XVIII

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La navidad pasó cargada de regalos y alegrías. A Elena le regalé un libro que andaba buscando hace meses, y ella me regaló un par de calcetines que combinan a la perfección con  un disfraz de payaso. La verdad es que me han encantado, no tengo nada que decir.

Pasamos esa fecha juntos, visitándonos en la noche después de las cenas, y pasando el resto del día en nuestros hogares, compartiendo entre las familias que solo el amor pudo juntar.

Me sentía afortunado y enamorado. No habría nada capaz de interrumpir ese amor tan honesto. Podría escucharla, acariciarla, besarla incluso solo observarla, con eso me bastaba para ser feliz.

Las vacaciones pasaron rápidas, y con ellas también el nuevo año.

Todo lo malo quedó en el pasado, dando paso solo a los gratos momentos.

Cada día que pasaba era un día menos de escuela, y una más hacia nuestro futuro.

El futuro para la gran mayoría de mis amigos nos implicaba el estudio. Aspirábamos a llegar a las universidades, en especial cuando tienes a un hermano en una escuela tan privilegiada como Yale.

Tengo que decir que no todos esos días fueron descanso, si no también lectura y estudio. Preparándome para ese montón de exámenes que definirían el resto de mi vida.

Hoy sería mi último día de vacaciones, y a pesar de que estábamos en invierno, algunos rayos de sol se asomaron por las cortinas, eran débiles, pero de todas formas interrumpieron mi sueño.

En la primera planta sentía el ajetreo de maletas y de mis padres preparándose para despedir a mi hermano. Tyler al fin se iba.

Me levanté con pereza poniéndome la primera camisa que encontré, junto a unos short de pijama. Revisé el teléfono y solo tenía un mensaje de Louis, diciendo que vendría a la casa.

No le respondí. Él sabe que puede venir cuando quiera.

Bajé las escaleras y la voz de mi madre fue la primera en escucharse. Como siempre, estaba regañando a Tyler por alguna tontería.

Me acerqué caminando a la cocina a paso lento, mientras estiraba mis músculos. Aun tenía sueño. Para ser mi último de vacaciones era temprano. Las 7:30.

Cuando crucé el umbral ambos se quedaron callado al verme, y papá que venía entrando dejó la maleta en el suelo.

-¿Por qué no estás vestido?

Bostecé, y eso pareció enfurecer a Elizabeth.

-Niall, tenemos que ir al aeropuerto - dijo mi padre - Vístete rápido.

Volví a subir a mi cuarto para ponerme ropa más decente y así llevar a mi hermano a su jaula muy lejos de Los Ángeles.

Por fin podría descansar, sin tener que verlo en ropa interior paseándose por toda la casa.

El resto de la mañana pasó lento en el aeropuerto, esperando a que el retrasado vuelo de Tyler se lo llevara.

Louis llegó junto a Josh, aproximadamente una hora antes de que retornáramos a casa, y cuando bajé del auto me encontré a mis dos amigos sentados en el recibidor a punto de quedarse dormidos.

Jugamos FIFA toda la tarde hasta que mi madre prácticamente los echó de la casa porque estaban volviéndose ruidosos, provocando un gran alboroto.

A la mañana siguiente, me desperté sobresaltado por el ruido de la alarma. Me arreglé en un dos por tres y salí de la casa.

Me iría caminando, como la mayoría de los días de mi vida, pero lo sentía distinto.

Mis piernas se movían como gelatina y no pude evitar sentir rechazo ante la fría corriente de aire.

Elena •n.h• TERMINADAWhere stories live. Discover now