VII

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Siempre le doy las gracias a Dios de que con mis amigos tengamos la misma talla de ropa, porque  a pesar de habernos sacado nuestros atuendos, igual terminaron completamente empapados. Pero no me fue extraño, dado las precarias y vergonzosas condiciones en las que nos encontrábamos.

Las mujeres siempre andan con ropa de cambio, o eso creo, por el simple motivo que luego de darnos cuenta de que toda estaba mojada, se metieron dentro de la habitación de Josh y se cambiaron por atuendos totalmente provocativos y perfectos para salir a la noche.

Sin darnos cuenta, ya eran más de las diez, por lo que ya era tiempo de marcharnos a la que sería una de las mejores fiestas de nuestras vidas.

Louis, quien para ese momento se encontraba sobrio luego de haber bebido cerca de tres litros de café, nos subió a todos dentro del pequeño chevrolet corsa que  había pedido prestado a su padre con la condición de que no se emborracharía o drogaría, pero bueno, obviamente no lo cumplió.

Más de veinte minutos nos llevó llegar al escondido lugar en donde sería la fiesta, y más largo fue por la incómoda manera en la que nuestros cuerpos se golpeaban torpemente debido al poco espacio en la parte  trasera. Los únicos que tuvieron un viaje prácticamente tranquilo, fue Ashley con Louis, los que ocuparon el puesto de copiloto y conductor respectivamente.

A lo lejos, en la bahía la música sonaba a todo volumen, envolviéndote enseguida. Las estrellas iluminaban y miraban con recelo las luces de colores artificiales que se encargaban de acusar a los adolescentes en las distintas escenas que protagonizaban.

A penas nos bajamos del auto como esos payasos en los circos, mis ojos quedaron excitados ante el panorama. Realmente esperaba pasarla de maravilla.

Leila me tomó de la mano y comenzamos a correr en dirección a la pista de baile con la arena colándose entre las zapatillas. Los demás nos siguieron con el mismo entusiasmo mientras prendían uno que otro cigarro.

Cuando mis pies pisaron finalmente la pista, nos pusimos a bailar en un círculo algo deforme, tratando de meternos más al centro y saludando a uno que otro conocido que entre el gentío lográbamos divisar.

Leila me agarró de los hombros y pegó nuestros cuerpo. Se encontraba con una botella de vodka que cada cierto tiempo la empinaba entre sus labios, luego me ofrecía un poco a mi, aceptaba con gusto y finalmente se le pasaba a Josh o a cualquiera que estuviera más cerca. Mis sentidos comenzaron a volar en medio de aquella atmósfera tan irreal que el alcohol estaba creando.

La rubia restregaba su cuerpo con el mío energéticamente, en una danza bastante sensual que comenzaba a subirme la temperatura. Traté de seguirle el juego, y moví mi cuerpo de igual manera. Comenzó a reír y se dio la media vuelta, restregando su trasero por mis pelvis, muslo, incluso rodillas.

Tragué duro y corrí la mirada hacia mi lado derecho, tratando de contener la excitación que comenzaba a sentir. Justo en ese momento, mis ojos se cruzaron con los de Elena, que me miraban atentamente, con su boca levemente abierta mientras movía su cuerpo de manera atrevida al ritmo de la música. Louis bailaba de la misma forma junto a ella.

De un segundo a otro, el placentero momento que comenzaba a sentir se desvaneció. Las ganas de ir y quitarle a mi amigo de encima fueron enormes, en especial cuando la agarró de la cintura y le habló al oído, provocando que sus ojos lo miraran a él, perdiendo el contacto conmigo. La vi asentir levemente para que luego se tomaran de las manos y caminaran en dirección a quién sabe donde.

Paré de bailar en seco. Mi puño se apretó automáticamente y mi respiración se volvió pesada. Quería ir y seguirlos para ver que cosas harían. El licor en mi cuerpo comenzaba a hacer de las suyas, metiéndome en la cabeza indecorosas imágenes que se escondían en los más profundo de mi cerebro, en esos rincones oscuros y polvorientos donde están los pensamientos que uno no sabe que tiene hasta que llega el momento preciso, hacen "click" y te das cuenta que siempre estuvieron. Quise correr hasta alcanzarlos pero la pequeña mano de mi rubia acompañante me lo impidió. Me miró con el semblante interrogativo y agaché mi cabeza un tanto avergonzado de mi comportamiento.

Elena •n.h• TERMINADATahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon