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- Brooke yo... Te lo puedo explicar - dice mi "amiga" enseguida.

- Aiden... - murmuro incapaz de pronunciar otra palabra.

Al entrar Amelia no estaba sola, sino junto a Aiden. ¿Qué hacen ellos dos juntos? Se me ocurren millones de ideas y ni una me gusta. ¿Están saliendo? ¿Por eso Amelia me dejó de hablar? Lo que no entiendo es por qué me preocupa si están saliendo o no ya que Aiden para mí es historia. Y mi primo. Sigue siendo mi primo.

- Brooke... - murmura él al igual que yo lo he hecho. - No... No me lo puedo creer. Te he echado tanto de men...

- Hacia mucho tiempo que no te veía, primo - le interrumpo en un susurro a lo que su cara parece reaccionar enseguida convirtiéndose en una mueca sombría y triste.

Pronunciar esas palabras ha sido horrible. Pensaba que ya le había olvidado, que había conseguido pasar página de una vez por todas, pero al verle todos esos sentimientos que tenia guardados en el fondo de mi corazón han salido a la superficie. No puedo engañarme. No podemos estar juntos. Y escucharle decir que me ha echado de menos no es lo más conveniente para poder seguir con mi vida y él con la suya.

- Si... Claro - murmura sentándose en la cama de Amelia.

Intento no mirar más al chico con el que un día compartí un "nosotros" y me centro en Amelia, pidiéndole con una simple mirada una explicación a toda esta locura.

- Aiden - le llama mi amiga mientras se gira para poder mirarle. - Va a ser mejor que te vayas.

- Si...

- Luego te llamo - le dice antes de que salga por la puerta.

Me duele verle triste, ver como sale por la puerta. Me duele no poder estar junto a él, no poder abrazarle ni besarle. Ni un mar de por medio ha conseguido que me olvide de lo que siento por él. Algunos podrán decir que es "amor verdadero", otros que es un "amor adolescente". Lo único que sé es que le quiero más de lo que debería y eso me está matando por dentro.

Sin darme cuenta me he sentado en el suelo y he empezado a llorar. A derramar lágrimas incontrolables. Amelia enseguida se acerca y se agacha junto a mí.

- Brooke yo... No sé que decirte - me dice sincera.

- ¿Por él me dejaste de hablar? - pregunté entre lágrimas.

- Déjame explicártelo - me pide y yo asiento, indicándole que puede empezar a hablarme, que yo la voy a escuchar.

Ella me lleva hasta la cama y nos sentamos juntas. Toma aire y empieza:

- No te puedo contar todo, pero necesito que me creas.

Al igual que antes yo me limito a asentir.

- Vale... Lo primero de todo Aiden y yo no... No tenemos nada. Sólo somos amigos - aclara. - Un día, hace bastante ya, me crucé con Aiden por la calle. No te puedes hacer idea de lo mal que estaba. Parecía que vivía por obligación. Su rostro solo reflejaba tristeza y cansancio. Entonces decidí pararme a hablar con él. Nos hicimos amigos y yo le dije que podía contar conmigo. Sabia que lo estaba pasando mal al igual que tú. Poco después me pidió un favor muy grande. Uno que no te puedo contar de momento, pero que algún día, estoy segura de que será pronto, te podré contar. Ese favor me tenía muy ocupada y por eso empecé a hablarte menos. Realmente te echaba de menos, echaba de menos hablar contigo y escuchar tus bromas sin gracia. La cosa se volvió mas seria a medida que trabajaba en ello, e incluso ahora debería seguir investigando. Por eso ya no te llamaba. No tenía tiempo. Pero es por una buena causa, te lo prometo, sino no hubiese dejado de hablarte. Aiden había venido esta tarde para ver que tal iba todo y ponerme al día sobre algunas novedades, solo eso - hace una pequeña pausa antes de decir algo de lo que estaba segura que me iba a doler: - Si hubiese sabido que ibas a venir no le hubiera hecho venir a mi casa. Os podríais haber ahorrado el mal rato los dos.

Me parte el corazón saber que Aiden estaba tan mal cuando me fui, que le dejé sólo. Fui una egoísta, solo pensé en mí y en mí.

- Aiden... ¿Ahora está bien? - pregunto enseguida.

- Podría estar mejor - responde acompañando la frase con una sonrisa. - Se siente incompleto. Eras tú la que le llenabas cada día y le hacías feliz.

- Entiendo lo que siente - murmuro lo suficientemente bajo para que no me oiga.

- ¿Me perdonas? - pregunta temerosa por si mi respuesta es negativa, pero yo asiento y me lanzo a abrazarla. No se puede imaginar lo que le había echado de menos todos estos años. - ¿Y qué tal por Londres?

- Aghh, esa pregunta otra vez no - me quejo tumbándome en la cama mientras ella ríe. - Estoy harta de que todo el mundo me pregunte lo mismo.

- Por lo menos dime si había tíos buenos.

- De ese tema hay mucho que hablar - respondo entre risas y me pongo a contarle historias y anécdotas sobre Londres olvidando el tema del que estábamos hablando.

Ojalá olvidar a Aiden fuese tan fácil como lo es amarlo.

Vida Perfectamente ImperfectaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt