Cuatro de Febrero

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Dos días. La rectora de la universidad me dio dos días para crear algo escrito exclusivamente por mí. Decidí que lo mejor era escribir una pequeña historia. No estime en páginas, solo escribo y escribo como si no hubiera límite. 

Es como un diario de vida, todos mis sentimientos, pensamientos, acciones y amigos están plasmados en estas páginas. Todo lo que he estado sintiendo estas vacaciones y todas las decisiones que he tomado. Todo. Solo que los personajes tienen otros nombres para que parezca más algo ficticio que algo real. 

Me he encerrado en mi habitación hace dos días solo para escribir. Mia no me ha preguntado qué es lo que me pasa, pero creo que lo intuye o solo espera a que le cuente. No he querido hacerlo hasta que termine de escribir porque en ese momento todo se volverá más real. 

Hoy tengo que entregar la historia y tengo que terminarla de alguna manera. Me despierto a las cinco de la mañana para poder comenzar el final. Es la parte más difícil, al menos así lo creo, tomando en cuenta que escribí sobre mis sentimientos y mi vida y ésta aun no termina. No existe un final para la vida de alguien hasta que llega la muerte y no planeo morir aun y a menos que un árbol se vuelva a cruzar en mi camino, no creo que muera pronto. 

Tengo que dejar un final abierto a la historia. Algo que diga que la vida sigue y no podemos predecir las sorpresas que nos va a entregar en  adelante. Porque de eso se trata la vida, de las sorpresas que nos va entregando a medida que pasan los días, pero no serían sorpresas si supiéramos qué son así que ahí están los lindos misterios de la vida.

Para cuando Mia despierta, unas cuantas horas más tarde, ya estoy en las últimas líneas de mi historia. No me había dado cuenta de lo larga que la había hecho hasta que reúno todos los papeles y veo que son más de cien. De verdad que he estado escribiendo sin parar. Creo que ni he visto bien a Matt en estos días lo cual no está bien porque debe estar nervioso por la entrega de los exámenes, pero sé que si le explico lo va a entender.

Pero también hay un problema ahí. No quiero decirle a nadie más hasta que reciba los resultados. Menos a Mia. Ya le escondí muchas cosas por una vida así que no quiero hacerlo más. Ella tiene que saber todo lo que me está pasando. Necesito saber su opinión. Es mi mejor amiga, su opinión lo vale todo para mí.

-¿A qué hora despertaste?- pregunta Mia cuando sale de la ducha.

Ni siquiera me había dado cuenta que había entrado a la ducha. Estoy muy ida estos días y creo que lo estaré hasta que entregue esta historia.

-A las cinco de la mañana- respondo y reconozco mi propio tono de cansancio.

-Eso explica esas enormes bolsas bajo los ojos- comenta Mia y no puedo evitar llevar mis dedos a la zona debajo de mis ojos- Deberías darte una ducha, vestirte y bajar a desayunar con nosotros. 

Asiento con la cabeza y hago lo que Mia dice. No es un día caluroso el de hoy, en verdad hace bastante frío lo cual es raro porque estamos en verano, pero a la vez éste está terminando así que tiene un poco de sentido. Decido ponerme solo un par de jeans ajustados y una blusa a cuadros manga larga.

Entro a la ducha y dejo que el agua recorra mi cuerpo y me tranquilice. No sé porque me siento tan intranquila hoy. Como ansiosa. Mi estómago se siente apretado y duele un poco. No me sentía así desde el primer día de la universidad hace casi un año en donde lo único que podía pensar es que no iba a poder acostumbrarme a esta nueva vida, que iba a ser imposible para mí estar sin Mia y Matty. Cuando solo pensaba que no iba a poder, que no era capaz de hacerlo.

Salgo de la ducha y me visto ahí mismo. Me seco el cabello con la secadora y me miro al espejo. No me veo muy bien. No he comido lo suficiente y eso se nota algo. La falta de sueño se nota también por las enormes bolsas bajo los ojos de las que habló Mia. 

Noventa Días (SDLV #2)Where stories live. Discover now