XXI

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Todo parece más lento y frío en los blancos pasillos del hospital.

El tiempo pausado y lenta, intentando evadir lo inevitable.

La gente se mueve en medio de un silencio ya establecido por el mismo ambiente, sin tener la menor disposición de quebrantarlo.

Todo está suspendido en el aire, listo a romperse ante el más mínimo movimiento.

Me encontraba sentado con la cabeza gacha, entremedio de mis manos, intentando cargar energías positivas, cuando llegó Louis con un vaso de un insípido café en sus manos. Me extendió el recipiente, y lo acepté por educación, no porque tuviera ganas de beberlo.

-¿Cuándo podremos entrar? - preguntó.

Me encogí de hombros y lo escuché suspirar mientras se sentaba a mi lado.

-¿Se sabe algo mas acerca del estado de Josh?

Negué con la cabeza, de forma mecánica.

-¿Vas a decir algo? - volví a negar y lo escuché bufar con bastante molestia - No eres el único que la está pasando mal. Josh y Elena también son mis amigos, ¿Podrías sentir un poco más de empatía?

Lo miré asombrado, abriendo mis ojos hinchados de tanto llorar. Louis tenía razón. Solo estaba pensando en lo triste que era para mi ver a mi novia y a uno de mis mejores amigos en ese estado, olvidando que también son amigos de él.

-Lo siento - dije, luego de un par de segundos.

-Yo fui...

Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, al igual que las miles de partículas que lo componen, cuando la puerta al final del pasillo se abrió con brusquedad, dejando entrar a un montón de enfermeros y médicos moviendo una camilla con desesperación.

Me quedé paralizado. Mi respiración comenzó a ser irregular, y el miedo volvió a insertarse en mi ser.

Sin ponernos de acuerdo, junto a Louis nos miramos y nos pusimos de pie, observando entremedio de la gente quien iba en la camilla.

-¡Dejan pasar, porfavor! - se escuchó un grito - Necesitamos llegar a la Unidad de Cuidados Intensivos.

El miedo se incremento al escuchar aquellas palabras. Comencé a temblar.

Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos y uno.

El inconfundible cabello castaño de Josh fue lo primero que divisé entre tantas máquinas y sondas.

Tragué duro y comencé a caminar siguiendo a la camilla, que corría con desesperación hacia el otro extremo del pasillo.

Sentía a Louis caminar junto a mi, no estaba solo, pero el miedo me dominaba.

Apuramos el paso y cuando finalmente entraron en la ancha puerta blanca pintada con algunas franjas rojas e intentamos entrar, dos grandes manos nos impidieron el paso.

-No pueden entrar.

-Es mi amigo - dije con desesperación, apuntando hacia el interior del recinto donde la camilla se había perdido.

-Lo siento, tendrás que esperar.

Cerró la puerta y no pude evitar empuñar mis manos. Quería golpear todo, mandar el mundo a la mierda y despertar de una buena vez de esta maldita pesadilla.

-Tranquilo, Horan. Estará bien.

-¿Y Elena? - pregunté.

-También lo estará - respondió con una sonrisa en su rostro, iluminada levemente por las lágrimas que ya era inevitable aguantar.

Elena •n.h• TERMINADAWhere stories live. Discover now