ocho

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El día siguiente, me llevé una gran sorpresa. 

Al entrar en el café tú levantaste la cabeza, como si hubieses estado atento a la campanilla de la puerta. 

Me miraste y esbozaste una pequeña sonrisa. Una que jamás vi, ni pensé en ver. 

Tus labios apenas se curvaron, no asomaste ni un poco los dientes y los bordes de tus ojos se arrugaron.

En el mismo instante que la deslumbré se convirtió, de las miles que tenías, mi favorita.

Por ser tan pulcra, por ser tan tímida. 

Y traté con todas mis fuerzas de devolverte ese gesto. 

Claro, no pude. Jamás podría hacer algo tan agraciado como iluminar el lugar entero, por ejemplo. 

Algo que sí pude, es ponerme aquella expresión que me regalaste. 

Tan dulce, tan serena. 

En ese momento confirmé que, todo lo que puedo ver y decir que es hermoso, reside única y exclusivamente en ti, en tu sonrisa.

Él ✧ sebacielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora