ochenta y ocho

2.1K 359 11
                                    

Dos minutos después, divisé tu residencia.

Estaba apenas a unos metros, pero la veía lejos.

Tan, pero tan lejos.

Pasó una eternidad, hasta el momento en que llegué a la puerta.

Pero, por más que toqué con todas mis fuerzas, nadie respondía.

Las luces estaban apagadas, no podía oírse más que mi puño al chocar secamente contra la madera.

"¡Se que estás ahí, Ciel! ¡Abre!", gritaba.

Hiciste caso omiso a todos mis llamados, por lo que pensé en otra alternativa.

Miré los árboles, el cielo, mis negros zapatos y la casa.

Y encontré la solución: las ventanas.

Una de ellas, estaba sin seguro.

Él ✧ sebacielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora