XX

371 27 6
                                    

Miré mi reloj de pulsera por quinta vez en la noche. Comenzaba a impacientarme, y mis nervios crecían ante la intimidante mirada del señor Carter.

Me encontraba sentado en unos de sillones en la casa de Elena a la espera de que bajara pronto para irnos al baile, frente a mi suegro, que leía el periódico a través de sus gruesos lentes y de ves en cuando, al momento de cambiar la página fijaba sus ojos en mi y luego volvía a su lectura.

Un poco extraño y tenebroso, a decir verdad.

Cuando ya pensaba en que no saldría en un buen rato de esta casa, y comenzaba a acomodarme en el sillón, los tacones de mi novia se escucharon por las escaleras.

Me puse de pie y la esperé en el primer peldaño, ante su sonrisa y ojos brillantes.

Lucía más que hermosa.

Llevaba un vestido rojo oscuro que caía de manera holgada desde la cintura. La espalda estaba a penas cubierta por unos tirantes, que más que afirmar cumplían la función de adornar. Su cabello iba suelto en ondas y su maquillaje solo constaba de un sutil brillo.

-Te ves hermosa - dije plantando un beso en su mejilla.

-Tú no te quedas atrás - sonrió y me regaló un corto beso en mis labios.

Se escuchó un carraspeo y no pude evitar sentir temor otra vez. Nos separamos inmediatamente.

La madre de Elena bajó corriendo por las escaleras con una cámara en la mano.

-Posen para la foto.

No nos dio tiempo para reaccionar. La señora se puso delante nuestro y sin dar mayores indicaciones apretó el botón y sacó una foto, dejándonos ciegos a ambos por el flash.

-¡Se ven tan hermosos! - chilló emocionada - Han crecido tanto, ¿no es así? - le preguntó a su esposo, que se encontraba a su lado sosteniéndola por lo hombros.

-Nos tenemos que ir - dijo Elena al momento en que la bocina de un auto se escuchó en la calle. Era Louis.

-Hasta luego Sr. y Sra. Carter.

Me despedí antes de salir de la morada de mi novia.

Louis se encontraba en la parte delantera junto a Ashley, mientras que Josh y Danielle atrás, lugar que con Elena también nos iríamos.

-¿Qué esperan par de bobos? - gritó mi amigo al vernos caminar hacia el auto - No tenemos toda la noche.

Abrieron la puerta y a pasos cortos corrimos hasta subirnos.

Subieron la música a más no poder y luego el castaño hizo partir el auto.

El viaje se hizo corto entre tantas risas y canciones.

Al momento de llegar a la escuela, solo se veía gente y autos entremedio de la oscuridad, a penas iluminada por las luces que salían del interior de gimnasio. Se escuchaba la música como un murmullo, mezclado entre las voces de muchas personas.

Todo parecía mágico e irreal.

Me sentía dentro de un cuento de hadas. Pero ese sentimiento de felicidad iba acompañado por un fuerte dolor en el pecho, que comenzaba a estremecerme.

Cuando bajamos del auto, arreglé mi corbata intentando acallar ese punzante dolor, ante la tierna mirada de mi novia.

No sé de que podía tratarse, así que decidí ignorarlo y una vez que ya todos estuvimos fuera del auto, emprendimos camino hacia el auto, entre juegos y risas.

Si dije que el lugar en su exterior era mágico, no me quedan palabras para describir lo hermoso que se veía todo dentro del gimnasio.

Había mesas con manteles blancos y listones azules, ubicadas alrededor de la cancha, llenas de comida, bebidas y todo tipo de cosas que se te podrían ocurrir, para dejar un gran espacio libre, el que sería la pista de baile.

Elena •n.h• TERMINADAWhere stories live. Discover now