XVII

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Horas más tarde, cuando ya todos terminamos de comer y no quedaba ninguno con apetito, nos dirigimos hacia nuestras casas.

Acompañé a mi novia hasta la suya como el educado y amable caballero que mamá me inculcó desde pequeño, y luego de haber conversado un rato con sus padres me devolví a mi casa.

Estaba cansado, de todas las formas posible por haber, tanto física como psicológicamente y solo quería llegar al cómodo sillón de mi hogar, y tirarme en él.

Y así lo hice.

Dejé la mochila en algún rincón, aprovechando que mis progenitores aun no llegaban y me dispuse a tomar un merecido descanso.

Pero para mi pésame solo duró un par de segundos, ya que mi hermano se sentó sobre mis piernas y encendió la televisión. A veces era muy molesta su estadía en casa.

-¿Puedes salir? - le pregunté sonriéndole de manera burlesca.

Tenía un pote con palomitas de maíz en su regazo. Se llevó una a la boca al tiempo que me miraba y negaba sin expresión en su rostro, para luego volver toda su atención hacia la televisión.

-Tyler - suspiré. Había que utilizar la parte dulce que se escondía dentro de mi ser. Esa a la que solo Elena tenía total acceso - ¿Podrías por favor ser tan amable y quitarte de mis piernas?

Volvió a observarme y rió. Pero no de una forma suave, si no de una grosera y antipática.

Saqué mis piernas mientras golpeaba con mis puños su cuerpo, obligándolo a que se pusiera de pie. Aunque la verdad solo alzó un poco su torso dejándome un pequeño espacio en el que pude movilizarme.

Caminé hasta la cocina en donde encontré una nota que avisaba que mamá y papá llegarían muy tarde.

Mierda, pensé.

A solas con Tyler por tantas horas no sería buena idea.

No había mucho que hacer, así que resignándome a la idea de estar juntos, preparé un sandwich con palta y tomate. Tenía hambre, a pesar de que prácticamente recién había comido.

Me fui a sentar al living junto a Tyler, quien miraba perdidamente la pantalla. Lo acompañé de la misma manera hipnozante, observando las imágenes que se transmitían en la gran caja metálica, dando grandes mordidos a mi pan.

-¿Cómo te fue hoy? - preguntó sin despegar sus ojos de la televisión.

-Bien - respondí cortante, terminando de tragar el último bocado.

-¿A dónde saliste? - volvió a preguntar, pero esta vez me miró.

Sus ojos azules me hacían sentir intimidado. Recuerdo que desde pequeño con solo una mirada bastaba para que el terror se sembrara en mi ser, y le obedeciera en todo lo que me pidiera.

Y esta vez no era la excepción.

-Salí con los chicos - dije y este sonrió.

-¿Elena estaba?

-Si - asentí, y  se acomodó en su lugar quedando totalmente atento a mi.

-Elena es una chica hermosa, hermano - suspiró y llevó sus brazos tras su cabeza. Miró al techo y sonrió. Parecía estar recordando algo, y comenzaba a sentir celos - Recuerdo cuando tenía 12 años y cada vez que hablábamos se sonrojaba y tartamudeaba. Ya no quedan rastros de esa niñita. Ahora es toda una mujer. Tienes suerte de haberla encontrado.

No dije nada. Me mantuve serio, hasta que volvió a observarme.

-Dylan estaría muy orgulloso de ella - habló luego de unos largos minutos.

Elena •n.h• TERMINADAWhere stories live. Discover now