7

104 18 3
                                    

Después de la cena le digo a Isabella que me tengo que ir a mi casa y me despido de todos.

La cena no ha estado mal, pero cada vez que Aiden me hablaba volvía a sentir esa sensación que había olvidado. Esa en la que millones de rinocerontes obesos caminan por mi estomago.

Lo , la gente normal siente mariposas.

Ni si quiera podía evitar que mi corazón se acelerara con tan sólo una mirada de su parte, imagínate cuando para despedirse me ha abrazado y me ha susurrado "Gracias, Brooke".

Simplemente no quería separarme de él. Quería decirle lo mucho que le quiero y que todo vuelva a ser como lo era antes de enterarnos de que somos primos.

Tampoco podía olvidar lo que me había dicho Kelsey antes de cambiarse. ¿No sabía que eramos primas? ¿Por qué Aiden no se lo había dicho? Encima yo no quiero que Aiden empiece a sonreír por mí, quiero decir, me gusta que sea feliz, pero tiene que superar lo nuestro. Saber que cuando está bien es por mí no me gusta. Me hace quererle aun mas y no debería hacerlo.

Camino por la calle mientras pienso en todo lo que me ha pasado desde que he vuelto a Los Ángeles: la reconciliación con Amelia, el reencuentro con Aiden, he dado mi primera clase de piano en el conservatorio, he tenido que cenar con mi tia y mis primos...

Al pensar en todo esto no puedo evitar mirar al cielo, a las estrellas y recordar lo que mi abuela me dijo un dia que estabamos jugando juntas: "El amor verdadero vence todas las dificultades" ¿Podria mi amor por Aiden conseguir que volviésemos a estar juntos?

No, es imposible. Somos primos, tengo que ser realista.

En ese momento siento que alguien me toca el hombro llamando mi atención.

- ¿Aiden? - le pregunto confundida en cuanto me giro y le veo.

- Te habías dejado esto en casa - me dice intentado recuperar el aliento mientras me devuelve mi abrigo.

- Gracias - murmuro levantándome del banco.

- Gracias a ti por haber venido - me contradice acercándose cada vez mas a mí.

- Tenia que hacerlo. - Cada vez se acerca más y más a mi, no puedo dejarle. Tengo que ser fuerte delante suya. - Al fin y al cabo son parte de mi familia ¿no?

- Sí - dice Aiden en un murmuro casi inentendible a la vez que se aleja y asiente.

Aiden empieza a caminar mientras yo hago lo mismo, aunque hacia el lado contrario. Nosotros estábamos destinados a estar separados. Por más que nos queramos no podremos estar nunca juntos. Yo por un lado y él por el otro.

Estoy cruzando la calle cuando de repente oigo un claxon muy cerca de mí, a la vez oigo gritar a Aiden algo que no he conseguido entender. En cuanto me giro veo las luces de un coche que me ciegan y después...

Nada.

Silencio.

Un silencio ensordecedor.

Vida Perfectamente ImperfectaWhere stories live. Discover now