo que queda de día libre para hacer lo que yo quiera.

No me da tiempo a contestar puesto que suena la puerta de la entrada indicando que acaba de llegar él momento que llevaba intentando evitar desde hace una semana, encontrarme con Aiden.

- ¿Que tal estáis? - pregunta Aiden mientras entra a la sala en la que estamos y entonces es cuando me ve sentada en el sofá.

- Hola - digo tímida.

- ¡Aiden! - le saluda feliz su hermana. - Brooke nos ha venido a visitar.

- Ya veo - murmura acercándose al sofá.

- Pero tranquilo, ya me iba - digo levantándome.

- No, no - me contradice enseguida Isabella. - Tú te quedas a cenar esta noche, serás nuestra invitada y no acepto un no por respuesta.

(...)

Después de que Isabella me obligase a quedarme a cenar he subido con Kelsey a su habitación para poder hablar tranquilamente.

Y poder evitar a Aiden.

Por eso también.

Es que cuando Aiden está delante no sé como actuar. Hay veces en las que se me olvida que somos primos y solo pienso en lanzarme a sus brazos para poder abrazarle, pero cuando recuerdo la realidad es como si me echaran un cubo de agua fría por encima.

- Brooke - me llama nerviosa Kelsey.

- ¿Sí?

- ¿Puedo contarte algo?

- Claro que sí - contesto intrigada girando mi mirada hacia donde está ella.

- El otro día me pidió salir un chico de mi clase...

- ¡Lo sabía! - la interrumpo en un grito por lo que enseguida ella chista pidiendome que hable más bajo.

- La cosa es que no sé que ponerme para la cita y he pensado que tú podrías ayudarme...

- Claro que sí - la contesto más que feliz a la vez que me levanto y me dirijo hacia su armario. - Aunque no creo que nada te quede mal, ya me hubiese gustado ser la mitad de guapa de lo que tu eres cuando tenía tu edad.

- Tú eres más guapa - me responde mirándome con admiración.

Esta chica sin duda se cree que soy perfecta, pero no lo soy. No sé de donde habrá sacado ese pensamiento, pero desde que he entrado por la puerta no se ha separado de mí ni un momento y ha estado atenta por si necesitaba algo todo el rato.

- No digas tonterías y enseñame que tienes de ropa - le ordeno entre risas.

Finalmente, después de varias horas, acabamos eligiendo una falda negra suelta con un jersey fino azul. Ni formal, ni informal y encima le quedaba perfecto.

- Por cierto Brooke - dice Kelsey antes de entrar al baño para cambiarse y poder bajar a cenar. - No sé que pasó entre Aiden y tú antes de que te fueras, pero quiero que sepas que desde que has vuelto a Los Ángeles él ha vuelto a sonreír. Le haces feliz y a mí me gusta verle feliz - termina de decir y se mete al baño para cambiarse.

"A mi también me gusta verle feliz" pienso, pero no digo nada.

Vida Perfectamente ImperfectaWhere stories live. Discover now