noventa y ocho

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Bajé a tu garaje, y encontré lo único que necesitábamos.

Dos botellas de combustible.

Volcamos su contenido sobre el cadáver, seguido de lo que restaba de la casa.

El olor era espantoso, pero ninguno se inmutó.

Entonces, cuando salimos, te atreviste a encender un fósforo y lanzarlo al suelo.

Y, mientras veíamos las llamaradas de fuego levantarse por sobre el techo, hicimos una promesa.

Que nos perseguiría por todo lo que nos resta de vida, luego de ella y más allá de todo lo posible.

En voz baja, entrelazando los dedos meñiques.

Antes de dejar todo y huir;

Prometimos que lo nuestro sería eterno.

¿Cuánto tiempo duraría nuestra eternidad, Ciel?

Él ✧ sebacielWhere stories live. Discover now