XXXV

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En estos días en que todo parece tan lejano a mi realidad, me hace pensar acerca de que es lo que estoy sintiendo.

Por una parte me he sentido en las nubes cada vez que tengo a Elena cerco mío. Cada vez que la acaricio, la toco, la beso y la escucho hablar o gemir llena de éxtasis en todo su cuerpo. He vuelto a ser ese adolescente que soñaba con ella en sus noches más solitarias. Recuerdo esa época en la que nuestras miradas insinuantes aumentaban con los pasos de los días, hasta que no fuimos capaz con aquello que guardábamos dentro y tuvimos que dejarlo salir.

Con todos estos pensamientos e ideas rondando en mi cabeza llegué a una sola conclusión.

Aun la amo. Y, Dios, de la manera más loca y extraña que pudiera existir.

No he sabido absolutamente nada de Emma en estos días, a lo más unos mensajes preguntando cómo he estado o si la he extrañado.

Me he vuelto un mentiroso de primera, incluso ya siento mi nariz más larga. Le he respondido todas las veces que si, que la extraño y que ya quiero que vuelva, cuando en verdad he disfrutado de su viaje más que ella, porque gracias a ello ha nacido la oportunidad de tener a Elena junto a mi otra vez.

Pero la felicidad es solo un momento, y como todo lo bueno tiene que terminar, Emma llega mañana por la noche, por lo que decidimos pasar juntos esta última noche, en la que si se da el momento le diré mis sentimientos.

Hablé con Louis respecto al tema. Nos pusimos al día respecto a nuestras vidas en todos estos años, y bueno, cada uno ha salido adelante de la mejor manera. Algo que no pude notar cuando era más joven, fue que la partida de Josh le había costado superar mucho más que a mi.

Era y soy un tipo egoísta. Eso debo admitirlo.

Y no me siento orgulloso, para nada.

De todas maneras, nos dimos un fraterno abrazo y dejamos aquellas disputas en el pasado, y nos concentramos por completo en mi situación amorosa, porque claro, él ya estaba casado y esperaba su primer hijo.

-Amigo, debes decirle lo que te está ocurriendo de la manera más sutil posible, así si no te acepta, bueno, le dices que te confundiste y ya va a pasar.

Elevó una ceja, mientras encogía sus hombros y le daba un trago a su cerveza.

¿Daría resultado?

Me lo tuve que haber preguntado antes de haber quedado de acuerdo en juntarnos.

El timbre de mi pequeña morada sonó y junté mis manos nervioso, intentando darme un poco de ánimo. Todo saldría bien.

-Hola, cariño - murmuró con una gran sonrisa Elena mientras entraba a la casa y cerraba la puerta con el pie, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello para besarme.

¡Oh! Podría vivir besándola el resto de mi vida.

-¿Cómo te encuentras? - pregunté acariciando su cintura, y juntando nuestras frentes.

-Bien, ¿y tú? Hoy tuve mucho trabajo, y para relajarnos he traído algo - movió las cejas rápidamente, de forma insinuante.

Nos separamos y me pasó una bolsa. La miré sin entender y con un gesto me alentó a abrirla. Un poco temeroso metí la mano dentro y saqué una botella de champaña y otra de vodka. También había sushi.

-¿Qué celebramos? - pregunté caminando a la cocina para buscar copas y dos platos en donde poner el sushi.

-Espera a que nos sentemos - dijo riendo, ayudándome a preparar las cosas.

La veía caminar de la cocina a la mesa de centro en el living, moviendo sus caderas en esos jeans ajustados que resaltaban junto a esa pequeña camiseta tejida a crochet. Bella, se quedaba corto. Anhelada tocarla y tenerla para mi, por el resto de mis días.

Elena •n.h• TERMINADAWhere stories live. Discover now