Él ✧ sebaciel

dos

Me sentaba a unas pocas mesas de ti, con el afán de poder mirarte.

Y es que, ¿cómo no querer hacerlo? Si eras una obra de arte.

Las finas facciones que marcaban tu blanca piel parecían estar pintadas con el más delicado pincel. Desde tus ligeramente curvadas cejas, pasando por tu respingada nariz, hasta llegar a tus finos,  brillantes y rosados labios.

¿Era posible que existiera alguien tan perfecto? Al parecer, sí.

Quizás esté exagerando un poco, quizás no para todos eres así de bonito.

Aunque, después de todo, el arte no tiene que ser precisamente "lindo" a los ojos de todos. Debe ser maravilloso, fascinante hasta el infinito. Tú lo eras.

Y déjame decirte que, si pudieran verte a través de mis ojos, entenderían la hermosura que emanas. Una hermosura tan poco común, notoria incluso en tus más raros gestos.

¿Que si te estoy acosando? En efecto, eso mismo hago.

Descuida. No te darás cuenta.

No tienes derecho a quejarte. Fuiste tú quien robó mi asiento en primer lugar, y con ello mi atención.

¡Y tú ni siquiera un solo vistazo me dedicaste! Incluso es injusto.

Aun así, yo tampoco podría reclamarte...

Porque me gustaba la violencia con la que tu simple presencia, irrumpía en mi aburrida rutina.